Escasez de árbitros en el deporte soriano

S. Recio
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En poco más de un año la cifra de colegiados se ha reducido en un 30% pasando de 45 a tan solo 32

Escasez de árbitros en el deporte soriano - Foto: VALENTIN GUISANDE

Es el malo del fútbol, el señalado, el gran culpable de los fracasos deportivos de prácticamente cualquier equipo que se precie. Pero a su vez este deporte sería imposible sin su figura. Hablamos del árbitro, una especie en peligro de extinción que vive su peor momento en Soria, «hemos perdido un 30% de efectivos en un año», asegura Óscar Sevillano, delegado del Colegio de Árbitros en la provincia.

De los 45 colegiados de 2020 se ha pasado a 32, «en parte por la pandemia porque a muchos de los que llamamos nos dijeron que no querían seguir». Aunque hay otra cara, «somos el malo de la película y nos cuesta convencer mucho a la gente para que se anime a probar». Lo que está claro es que ahora mismo, «no hay gente suficiente para cubrir los partidos de todas las categorías». Al menos se debería llegar a esos 45 de hace un año, «si no se cumple hay que manejar alternativas y la primera es que los propios delegados de los equipos se tengan que turnar para cubrir las categorías de los más pequeños».

Para evitar esta situación la captación va puerta a puerta, «estamos visitando colegios e institutos para buscar a la gente joven, el perfil más necesario». Porque conseguir iniciarse en el arbitraje es muy sencillo, «los cursos que realizamos ahora son de tan solo 15 días y en ese momento ya pueden dirigir las categorías prebenjamín, benjamín y alevín».

Óscar Sevillano lanza además un mensaje, «quería pedirles a los padres y a los aficionados que respeten al máximo esta figura porque cada vez va a ser más complicado que la gente se anime, y sin árbitros no hay fútbol». Los 32 valientes que llevan el silbato en Soria son ejemplo de un amor por este deporte desde un punto de vista muy diferente.

Una pasión. Árbitros y jugadores comparten la misma pasión por el fútbol. Esa es la razón que llevó a Víctor Laínez hace ya 9 años a colgar las botas y dedicarse a ser el juez de los partidos, «en San Leonardo de Yagüe teníamos muchos niños que jugaban pero nadie que pitase, lo que obligaba a desplazarse a un árbitro de Soria cada fin de semana». 

Dejó el Norma CF y se lanzó a por un reto muy complicado, «desde fuera puede parecer que vas a un campo a que te insulten o que te griten pero desde dentro no lo vemos así». Todo han sido buenas experiencias, «he tenido la suerte de conocer a mucha gente, de viajar y de vivir grandes momentos en el mundo del fútbol».

Lleva varias temporadas en Tercera División y con 31 años ya es linier en 2ª RFEF, «este fin de semana me toca ir a Pontevedra y vivir esta competición es algo muy especial, estamos dentro del juego y ahora es muy satisfactorio el poder ejercer a estos niveles». Porque Víctor Laínez es un apasionado de lo que hace, «la calidad de los partidos es impresionante».

El fútbol desde los ojos de un árbitro es muy diferente a lo que pueda parecer, «nosotros estamos deseando ver qué designación nos llega y que nos toque un partido muy disputado o con mucho en juego, es lo que más nos llena». Para el soriano «el pitar un encuentro que acaba con una goleada no me supone ningún reto, al igual que al futbolista, me gustan los grandes partidos».

Soria cuenta además con un entorno ideal para iniciarse en el arbitraje, «la esencia de esto es el compañerismo y nosotros entrenamos siempre todos juntos, hacemos piña y creamos un gran ambiente». Es la forma «de aprender unos de otros y a su vez corregir fallos, ayudarnos entre todos para ser cada día mejores». También es realista, «hay días mejores y días peores, momentos en los que te puedes ir fastidiado a casa», pero advierte, «sin los árbitros puede que haya competiciones este año en Soria que no se puedan disputar». Y la gente joven ahora es determinante.

Inicios. En una época en la que la figura del árbitro cada vez está más cuestionada, todavía quedan algunos valientes que dan el paso en edades muy tempranas. Es el caso de Pablo Irigoyen. Empezó con 15 años, «esta es mi tercera temporada y me metí en esto porque me encanta el fútbol». La razón es más llamativa, «fue un poco por curiosidad, por conocer este mundo, pero también por ayudar a Soria a que siga teniendo colegiados». 

Ahora con 18 años dará el paso del fútbol-7 al fútbol-11, «tengo ganas de dar el salto para poder pitar cada vez partidos de más nivel». Es consciente de la presión de su figura pero lo tiene claro, «oídos sordos, hay que abstraerse de todo el entorno y centrarse en el partido». Igual que si fuese un jugador, «te tienes que dedicar a hacer lo que sabes y a que nada te condicione». La clave es ser profesional, «es la única manera de disfrutar de lo que estás haciendo», afirma convencido.

Ahora observa el fútbol y los partidos de otra manera, «cuando voy a Los Pajaritos a ver al Numancia me fijo en los árbitros, intento ver cómo se colocan, cómo actúan, y también me doy cuenta de los errores y de cómo lo hubiese hecho yo».

Es el ejemplo de que si te interesa hacer algo que te gusta no puedes dudar, «animo a la gente a que al menos lo pruebe». No quiere que el pitido final acabe con una figura que es tan importante y tan necesaria como las grandes estrellas del fútbol.