La agricultura ecológica se abre paso en Soria

Ana I. Pérez Marina
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Quintuplica la superficie cultivada en una década. CAECyL certifica más de 2.214 hectáreas. Dos agrilcutores cuentan su experiencia

La agricultura ecológica se abre paso en Soria - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

Quinoa, espelta o gayuba son términos que, de un tiempo a esta parte, han tomado protagonismo en los lineales de las superficies comerciales y en la lista de la compra de los consumidores. Con toda seguridad, buena parte de la población no conocía hace una década las bondades nutricionales de estos productos que en la actualidad forman parte de las dietas sanas, de lo ‘bio’ que está de moda. Es el mercado el que marca el ritmo del sector primario. Pero  no solo la demanda de determinados alimentos, también   la apuesta de los profesionales del campo por una forma de producir diferente, casi como la de antaño, han impulsado la agricultura ecológica en los últimos años. En una década la superficie cultivada en la provincia de Soria se ha quintuplicado, teniendo en cuenta que en 2009 un total de 681,81 hectáreas estaban certificadas y en 2018 la superficie suma 3.406,50 hectáreas, según las estadísticas del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (que incluye más de 800 certificadas en primer año en prácticas y 219 en conversión). Los datos proporcionados por el Consejo de Agricultura Ecológica de Castilla y León (CAECyL), la única autoridad pública de control que existe en la Comunidad, cifran la exstensión sembrada en la campaña 2018-2019 en 2.214,22 hectáreas.

En Castilla y León la agricultura ecológica ya ocupa más de 50.500 hectáreas (22.154 en 2009) y es en las provincias de Soria y Salamanca donde se ha notado en mayor medida el aumento de esta alternativa agrícola (la provincia salmantina apenas contaba en 2009 con 237,02 hectáreas).

Asimismo, en una proporción similar ha crecido el número de agricultores ecológicos. En 2009 eran ocho productores (más un elaborador y un importador); 23 en el año 2015; y ya están inscritos 45 agricultores sorianos en CAECyL.

La agricultura ecológica se abre paso en SoriaLa agricultura ecológica se abre paso en Soria - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.Una cuarta parte de la superficie certificada en la provincia de Soria está sembrada de girasol (516,08 hectáreas), tal y como informan desde CAECyL, mientras que los siguientes cultivos en extensión es el centeno (377,45 hectáreas), esparceta (192,8) y espelta (127,26).

También los agricultores ecológicos sorianos prueban con el alberjón (leguminosa más resistente al frío y a la sequía que el guisante), alcachofa, alfalfa, almendra, frutos del bosque, avena, cardo, cártamo (azafrán silvestre), cebada, cereza, chopo, especies aromáticas, garbanzo, gayuba, guisante, lenteja, manzana, nabo, nogal, patata,  raygrás (forraje), romero, tomillo, trigo, triticale, trufa, veza, viñedo, yeros... La lista de cultivos elegidos por los profesionales ecológicos del campo es de lo más variada.

Por otra parte, hay doce operadores ecológicos (elaboradores/envasadores) de alimentación en la provincia de Soria que están registrados en el CAECyL (uno de trufa; cuatro de frutos rojos; dos de aperitivos; dos de huevos; uno de miel; uno de harinas; y uno de hortalizas frescas). 

Además, están inscritos dos apicultores (1.337 colmenas) y un operador de aves de puesta (299), según los datos de CAECyL, y uno de porcino, otro de caprino, ambos de carne, y otro apicultor, tal y como indica la estadística del Ministerio de Agricultura.

 

Eduardo García (La Milana)

«No estoy tan lejos de los márgenes de la agricultura convencional, los gastos se reducen una barbaridad»

Es agricultor «de toda la vida» y desde hacer tres años «100% ecológico». Ese era su sueño y, después de un tiempo dedicado a la siembra directa, dio el paso. Eduardo García Llorente trabaja las fincas en La Milana, donde vive, pedanía de Viana de Duero que dista a poco más de nueve kilómetros de Almazán.

«Poco a poco voy saliendo adelante. Lo primero, tienes que tener muy claro que no puedes echar insumos químicos y, a poder ser, tampoco los que están permitidos en la agricultura ecológica, productos bio. Yo no uso nada y eso es lo normal», explica.

En cuanto al apoyo económico que recibe esta alternativa agrícola, Eduardo García señala que existen ayudas, pero matiza que la colaboración  por parte de la administración  «no favorece» su solicitud y tramitación. «En principio, el que se mete a la agricultura ecológica es un pirata. En la PAC siempre te sacan alguna pega y hay funcionarios que ya se están preparando, pero otros...», relata.

Tanto la producción como la rentabilidad en los primeros años es menor, pero el beneficio se recupera. «No estoy tan lejos de los márgenes de la agricultura convencional porque, realmente, los gastos se reducen una barbaridad. Los márgenes siempre se sacan de la subvención más que de la producción, pero un agricultor ‘normal’ también», argumenta.

Durante dos años, las parcelas destinadas a ecológico tienen que estar en conversión. Por eso, en las estadísticas del Ministerio de Agricultura se distingue entre superficie calificada (2.373 hectáreas en Soria); certificada en primer año en prácticas (813 hectáreas); y certificada en conversión (219 hectáreas). «Al principio lo haces todo en ecológico, pero los productos aún no son ecológicos. En cereal y la mayoría de cultivos son dos años de conversión, en otros son tres. Y, a la vez, el agricultor tiene que estar en conversión, tienes que cambiar mucho», admite Eduardo García. En su caso, cultiva alrededor de 250 hectáreas de cereal, leguminosa y girasol. Ha probado con espelta, porque «hubo un boom», pero hay problemas para vender esta variedad de trigo ya que, en definitiva, la demanda es limitada, al igual que ocurre con el centeno.

García está en contacto con la cooperativa de productores ecológicos castellana y leonesa ARAE. Lo que más tirón tiene en el mercado ecológico en la actualidad son el trigo panificable, el girasol y el maíz. «El centeno, también, pero en seguida se llega al techo y se destina para pienso de los ganaderos ecológicos, pero ellos prefieren cebada o trigo para los animales», aclara.

Generalmente, el producto ecológico se paga más. Eduardo García señala que, por ejemplo, el precio del maíz se duplica, el del trigo «no llega» a ser el doble y la avena, «parecido». «Depende del mercado», puntualiza.

Para este profesional del campo, ser agricultor ecológico supone aplicar el «conocimiento de antes» con la tecnología actual. Es agricultura de «precisión», en la que hay que ir probando cultivos en distintas tierras. García muestra una finca con yeros, un cultivo de servicios que en España se practica poco, pero es común en países como Argentina.

Para concluir, este agricultor pone de relieve que lo que más ha ganado desde que pasó a lo ecológico es salud. Desaparecieron las migrañas y los síntomas de «intoxicación leve» que le provocaban los herbicidas. «A todos los que se cambian les pasa igual».

 

Carlos Fuentemilla (Nolay)

«Las ayudas las han rebajado mucho y los requisitos que hay que cumplir son muy exhaustivos»

Carlos Fuentemilla Sobrino es un agricultor ecológico experimentado. Probablemente, de los primeros que se decantaron por esta opción, hace ya una década. Siguió el ejemplo de quien fue coordinador de COAG Soria, Jesús García, que fue pionero en la provincia en esta alternativa para trabajar el campo. «Me llevó a ver una finca que casi tenía más producción sin echarle nada y estaba limpia»,  recuerda este profesional agrario de Nolay.

En cualquier caso, dar el paso a lo ecológico requiere paciencia, ya que en la primera etapa los resultados no son evidentes. «Pero ahora estoy sacando más o menos lo mismo que en la agricultura convencional, no en producción, lógicamente, sí en rendimiento. La producción no llega ni a la mitad, pero no gasto nada en abonos, ni herbicidas, ni nitratos, ni en nada de eso», señala.

Fuentemilla hace hincapié en las exigencias y controles que deben cumplir religiosamente para mantener la certificación ecológica. Condiciones que no son gratuitas y que cada año le suponen alrededor de 600 euros. «Las ayudas las han rebajado mucho y los requisitos que hay que cumplir son exhaustivos. Todos los años nos inspeccionan, tanto en el campo como en las naves», cuenta.

rotación. Como agricultor ecológico, Carlos Fuentemilla ha ido variando las especies cultivadas: centeno, yeros, espelta, trigo ‘Florencia Aurora’, trigo ‘kamut’ (que ya se sembraba en el antiguo Egipto), garbanzos, lentejas, girasol, quinoa, esparceta... «Son ya diez años luchando en esto», apostilla.

Lo más difícil, a su juicio, es la comercialización, que se complica con la «picaresca» que se genera en torno a lo ‘bio’. «Yo sé que esto [señala sus sacos] es ecológico; lo que se vende como ecológico en el supermercado... hay que tener en cuenta que, por ejemplo, limpiar un kilo de garbanzos ecológicos [antes de ponerlos a la venta] cuesta 0,50 euros, por lo que se tiene que pagar caro después», advierte.

En su caso, hace cuatro años vendía la mayoría de su producción a Alemania. Lo hizo durante dos campañas. En la actualidad, da salida a su cosecha a través de un «compañero ecológico» de Burgos, sobre todo girasol. «Es lo que mejor sale, casi lo mismo que en la agricultura convencional, alrededor de 1.000 kilos por hectárea de pipa ecológica», comenta el profesional agrario.

Asimismo, pone de manifiesto que el paso del tiempo y las distintas pruebas que va haciendo mejoran en cada año los resultados. Pone un ejemplo: los garbanzos siempre los siembra en la misma parcela, de tierra arcillosa, y orientados al sol. «Salen buenísimos». Y en otras fincas va rotando los cultivos.0

«Vengo a producir a seis, siete simientes, como decía mi padre cuando yo tenía cinco años. Pero entonces era agricultura de subsistencia», sostiene Fuentemilla. Evidentemente, la mecanización del campo no tiene marcha atrás y en este aspecto sí que puede entreverse cierta contradicción entre lo ecológico y la maquinaria que se emplea para trabajarlo que funciona con combustibles derivados del petróleo. No obstante, se emplean recursos específicos para este tipo de agricultura. «Yo tengo dos sembradoras, una solo para ecológico que lleva el preparador delante. Hay que darle más vueltas a la tierra, para que quede más limpia. Los dos o tres primeros años es más fastidioso, salen más hierbas, pero luego ya no», especifica.