Como Carlota Corredera con el caso Rociito, Pedro Sánchez también pretende dar lecciones a la Justicia con los indultos a los condenados del procès. No tuvieron los tribunales perspectiva de género ante las denuncias de la exmujer de Antonio David, acusa la primera en el plató de Sálvame. No tiene el Supremo perspectiva de concordia, señala el segundo en el plató del Congreso de los Diputados. Corredera se está llevando una morterada con el culebrón y espera ser beatificada en algún altar feminista. Sánchez ha mirado hacia el graderío de la Cámara Baja y ha vuelto a descubrir que para que la legislatura llegue a término debe tener de su parte todas las piezas del entramado Frankestein, y los diputados de ERC son la clave de bóveda.

Recuperar la vieja normalidad resulta que era esto, volver a Cataluña, escribir, hablar, discutir sobre el desafío independentista. De nuevo monopoliza el debate político. El culebrón está a punto de dar un giro de guion impredecible ante el empeño del Gobierno de prescindir de la Justicia para sacar a la calle a los políticos secesionistas que desafiaron la integridad y el Estado de Derecho. En la sala de máquinas de Moncloa fabrican a destajo excusas para el argumentario que les permitan superar el bochorno y silenciar a los barones críticos que, desde Extremadura o Castilla La Mancha, ven venir el castigo por una medida de gracia tan controvertida.

Mientras esperamos la salida gloriosa de Junqueras de la cárcel, su compañero Pere Aragonès tomaba posesión de su cargo de president esta misma semana. Lo hacía en un solemne acto donde no podía faltar el himno de su tierra. Para demostrar que allí sí tienen perspectiva de género, el masculino Segadors fue modificado por el femenino Segadores. Nada más cambiaron del resto de la letra, ni de las aviesas intenciones con las que se exhorta a segadores y segadoras a coger las hoces pensando quizás en algún pescuezo.