Religión, argumentos que desarman tópicos

Ana I. Pérez Marina
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Alberto Blanco y Amina El Ouaraghi defienden la importancia de mantener la asignatura en las aulas, como una parte fundamental para el crecimiento personal de los alumnos a través de valores

Religión, argumentos que desarman tópicos - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

Religión en las aulas o no. Es un eterno debate entre partidarios y detractores que, en general, suelen manejar estereotipos para defender una u otra posición. Adoctrinamiento, instrucción, manipulación, anacronismo... son términos a los que se recurre cuando lo que se quiere es denostar esta materia que, en el caso de Religión católica, cursan seis de cada diez alumnos en la provincia. Alberto Blanco, coordinador de los docentes de Religión católica en Soria, y Amina El Ouaraghi, profesora de Religión islámica, coinciden en que el desconocimiento y los tópicos causan confusión y, por consiguiente, rechazo ante esta asignatura que, sin embargo, forma parte de los planes de estudio de la mayoría de los países europeos, en algunos casos de forma obligatoria.

El Día de Soria reúne a los dos profesores para que cuenten cómo son las clases de Religión, en qué consiste la materia y, en definitiva, para que opinen y defiendan su continuidad  en la enseñanza pública.

«La Religión es hoy el único elemento crítico dentro de la escuela y por eso molesta», cree Alberto Blanco, licenciado en Teología y en Filología Inglesa, que comenzó a impartir clase en 1985, primero en San Esteban de Gormaz, durante dos años, y después en Ágreda. Su dilatada experiencia le permite analizar cómo ha evolucionado la asignatura y, sobre todo, cómo ha cambiado el alumnado, a su juicio, antes más «inquieto» por saber y descubrir, y con el paso del tiempo «más pasivo». «Añoro la pelea, las actitudes beligerantes, porque te sirven para espolearte a ti mismo y para que ellos sean más críticos», confiesa.

Por su parte, Amina El Ouaraghi fue pionera en Soria y en Castilla y León al convertirse en la primera profesora en dar clases de Religión islámica. Trabaja en los CEIP Las Pedrizas y La Arboleda. Comparte tarea con dos profesores, que se reparten los otros cuatro colegios públicos de la capital soriana, ya que por ahora Religión islámica no se incluye en la oferta de Secundaria. «En estos años la evolución ha sido rápida y satisfactoria. El primer año les costaba reconocer que eran de otra religión, se veían como una cosa rara. Antes tenían que ir a Valores [Éticos] sí o sí», explica. 

Alberto y Amina rechazan, igualmente, la extendida idea de que la Religión en el aula puede ser una herramienta de adoctrinamiento. En su opinión, es todo lo contrario. «La Religión dentro del aula es cuestionar la forma de pensar, la forma de vivir, incluso portando un serie de valores éticos que, socialmente, escuecen o no gustan, que no son de recibo», reflexiona Alberto Blanco. 

En este sentido, Amina El Ouaraghi abunda en que la materia ayuda a los estudiantes en su desarrollo como personas. «La Religión es aceptarse, es que ellos se busquen, que se encuentren, por eso lo veo necesario en el colegio, que se les dé esa opción a formar su identidad», argumenta.

Asimismo, la profesora de Religión islámica incide en que «no puede ser aleccionar» teniendo en cuenta que son los padres los que deciden si se matriculan o no sus hijos, y cuando los chavales son adultos eligen el camino que quieren seguir. «A nadie se le obliga a que su hijo dé Religión, pues que me den a mí la libertad de elegir para mis hijos», aduce.

cuestión de valores. De la misma forma, ambos docentes hacen hincapié en que uno de los pilares fundamentales de las religiones son los valores. «Tratamos la amistad, la convivencia, la paz... es la base», sostiene Amina El Ouaraghi. 

En términos similares, Alberto Blanco defiende la función que debe desempeñar la Religión en los centros escolares. «Estoy convencido de la importancia que tiene la Religión en la escuela porque es una forma de que el alumno, como ha dicho Amina, descubra su identidad y contraste una serie de valores, una forma de vivir, que desarrolle la dimensión espiritual que todos tenemos, pueda entender la cultura de la que viene y las diversas manifestaciones religiosas. Lo principal es que la asignatura lleva nombres y apellidos, la piden los padres, la quieren ellos [...] Los valores que nosotros vendemos los necesita la sociedad», asegura el profesor.

Históricamente, a las religiones y, por consiguiente, a la asignatura, se le colocan ciertas etiquetas, clichés que se transforman pero que permanecen en el tiempo. A la profesora de Religión islámica le toca lidiar con ciertos pensamientos generalizados que salen a la luz, por ejemplo, cuando se produce una atentado yihadista. «Los niños me preguntan: cómo van a ser musulmanes si hemos dado que no hay que hacer la guerra. Yo les digo: esa gente está enferma y son terroristas, nada más, no tienen ningún apellido», explica. O el hecho de que las mujeres se cubran con el velo. «El hombre también tiene unas reglas para vestirse, pero solo ven a la mujer con el velo y al marido al lado en pantalón corto. Hay que conocer más», subraya.

Por todo ello, para combatir el desconocimiento y favorecer el desarrollo individual en valores, los profesores de Religión católica e islámica ponen de relieve la importancia de la asignatura en la formación de niños y jóvenes. Y que sea evaluable, para que se reconozca el esfuerzo de los alumnos igual que en otras materias. «Nuestra sociedad, tristemente, se mueve por tópicos. Y esos tópicos también se utilizan contra las religiones y no es fácil desmontarlos. Por eso, el espíritu crítico que conlleva la religión desmonta muchos  tópicos. Como dice Amina, lo que predicamos es una serie de valores como la justicia, la misericordia, la alegría... [...] No nos  oponemos a la razón, sino que transmitimos la fe, la de la Biblia o el Corán, que llega al fondo del corazón», sintetiza Alberto Blanco.