Un refugio en Soria para escapar del terror talibán

Ana Pilar Latorre
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Lida, que pudo huir del país en septiembre por intermediación del Gobierno de España, decide alzar la voz para «que las mujeres allí tengan los mismos derechos que los hombres, que puedan trabajar»

Un refugio en Soria para escapar del terror talibán - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

Miedo, casa, cambio de vida, derechos, mujeres, niños, comenzar de cero, agradecimiento... son las palabras más repetidas durante el encuentro con Lida, una mujer afgana que ha accedido a hablar de su situación a El Día de Soria gracias a la intermediación de la Fundación Cepaim. Ella es de Kabul, la capital del país controlado de nuevo por los talibanes tras la marcha de las tropas americanas y europeas a finales de septiembre. 

Es graduada en Filología Española y en los últimos años ha trabajado, como otras muchas mujeres y hombres, para el Gobierno afgano. Además, colaboraba como traductora con la Embajada de España, impulsando el aprendizaje del castellano a través de una escuela pionera. «Allí se habla persa (darí, el dialecto de Afganistán)y se estudia inglés», apunta, pero el pastún se impone porque es la lengua talibán. Así que ser mujer y trabajar con los españoles es un riesgo que le ha hecho huir de allí.

«El régimen talibán implica miedo. Toda nuestra vida ha cambiado, ha afectado muy negativamente...», reflexiona Lida entristecida refiriéndose ya a la situación de las mujeres que «no tienen libertad, no pueden trabajar, no tienen derecho a estudiar... Ahora tienen que estar en casa».En definitiva, «allí las mujeres no son iguales que los hombres», por lo que reflexiona: «¿Qué diferencia hay entre nosotras y los animales? Los talibanes siempre han dicho que no son iguales que los hombres, que deben estar en casa cuidando a los niños y haciendo las tareas, nada de trabajar y estudiar». 

«Hemos tenido una buena situación durante los últimos años [son unos 20, desde que Estados Unidos decidió intervenir en el país después de que los talibanes ofrecieran protección a Bin Laden tras los atentados del 11-S] pero ahora no hay nada... No hay ejército, no hay gobierno, no hay democracia, no hay derechos humanos...», explica apesadumbrada y reclamando ayuda a Estados Unidos, ya que siente que «nos han dejado solos».

preocupación. Habla también de las amenazas, de que los talibanes preguntan a familiares por personas y los buscan en sus casas, pero son especialmente duros con los itazaras, «que tienen que dejar sus casas por la fuerza». Lida nos cuenta que su familia sigue en Kabul y esa es su principal «preocupación» ahora, «han tenido que cambiar de casa tres veces en un mes y mi hermana ya no puede trabajar, por ser mujer tiene que quedarse en casa. No pueden vivir en paz. Siempre tienen el miedo a los insurgentes, a que les puedan hacer daño...». Además, le cuentan que los talibanes están preguntando por ella. «Intentamos comunicarnos con ellos, pero a veces es difícil y llevamos más de una semana sin hacerlo...» y a Lida le dicen «que nos cuidemos nosotros y no nos preocupemos por ellos, que están bien y Alá les ayuda». No puede evitar derramar lágrimas al recordarlos, «todo el mundo sabe lo que es una madre, una hermana...». Ella solo piensa en «poderlos sacar» de allí, por lo que quiere iniciar contactos con el Gobierno para traerlos.

Lo que tiene claro es que no quiere volver a su país y es pesimista en cuanto a si la situación mejorará. Más negro todavía lo ve para las mujeres y los niños, «hay muchos ejemplos en nuestra vida de no respetar los derechos, como la explotación, algo que no ocurre en España». Y, aunque en las últimas semanas la situación de Afganistán no haya acaparado los principales titulares en los medios de comunicación (lo que sí ocurrió el mes pasado) por la erupción del volcán de La Palma, asegura con total convencimiento que «no se olvidará, es un tema que creo que no va a desaparecer...».

Lida sabía que estaba señalada y por eso era tan necesario que huyera del país para salvar su vida y la de su familia. Desde agosto, cuando los talibán tomaron Kabul y la situación empeoró, Lida y su familia se encerraron en casa y esperaban impacientes la operación de evacuación del Gobierno Español, de los ministerio de Exteriores, Interior y Defensa. Finalmente, lograron salir del país a bordo de uno de los aviones del Gobierno español, con personal diplomático, colaboradores del ejército y de la embajada, españoles residentes en Afganistán...

salvar la vida. Cuando llegó al aeropuerto pensó que su salida era algo «imposible», había mucha tensión y nerviosismo, pero contaban con la ayuda del Gobierno de España, que les facilitó agua y comida, para «salvarse». Fue una situación difícil, cuatro días sin dormir, miedo por los atentados, empujones..., pero pudieron viajar finalmente a Madrid.

 A Soria llegó el 26 de septiembre con su marido y sus dos hijos y forman parte del grupo de las 55 personas afganas acogidas en Soria (28 hombres, 27 mujeres y 26 menores) a través de Cepaim, Cruz Roja y Apip-Acam. «En España la gente es muy amable, muy comprensiva, muy bonita...», apunta agradeciendo el trato tan familiar del personal de Cepaim. Sus hijos van «con tranquilidad a la escuela», mientras que en su país «había miedo».

 «Es un cambio muy duro, tenemos que empezar de cero», apunta respecto a esta situación tan delicada que le ha tocado vivir. Allí era una familia acomodada -Lida echa de menos poder ir a comprar ropa, por ejemplo- y ahora tiene que recurrir a las ayudas. Ahora se está centrando en estudiar español «para mejorar el nivel», ya que lleva unos años sin hablarlo y lo retoma con muchas ganas, para poder, algún día, trabajar como intérprete. Lo que valora realmente es educar a sus hijos en un país libre, pasear por las calles sin miedo... Lida desea «poder ganar dinero para mis hijos, trabajar como vosotros (por el equipo que acudimos al encuentro) y ayudar a los que siguen allí a venir a España...».