Cuando la soledad se impone

Nuria Zaragoza
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Hay más de 11.000 sorianos que viven solos, casi la mitad con más de 65 años. En 2018 Cruz Roja trabajó en Soria con 2.081 mayores

Cuando la soledad se impone - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

La vida de Amanda se apagó posiblemente en 2014. En la soledad de su casa. Soltera y sin familia directa en España, esta octogenaria se fue sin que nadie se enterara. Sin que nadie la echara de menos... durante años. Hace unos días, la Policía Nacional entró en su casa y halló su cuerpo momificado. 

El caso de Amanda, ocurrido en Madrid, ha sido uno de los más mediáticos en los últimos días. Pero hay muchas Amandas. Personas mayores que viven solas, muchas veces sin familia directa, sin amigos, sin allegados (porque, por edad, han ido falleciendo), sin una red social en la que se sientan integrados y que desaparecen sin que nadie se entere. Sin que nadie note que ya no están. 

La soledad se ha convertido en un problema social. También, muchas veces, en un problema invisible. El reto, atajarlo. La amenaza, que el problema cada vez será mayor.

En Soria, se estima que tres de cada diez hogares son unipersonales. 11.400 sorianos viven solos, y casi la mitad son mayores de 65 años, un segmento de la población especialmente vulnerable a la soledad emocional. Dentro de quince años, se cree que alcanzarán los 12.500.

no estáis solos... Cruz Roja comenzó a trabajar con las personas mayores  hace 30 años, recuerda la responsable del Programa de Mayores de Cruz Roja en Soria, Marianela Sánchez. Fue de la mano del Club Solferino, el grupo de mayores donde, más allá de organizar actividades, talleres, charlas... de lo que se trata es de tener presente la voz de las personas mayores, fomentar su participación activa y escucharles. Porque «la perspectiva intergeneracional enriquece la intervención muchas veces», advierte Sánchez. Y porque, insiste, «tienen mucho que enseñar». 

El Club Solferino fue el germen pero, a partir de ahí, desde Cruz Roja se han desarrollado diversos programas que intentan «reducir la soledad y el aislamiento» de las personas mayores, explica Sánchez. El objetivo no es tanto que participen en las actividades en sí como que éstas les ayuden a crear nuevas relaciones, a ponerles en conexión, a crear esa «malla social» para que, «una vez han salido de casa y conocido gente, terminen tomándose un café con esas personas, yendo al teatro, de paseo…». Empoderándose. Integrándose. 

Y lo consiguen. Porque, destaca, «muchas de las personas mayores que han venido con algún tipo de dificultad y participan en las actividades, en los talleres...  luego, no solo acaban creando su red social sino que incluso acaban como voluntarios y apoyan a otras personas en una situación similar a la suya». 

El objetivo inicial es por tanto que «salgan de sus casas, que participen, que se integren...», aunque «no siempre es posible». Entonces, «les apoyamos en sus domicilios». «Las visitas domiciliarias nunca dejarán de existir, pero el objetivo es que esa parte llegue lo más tarde posible, que puedan tener un envejecimiento activo, dinámico, participativo», subraya. No obstante, insiste, cada caso es único y por eso desde Cruz Roja se estudian de forma individualizada y se programan las actividades de manera casi personalizada. 

Su actividad para mayores se puede dividir en tres líneas de acción. Para los mayores de 65 años hay dos programas. El primero, la Red Social Enrédate, que trata de paliar la soledad a través de un acompañamiento emocional (visitas en casa) y, también, a través de actividades diversas como talleres (por ejemplo, de gerogimnasia, de capacitación y habilidades, de nuevas tecnologías...), excursiones, charlas... El segundo, el servicio de permanencia en el domicilio, donde se ofrece una ayuda «complementaria» (por ejemplo, se les acompaña al médico, a hacer algún trámite... con un vehículo de la entidad y personal voluntario) y, también, préstamo de productos de apoyo como sillas de ruedas, asideros... El objetivo, que sigan en casa y conserven su autonomía y entorno social ya que eso ayuda su autoestima y permite mantener sus relaciones de siempre. Además, matiza, Soria ayuda en ese sentido ya que, al ser una ciudad pequeña, sigue existiendo ese nexo vecinal que permite detectar que «hoy no ha subido la persiana».

La soledad se liga a la vejez, pero no siempre es así. Por eso, la segunda línea de trabajo se dirige a las personas a partir de 55 años y hasta los 70. Es una atención a «personas en proceso de envejecimiento a las que se detecta que pueden llegar a tener alguna dificultad». Se realizan diferentes actividades a lo largo del año para fomentar su participación activa y prevenir su aislamiento futuro. 

La tercera línea es la teleasistencia, si bien este servicio no es exclusivo para mayores, sino que está abierto a todo el mundo. Hay dos tipos:teleasistencia domiciliaria (el medallón colgante que se activa en caso de necesidad) o la teleasistencia avanzada, que incluye dispositivos de segunda generación como teleasistencia móvil o el servicio de monitorización. 

Cruz Roja no trabaja sola en este reto, insiste Sánchez, que recuerda la colaboración que existe con el sistema sanitario y social públicos. 

El perfil de las personas que participan es «claramente femenino, mayores de 80 años, mayormente viudas y que suelen tener algún tipo de red social de apoyo (hijos que viven fuera, sobrinos...) pero se sienten solas emocionalmente». El año pasado, en el programa Red Social trabajaron con 1.418 personas en Soria capital. En todos los programas de mayores de Cruz Roja llegaron a 2.081 usuarios. ¿Hay un problema social en Soria? «Lo hay y creo que grave, por el mero hecho de que lo hay. Es un problema desde el momento en que alguien tiene ese sentimiento», considera la técnico responsable. 

170 VOLUNTARIOS. Un pilar clave en el departamento son los 170 voluntarios. Son «la base». «Nosotros como técnicos podemos planificar, estudiar sus necesidades... pero son ellos quienes les acompañan, les leen, les dan el taller de gimnasia... sin ellos no podríamos desarrollar todo esto». Hay grupos en Ágreda, Ólvega, Arcos, Almazán, El Burgo, San Esteban, San Leonardo, Covaleda, Duruelo y Soria y «la mayoría son personas mayores, sobre todo en el medio rural. Encontramos en ellos una vinculación especial», agradece. 

Advierte de que una ayuda a domicilio o una trabajadora doméstica no suple esa soledad emocional, y anuncia que lo que nos vamos a encontrar en el futuro es «unenvejecimiento más feminizado y menos saludable, porque la esperanza de vida en la mujer es mayor pero tiene más problemas a nivel sanitario». Por ello, hace un llamamiento social para trabajar en esa «corresponsabilidad». Porque todos podemos regalar vida con más vida.