#OPINIÓN El acceso de los jóvenes a la vivienda rural

José Antonio herce
-

"La vivienda en el medio rural. Estudio de caso en un espacio rural con muy baja densidad de población. Análisis de la situación en el ámbito de trabajo de la Asociación Tierras Sorianas del Cid y propuestas de actuación"

#OPINIÓN El acceso de los jóvenes a la vivienda rural

Nunca acabaremos de entender por qué el Señor dio el Paraíso a Adán y Eva para acabar permitiendo que el Maligno, transmutado en serpiente, les tentase con el fruto prohibido, lo que llevó a su expulsión y dio comienzo a la verdadera historia de la humanidad. Todo esto se podría haber evitado, seguramente, ahorrando a las generaciones futuras el pecado original. Pecado que, al parecer, seguimos cometiendo una y otra vez. Esta vez podría estar sucediendo en la España Vacía (Sergio del Molino, 2016 y 2021). Por si fuesen necesarias más complicaciones.

Ya sabíamos que la vivienda es uno de los más complejos condicionantes de la ansiada repoblación de los territorios despoblados. Sabemos que el censo de viviendas en este ámbito es enorme, pero de escasa habitabilidad por el estado mismo de las viviendas, muy lejos de lo que las aspiraciones más modestas aceptarían de buen grado, la identificación de sus propietarios o las deficiencias registrales que acompañan a buena parte de los inmuebles (o ruinas) existentes. Hemos denominado a la vivienda, en otras ocasiones, “la palanca quebrada” de la repoblación justamente por estas condiciones que hacen del parque existente una condición poco eficiente para el acogimiento de nuevos pobladores, especialmente jóvenes. Todo esto tiene remedio, pero lleva tiempo resolverlo.

Mientras tanto, el parque efectivamente disponible para comprar o alquilar en condiciones adecuadas de habitabilidad es tan escaso que, ante la pugna por lo que hay, debida al mini éxodo urbano desatado por la pandemia, se están dando manifestaciones inusitadas en el ámbito rural y más propias de las grandes urbes.

Esta escasez viene causada por el estado material, registral y legal (propietarios desconocidos, testamentarías, etc.) de las viviendas. Tres circunstancias estas, estado, propiedad difusa y estatus legal, que destacan inmediatamente en todos los círculos inmobiliarios del territorio y cuya reversión no es inmediata, ni mucho menos. Circunstancias que, ante una demanda desbordada, como se produce en los ámbitos rurales cercanos a las grades capitales, producen efectos exacerbados.

En este marco, la escasez tiene consecuencias muy variadas que van desde la dificultad para encontrar profesionales de la construcción y sus diferentes oficios para la rehabilitación de aquellas viviendas que no presentan problemas de propiedad o registrales y que solo necesitan una mejora en su habitabilidad, hasta el encarecimiento de los precios o rentas de las viviendas habitables (entendido eso en sentido amplio y no demasiado exigente, incluso), pasando por la desprotección de algunos de los acuerdos (de alquiler, por ejemplo) previos entre partes, no todos debidamente bautizados por las normas.

De entre todos estos fenómenos destaca uno especialmente inusitado. Que se conoce como gentrification. Este término anglosajón, traducido al español literalmente como “gentrificación”, quiere reflejar el hecho de que una determinada zona de una ciudad capta de repente el interés de grupos sociales de elevado nivel adquisitivo siendo invadida por elementos de estos grupos sociales en un periodo corto de tiempo. La gentry o, literalmente, “baja nobleza”, se instala en zonas urbanas degradadas, pero de interés “locacional” o histórico, y, en un proceso de encarecimiento de precios y alquileres de los inmuebles, acaba expulsando a los habitantes preexistentes de dicha zona, de menores recursos y para quienes los nuevos precios son inasequibles.

La gentrificación se ha considerado siempre un fenómeno puramente urbano. Es más, se ha observado en sus formas más puras en las grandes ciudades con centros históricos degradados, con abundante infravivienda habitada por personas vulnerables y de muy bajos ingresos. La invasión de nuevos pobladores que han adquirido viviendas o inmuebles a precios de saldo ha acabado por encarecer sideralmente los precios y las rentas en estas zonas. A cambio, hay que admitirlo, de una renovación espectacular de estos entornos urbanos, cuyo carácter ha cambiado radicalmente desembocando en barrios enteros de alto valor turístico o comercial.

Pues bien, algo de esto está sucediendo en la España rural despoblada, pero no va a generar desarrollo endógeno, sino todo lo contrario. Más concretamente, los estudios de campo revelan que muchos habitantes de pequeños pueblos, incluso de sus pedanías, llegados en los últimos años en un proceso incipiente con el afán de repoblar los territorios o por motivos laborales (trabajadores agrícolas), que ya tenían establecidos sus hogares o empleos en un marco estable y prometedor, se están viendo “expulsados” del paraíso que habían encontrado porque no pueden competir con los precios o alquileres que están ofreciendo los nuevos residentes, que quizá solo busquen segundas residencias de calidad en los entornos rurales para mejor sobrellevar futuros episodios como el que estamos cerrando ahora.

Si los jóvenes emprendedores y trabajadores ya instalados o por llegar al calor de buenas condiciones de vivienda (habitabilidad y accesibilidad económica) son expulsados por nuevos residentes con capacidad económica pero pasivos en el plano productivo, nos habremos cargado la oportunidad de una oleada de desarrollo endógeno de los territorios despoblados, allí donde este fenómeno se produzca.

La expulsión del paraíso significa que quienes no pueden pagar los nuevos precios deben abandonar el pueblo en el que habían iniciado sus nuevas vidas para instalarse en los extra-radios de las capitales provinciales a unas decenas de kilómetros de sus trabajos afrontando costes adicionales de transporte, pero limitando su factura de alquiler.

La evidencia sobre este fenómeno es incipiente, pero está generalizándose en muchas provincias rurales españolas. Urge el levantamiento de información sistemática, estadística y cualitativa. Pero sobre todo urge afrontar el problema de la rehabilitación de la vivienda en los entornos rurales para evitar que el perturbador fenómeno de la gentrificación se instale en la España despoblada.

Urge también, que las políticas municipales, provinciales y autonómicas de vivienda se den cuenta de que la agilización de trámites, la actualización de registros y catastros (estamos en plena revolución digital), la capacitación de los jóvenes trabajadores en el sector de la construcción rural son medidas que deben escalarse para generar un mercado más amplio de vivienda rural, asequible, habitable, que rehabilite pueblos enteros dotándoles de factores endógenos de desarrollo, porque la oportunidad existe.

La gentrificación en los pueblos es lo último que necesitamos para que el incipiente movimiento repoblador que se constata en el territorio despoblado no se detenga. Un paraíso que expulsa a quienes desean repoblarlo no es un paraíso digno de ser repoblado. Es más, con el tiempo se convertirá en una macro urbanización.

 

José A. Herce es Doctor en Economía, Socio de SIR S. L. y Coordinador del informe