Historia viva del sindicalismo soriano

Ana I. Pérez Marina
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Tres representantes veteranos de los trabajadores en la provincia de Soria cuentan cómo perciben la evolución de las organizaciones en más de cuatro décadas de democracia

Historia viva del sindicalismo soriano - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

El 1 de abril de 1977 se aprobó la Ley del Derecho de Asociación Sindical. El 27 y 28 de ese mismo mes Comisiones Obreras y UGT, respectivamente, registraron sus estatutos y fueron legalizados. Soria tiene su cuota de protagonismo en la historia de la lucha obrera con quien fue una de las figuras más destacadas: Marcelino Camacho. Nacido en la localidad de La Rasa, fue fundador y secretario general de CC. OO. entre 1976 y 1987. Estos días, con motivo de la fiesta del Primero de Mayo, decenas de salas de cine han recuperado Lo posible y lo necesario, película documental que narra su vida. Represión, cárcel, persecución, exilio. Lucha incansable. Un soriano ilustre que ha sido referente para el movimiento de los trabajadores en España, en el mundo y, por supuesto, en su tierra natal.

Los sindicalistas con los que conversa El Día de Soria llegaron a la contienda laboral casi a la par que la legalización, por lo que han sido testigos durante cuatro décadas de la transformación de las organizaciones sindicales. Cirilo Pascual y José Antonio Postigo ya están jubilados, Milagros de Miguel sigue en plena actividad. 

Coinciden en que los sindicatos han cambiado igual que la sociedad, aunque discrepan a la hora de debatir sobre si mantienen o no el espíritu combativo con el que surgieron, que estuvo determinado por los años de clandestinidad y la primera etapa de una joven democracia. Por ejemplo, Cirilo Pascual (72 años) formó parte de las filas de UGT desde 1979, pero hace ya un tiempo que se dio de baja porque asegura que ya no comparte ni la forma ni el fondo de hacer sindicalismo. Postura con la que está de acuerdo en cierta manera quien fue secretario general de CC. OO. en Soria, José Antonio Postigo (65 años), aunque en su caso cree que sí se mantienen, modificados, los principios fundacionales. Sin embargo, para Milagros de Miguel (62 años), afiliada desde 1977 a UGT, el trabajo sindical sigue siendo «diario» y «constante» en los centros de trabajo, «como lo ha sido siempre», y no tanto desde los despachos como los ciudadanos puedan pensar.

«Pues yo no veo sindicalistas. Antes íbamos todos los días a todos los sitios, nos daban golpes, de todo… pero ahora, no, el sindicalismo se lo toman por el pito de un sereno. Y hay que estar día a día en las empresas, hablar con los trabajadores, conocer sus problemas… ahora cogen una liberación y les sienta de maravilla, no digo a todos, pero a muchos, sí», sostiene Cirilo Pascual, que fue auxiliar de clínica y en el ámbito hospitalario desempeñó su tarea sindical.

Postigo, también trabajador de la administración pública, fue secretario general de Sanidad y, posteriormente, la cabeza visible de CC. OO. en Soria desde 1994 a 2006. Llegó en los ochenta al sindicato y, por tanto, ha sido igualmente testigo de la «modernización» de las organizaciones y de la patronal que, a su juicio, han avanzando en consonancia con la sociedad. «Claro que ahora el sindicalismo es monetarista, interesado, en todos los estamentos, no solo en los afiliados. Ahora a una persona la liberan y ya es el no va más, aunque haya de todo, porque hay trabajadores del sindicato que siempre serán sindicalistas, pero no es lo de antes», advierte.

más presencia. En cualquier caso, Postigo cree que en la actualidad los trabajadores están «más atendidos», porque la mayor parte de las empresas cuentan con comité, mientras que en los primeros años solo existían en las firmas de mayor tamaño. «Había en Revilla, en Losán… Ahora los trabajadores se sienten arropados y la representación está localizada. Cuando empezamos las empresas venían del franquismo, del ordeno y mando, del Sindicato Vertical», recuerda.

Por su parte, Milagros de Miguel pone de manifiesto que el sindicalismo ha evolucionado «con los tiempos». «Era un sindicalismo ilusionante y ya no es igual, pero las reivindicaciones son las mismas. Ha cambiado más a nivel de mandos, pero el liberado de a pie sigue yendo a todos los sitios. Cuando empezamos no existía la figura del liberado sindical, salías del trabajo y te ibas al sindicato, era voluntario», cuenta.

la huELga del 14d. Recuedan la mítica huelga general del 14D de 1988 contra las políticas económicas del Gobierno socialista de Felipe González. «Fue espontáneo, un bombazo,  fue como lanzar una cerilla. Ahora se convoca una huelga, la gente no va a trabajar y ya está, porque no están preparados», considera Postigo. «Es que aquellas huelgas, como la del 14D, eran  históricas, ahora la gente es más cómoda y ya ni va. Ahora eso es impensable… con eso de me juego el puesto de trabajo… nosotros nos lo hemos jugado siempre», estima Milagros de Miguel.

También a nivel provincial hubo unos años convulsos, coincidentes con la reconversión industrial que, ciertamente, en Soria no fue tal porque tampoco había tejido empresarial para ello. Enumeran el cierre de Manufacturas Soria, Trainsa, Maderas Lázaro, la textil Lovable… y otras, con posterioridad, como Delphi en Ólvega o las sucesivas crisis que ha atravesado Puertas Norma. «Ha estado más veces muerta que viva», apostilla José Antonio Postigo sobre la fábrica de San Leonardo.

En la administración pública, Cirilo Pascual alude a la «fuerte presión sindical» que fue necesaria para que no se cerrara el hospital institucional. «Se hubiera ido mucha, muchísima gente a la calle», asegura. También afirma que fueron los representantes sindicales los que advirtieron del estado de ruina del antiguo centro Ángel de la Guarda. «No tenía ni cimientos, si no avisamos a la Junta, se hubiera caído», añade.

techo de cristal. No puede eludirse el techo de cristal en el sindicalismo. Los mandos, al igual que en la política o en las empresas, fueron cosa de hombres. Las mujeres eran militantes, fundamentalmente de base, aunque con sectores, como el de la educación, con mayoría femenina. «Siempre ha habido mujeres, pero los cargos orgánicos nos han costado, eran de los hombres. Yo he estado sola en reuniones con 15 hombres. En el primer Comité Confederal al que asistí apenas éramos una decena», relata Milagros de Miguel. «Cargábamos con las tareas de la casa y con los niños. Lo de siempre, vaya», abunda.

¿Y por dónde debe pasar el futuro de los sindicatos? Para José Antonio Postigo y Cirilo Pascual es necesario pisar más la calle, hacerse ver, salir de los despachos y visitar  los centros de trabajo. Milagros de Miguel cree que ya es así, aunque admite que quizás debería darse más a conocer la labor desempeñada. «Los sindicatos siempre van a estar ahí, son fundamentales para la sociedad. Otra cosa es que lleguemos a concienciar a los trabajadores de ello», reflexiona.