Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


Marcelino

21/01/2022

Este 21 de enero hace 104 años que nació el soriano Marcelino Camacho. Yo le conocí en los 90, no recuerdo el año exacto. Fue en la sede de IU, en la Avenida Mariano Vicén, un bajo húmedo, frío y sin luz natural. La rueda de prensa a la que nos convocó se convirtió en una clase magistral de más de hora y media. Recuerdo que yo escribía y escribía en mi cuaderno de páginas cuadriculadas todo lo que iba diciendo, porque todo me parecía importante. Eso sí, noticiable, noticiable, muy poco, pero eso era lo de menos. Escuchar sus anécdotas y reflexiones sobre sus recuerdos y la actualidad política nacional del momento fue un regalo para una periodista novata de veinte y pocos años. A ratos yo dejaba de escribir y le observaba con su pelo blanco, sus gafas, sus gestos pausados. Recuerdo especialmente sus manos de casi octogenario. Esa vez no asistió su inseparable compañera, Josefina Samper. 
Sus hijos acaban de ceder el legado de la pareja. Se ha ido a Salamanca, al Centro Documental de la Memoria Histórica que depende del Ministerio de Cultura. Sorprende que las instituciones sorianas no hayan sabido o no hayan podido hacerse con esta suculenta herencia, aunque con esta decisión se evitará que se pierda en los sótanos y se facilitará su acceso a estudiosos e investigadores. Mientras los documentos se integran en los archivos salmantinos, en Soria la figura de este histórico de la España contemporánea se va diluyendo. No hay prácticamente nada que le recuerde. El único reconocimiento visible es la calle que el Ayuntamiento de la capital soriana le dedicó hace unos años. En su pueblo, La Rasa, partido judicial de El Burgo de Osma, ni siquiera eso. Su hijo, Marcel Camacho, insiste en que su padre es patrimonio de la clase obrera. Si bien es cierto, ya es hora de que las instituciones sorianas reconozcan la figura de un hombre que  siempre estuvo vinculado a su tierra natal. Todos conocemos la popular 'casilla', la casa ferroviaria donde creció, porque siempre volvía a ella en los veranos. Marcelino convirtió la 'casilla' en un símbolo. Sigue siendo propiedad de los hijos y son muchas las personas que se emocionan cuando se acercan a La Rasa y conocen in situ el modesto inmueble que responde a los principios del fundador de Comisiones Obreras. 
Aunque alardeamos de que en España tenemos los jóvenes mejor formados, las nuevas generaciones apenas saben quién fue Marcelino Camacho. La responsabilidad de ese desconocimiento está principalmente en las aulas donde se pasa de puntillas sobre la historia reciente de este país. Pero también hay que culpar a las instituciones que son incapaces de mantener viva la memoria de un hombre que brilló y que siempre presumió de su condición de obrero llegando incluso a renunciar a su escaño como diputado por desacuerdo con las normas laborales que aprobó el Parlamento con el apoyo de su partido, el PCE.