Las Ánimas: mantener lo tradicional y arraigado

Ana Pilar Latorre
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El festival homenajea a Ernesto Lopez Gavira y Ángel Lorenzo Celorrio, dos de los precursores de lo que hoy se ha convertido en un acto multitudinario en torno a Bécquer

Las ánimas: mantener lo tradicional y arraigado - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

La Asociación de Amigos de las Ánimas tiene preparada toda la artillería del Festival de las Ánimas para seguir sumando adeptos y mantener lo tradicional, como las leyendas de Bécquer, el paso del Fuego de Las Cuevas o el Cántico de las Ánimas. Este jueves arrancó la XXXIV edición del Festival de las Ánimas, con la entrega de premios a los mejores relatos de terror, de Luis Alberto Arenas y Elena Sánenz, y el reconocimiento a dos de los precursores, Ernesto López Gavira y Ángel Lorenzo Celorrio. 

Es una cita que recoge las tradiciones ancestrales y la simbología de una fecha que marcaba en el calendario celtíbero la llegada del invierno, un límite entre la luz y la oscuridad, la vida y la muerte. El Festival de las Ánimas reivindica lo propio, con un amplio programa de actividades que se desarrollará durante diez días en la capital y en la provincia.

Ángel Lorenzo Celorrio recuerda que en 1986 en la Escuela de Adultos comenzaron a acudir el profesor Ernesto López Gavira con un grupo de alumnos -entre el que él se encontraba- a leer El monte de las Ánimas a ese emplazamiento, como «una actividad lúdica, recreativa y cultural» que supuso el germen de lo que hoy es el Festival de las Ánimas y con la ventaja de esa «sensación de cercanía». «Había muy buen ambiente y era, de alguna manera, una noche mágica», comenta. Con el paso del tiempo, la cita se masificó, ya que acudían cerca de 300 personas. Y se trasladó por unos años a Las Cuevas, con una gran acogida en el pueblo, donde se daba lectura a la leyenda y se pasaba el fuego. «Un sitio ideal y con gente muy animada», detalla. Después se decidió regresar a Soria, contando con el apoyo del Ayuntamiento de Soria y en una nueva etapa que se masificó desde el primer año, con 2.000 asistentes. 

inimaginable. «Nunca hubiéramos pensado que lo que surgió entre 20 amiguetes se convertiría en lo que hoy en día es», afirma Lorenzo Celorrio recalcando que «ha superado las expectativas y va a más, como una completa semana cultura y actividades en los pueblos. Sinceramente, no sé dónde puede llegar». Los hoteles están llenos y en el río ya se colocan mil sillas (el año pasado fueron 500) para el acto central del día 1, con muchas actividades en una. Para él, la lectura por parte de un profesional es un aliciente, «le da una enjundia especial, un valor añadido». Su función cada año es preparar la hoguera para el paso del fuego, lo que describe y relaciona con las ánimas como «una especie de transgresión vital». Además, este año la novedad será la carrera nocturna y ambientada del 2 de noviembre, para la que los interesados ya pueden apuntarse.