Custodios del medio natural

Ana I. Pérez Marina
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Los agentes medioambientales de la Junta desempeñan multitud de funciones en sus competencias de vigilancia y policía judicial genérica

Imagen de archivo de actuación agentes - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

Vigilancia y custodia del medio natural. Agentes de la autoridad. Y policía judicial genérica. En estas cuatro líneas pueden resumirse las funciones que desempeñan los agentes medioambientales de la Junta de Castilla y León, alrededor de noventa en la provincia de Soria, distribuidos en doce comarcas. Sin embargo, la lista de las tareas que a diario desarrollan estos profesionales es (casi) infinita, y abarca un amplio y variado abanico. Porque estos trabajadores no se ocupan únicamente del control en las campañas micológicas, de la asistencia de la fauna protegida o de la participación en los operativos contra incendios, que es lo que popularmente se conoce de ellos. Su actuación va más allá y se extiende en el cumplimiento de la legislación en materia forestal, flora, fauna, caza, pesca, incendios forestales, ecosistemas, vías pecuarias, aguas, espacios naturales protegidos, geomorfología... montes públicos y privados, censos de animales, colaboración en la gestión cinegética y piscícola, control de especies exóticas e invasoras, plagas y enfermedades forestales, educación ambiental, asesoramiento al ciudadano... y un largo etcétera que César Villegas, agente en la comarca de San Pedro Manrique, y Eva González, de la zona de Vinuesa, desgranan para El Día de Soria. 

Ambos cuentan con una dilatada experiencia profesional. El palentino César Villegas lleva más de 23 años en el cuerpo de agentes medioambientales, mientras que Eva González, procedente de la capital burgalesa, ya suma13 años. Es una de las seis mujeres que forman parte de esta plantilla en Soria, por lo que se evidencia que la incorporación femenina a este colectivo sigue siendo minoritaria.

Nos reciben en las instalaciones de la Oficina Comarcal de San Pedro Manrique, ya que el Grupo de Intervención en Altura de Soria (Griaso), al que también pertenece César, tiene que proceder esa mañana a la poda de unos chopos que están interfiriendo en la pavimentación que rodea al recinto de lo que se conoce coloquialmente como casa forestal.

Los agentes cuentan que en todas las comarcas de la provincia de Soria los aprovechamientos forestales (cortas de madera, leñas, señalamientos, pastos...) ocupan un porcentaje importante de los trabajos diarios. «Por ejemplo, se interviene en pastizales para hacer mejoras con tratamientos mecánicos para eliminar matorral, para que no se vayan cerrando, y también en invierno se realizan quemas controladas aprovechando que la BRIF de Lubia en ese periodo hace trabajos selvícolas y a ellos les sirve de prácticas en contacto con el fuego», señala.

Además, los agentes medioambientales se encargan de supervisar  la gestión del cambio de uso del suelo, de cultivos y de las concentraciones parcelarias. En estas circunstancias, los profesionales deben redactar un informe que justifique si esa superficie cumple o no con las condiciones para la modificación de uso (pendiente del terreno, hábitat, especies, arbolado, etcétera).

en el monte. Sin embargo, Eva González advierte de que en Pinares las labores forestales acaparan la mayor parte de las ocupaciones de los agentes. «La mayoría de los montes que tenemos en la provincia son públicos, de la Junta o de los ayuntamientos. Hacemos la gestión de los aprovechamientos, ese es nuestro trabajo principal en esta zona, que va desde señalar pie a pie los pinos que hay que cortar, según el plan de ordenación, a vigilar que se cumplan los pliegos de condiciones en las subastas de madera acordada por la Comisión de Vecinos», sintetiza. Es decir, tienen que controlar que no se saque más madera de la que se ha marcado, que no se deteriore el monte y si se producen daños, que se reparen. 

La agente admite que en la comarca pinariega «hay más implicación vecinal» por la tradición de las suertes de pinos y reconoce que, a veces, se producen desacuerdos ante las indicaciones realizadas desde el Servicio Territorial de Medio Ambiente. «Siempre señalamos mucho nos dicen, por ejemplo», comenta.

más funciones. César Villegas puntualiza que, con el paso de los años, los agentes medioambientales tienen atribuidas más funciones. «Somos policía judicial genérica, de acuerdo con la Ley de Montes. Antes éramos agentes forestales, simplemente, y al cambiar de denominación llevamos calidad ambiental, control de residuos, contaminación de aguas, del aire, evaluaciones de impacto... últimamente hacemos más este trabajo diario que el de gestión en sí», explica.

Son estos profesionales los que, entre otras cosas, se ocupan de las inspecciones en las granjas ganaderas (porcino, vacuno, ovino) y del control de purines, o de los vertidos en las aguas en los polígonos industriales. «En algunas comarcas todo esto ocupa más de la mitad de nuestras actuaciones, mientras que en las zonas con más monte es más gestión forestal», subraya.

Las competencias de los agentes  de Medio Ambiente se solapan, en ocasiones, con las del Seprona de la Guardia Civil, por lo que tienden a realizar servicios conjuntos ante determinadas circunstancias como pueden ser los casos de furtivismo o cuando tienen que desarticular a cuadrillas ilegales de recolectores micológicos en los meses de otoño. «Por seguridad nos tenemos que organizar entre las comarcas y con el Seprona», matiza.

En cuanto a la actividad cinegética en general, la tarea de los agentes se reparte con la de los celadores medioambientales, ya que estos se ocupan de las reservas regionales (control de cacerías, recechos, censos...), mientras que los primeros se centran en los cotos, además de colaborar en actuaciones.

especies. Entre los cometidos de los agentes medioambientales también figura la recuperación de especies, bien porque hayan sido objeto de atropellos o por caída de los nidos. «En este caso actuamos con el equipo en altura [compuesto por cuatro profesionales, al que dentro de poco se incorporará un quinto integrante] y, además, a través de los censos de rupícolas, buitres, águila real, alimoche, halcón peregrino, esteparias, avutarda, sisón, anátidas, milano real...», enumera. Igualmente, se ocupan de los recuentos de especies cinegéticas (en las reservas lo hacen los celadores) y del control de invasores como puede ser el visón americano. «La legislación va cambiando constantemente. Por ejemplo, la de pesca es la que más varía, y la de calidad ambiental, también», significa Eva González.

patrimonio. La vigilancia del patrimonio cultural forma parte de las competencias de los agentes y es, precisamente, uno de los asuntos en los que se ha incrementado el volumen de intervenciones, sobre todo por expolios en yacimientos arqueológicos. «Últimamente, en determinadas zonas de la provincia está habiendo bastantes problemas», asegura César Villegas.

De la misma manera, la gestión del uso público del espacio natural  protegido de la Laguna Negra, el más visitado de la Comunidad autónoma, es otra de las labores encomendadas a estos empleados públicos. «Al principio era un caos», recuerda Eva González, «y se ha ido probando cómo se podía regular. Nosotros siempre estamos ahí». En los periodos de picos de afluencia, los agentes medioambientales se afanan en la seguridad y como autoridad tienen que encarar todo tipo de situaciones, más o menos problemáticas. Se da el hecho de que en este espacio natural no existe cobertura del teléfono 112 y las emisoras de los agentes medioambientales son las únicas que funcionan. Y se da la circunstancia de que los agentes medioambientales no están incluidos en el servicio de Emergencias 112, por lo que conocen los sucesos (turistas o montañeros que se pierden o accidentan, o trabajadores del monte) por otros medios. «Hace unos días a un operario forestal se le cayó un pino y donde estaba solo lo sabíamos y podíamos acceder nosotros. Nos enteramos por causalidad media hora después, pero al final es el accidentado el que está esperando», lamenta la agente de la zona de Vinuesa.

vacantes. Los profesionales admiten que la colaboración ciudadana es clave en la mayor parte de las tareas que acometen, más teniendo en cuenta que no están todas las plazas de la plantilla cubiertas. Al igual que ocurre con otros colectivos, tampoco en este caso Soria es un destino atractivo para el personal. «No se cuántas vacantes hay, pero no viene mucha gente de fuera», indica Eva González. En este sentido, César Villegas añade que «hace tiempo éramos unos 120 y ahora no llegamos a 90».

El colectivo cuenta con un grupo de educación ambiental compuesto por cuatro agentes de la Junta de Castilla y León y dos de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), organismo con el que también participan en intervenciones.

solo seis mujeres. Asimismo, en lo que se refiere a personal, como ya se indicaba con anterioridad, solamente seis mujeres forman parte de la plantilla de agentes medioambientales en Soria. Eva González pone el acento que en que nunca se ha sentido discriminada por sus compañeros, pero sí ha vivido algunas anécdotas en los pueblos. «A veces te toman menos en serio por ser mujer o te dicen directamente: que yo de monte sé mucho. Les contesto que yo, también. O de forma inocente te preguntan: ¿Y vas sola? ¿Si ocurre algo, llamarás a tu compañero, no? Quedan esas cositas... a veces si voy con un compañero ni me miran o no te hablan... Aunque en situaciones de tensión, si estoy yo se bajan más los humos, se relaja el ambiente», resume.

Enumeran más tareas que les cincumben. Porque son ellos quienes informan a los dueños de furgonetas y autocaravanas que no se puede estacionar en cualquier sitio, los que echan el alto a los vehículos a motor por determinados parajes, advierten de que no se puede hacer fuego en medio del campo... porque aunque la concienciación sobre la sostenibilidad del medio ambiente se ha extendido con el paso de los años, todavía existen costumbres y hábitos muy arraigados en la sociedad con los que tienen que lidiar cada dos por tres. «Parece mentira, pero se sigue tirando basura por el monte o la gente asciende a más de 2.000 metros sin la ropa y el calzado apropiados», ejemplifican.