Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Migrantes

31/10/2023

Sospecho que hay mucha gente entre nosotros que se ha dado cuenta de que existe un trágico problemón con los migrantes cuando ha leído o escuchado que varios centenares de ellos han sido trasladados de Canarias, donde habían llegado en cayucos o pateras, a Castilla y León. Y sospecho también que bastantes de esos ciudadanos, que ponen cara de pena y dicen «¡ay, pobrecitos!», los quieren lejos, cuanto más lejos mejor. En estos casos, suelen funcionar la comodidad, el recelo y, especialmente, el miedo, ese «por si acaso» que es la antesala del pánico a la agresión, al robo, a la violación de madres, esposas, hermanas e hijas. El temor al «otro» es inherente al ser humano. Está ahí desde el principio de los tiempos, pero se activa cuando alguien con mando en plaza o con autoridad formal se ocupa de insuflar terror bajo la disculpa de proteger a la sociedad, sobre todo a los más débiles, a los indefensos. Tal acaba de suceder en Medina del Campo (Valladolid) con el inefable García-Gallardo (¿por qué no le asignas, Mañueco, una ocupación concreta?), que se presentó a las puertas del balneario de La Salina para arremeter, sí, sí, arremeter, contra las decenas de migrantes senegaleses que habían sido llevados allí desde Canarias. Hizo mal el gobierno central en no avisar a Junta y ayuntamientos afectados, pero no por ello hay que soltar frases como hizo el vicepresidente de Castilla y León. ¿Qué significa para él eso de que están «en edad militar»? Es fácil entender por qué lanzó tamaña frasecita. Si están en edad militar, pueden atacarnos, o asaltar el colegio de la Asunción, o, lo que es peor, el Palacio Testamentario de Isabel la Católica. O nos traen el tifus, como dijo otro prohombre de la derecha. Estos negros musulmanes son capaces de todo, hasta de comer caliente e intentar tener un trabajo y un techo. Pasan hambre en sus países, algunos están perseguidos, carecen de futuro y solo intentan mejorar. ¿Dónde quedan la solidaridad y el humanismo cristiano que tanto predican los que, precisamente, sueltan esas diatribas del pánico? Necesitamos mano de obra, pero si llega, que se vaya; aquí, no.