Enseñar español, una muestra de entrega

A.P.L.
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Aprender castellano es el primer paso para la integración de las personas que llegan desde otros países buscando un futuro mejor. Cruz Roja cuenta con varias personas que dan clases en su tiempo libre

Enseñar español, una muestra de entrega - Foto: E.G.M

Jesús, Alicia, Pascual, Rufi, Carmen, Marisa, Nieves, Puri... podrían dedicar el tiempo a otras muchas cosas tras jubilarse pero han decidido, como voluntarios de Cruz Roja, ayudar a los que llegan de otros países buscando un futuro mejor enseñándoles el idioma. Todos ellos coinciden en señalar en que aprender español es «esencial» para su integración, sobre todo para encontrar trabajo y poder salir adelante por sí mismos y ser más independientes. Una muestra de generosidad y entrega de personas que durante su vida laboral fueron maestros, enfermeras, administrativos... y que ahora dedican mucho tiempo y esfuerzo a preparar e impartir estas clases con el objetivo de que sus alumnos superen la barrera del idioma. 

Los profesores apuntan, igualmente, la «satisfacción» que les proporciona esta actividad porque, además de sentirse útiles, pueden devolver a la sociedad lo que han recibido.Desde Cruz Roja indican que para que las clases sean más efectivas deben tener poco ratio de alumnos, por eso este año se han doblado horarios y se ha incorporado voluntariado, ya que también se organizan las clases por nivel.

El Día de Soria se acerca a las instalaciones de Cruz Roja, donde Rufi Calavia y Pascual Heras están dando clase a un grupo de ucranianos y georgianos dentro del programa de refugiados. Son dos días a la semana y dos horas al día (de 9.30 a 11.30 horas). Mientras Pascual lee con los alumnos una historia, explicándoles el significado de nuevas palabras sirviéndose de la gestualidad y la pizarra para una mejor comprensión,Rufi prepara fichas recortables para un grupo de sirios que acaban de llegar y que «tienen que aprender el castellano de otra manera», dadas las diferencias fonéticas y sintácticas respecto a su idioma. Los dos se van alternando según las necesidades del grupo, comentan. «Empezamos con un grupo grande de ucranianos y georgianos pero ahora se han sumado varios sirios y hemos hecho dos grupos», detallan comentado con cariño los progresos de sus alumnos.

historias. La voluntaria, que fue profesora en el colegio Las Pedrizas,  decidió comenzar con estas clases un año después de jubilarse porque siempre le había interesado la educación de adultos, además de tener la posibilidad de «colaborar socialmente». Después animó a Pascual, también maestro jubilado, quien coincide en esa labor social y en poder sentirse útil ayudando a estas personas.

Sobre el desarrollo de sus clases, la base es hablar sobre los temas que se presentan en el día a día: en la compra, en el médico, en el colegio... Ellos dan mucha importancia a las historias, «a contextualizar el aprendizaje del idioma más allá de las palabras, porque se amplía el vocabulario de una forma más natural». «Para los que saben inglés o francés es más fácil, pero para los que tienen cultura árabe se complica más porque desconocen la escritura latina y porque escriben de derecha a izquierda, así que recurrimos a la lectoescritura», comentan. «La mayoría aprenden muy rápido, nos tienen asombrados», pero también es cierto que estos profesores tienen una gran experiencia docente y numerosos recursos. El tiempo de media para «defenderse» es un año. 

Alicia Martínez, enfermera jubilada, también es profesora de español en el programa de vulnerabilidad personal y familiar (migrantes de Marruecos, Somalia, Ucrania, Asia...). «He sido voluntaria en Cruz Roja siempre, aún estando en activo», pero ahora se centra en ayudar a estas mujeres con dificultades para integrarse y, según reconoce, también se prepara mucho las clases. «Hay que repetir mucho e insistir» en cuestiones como el abecedario, la conjugación de verbos y la estructura de las oraciones. Además de defenderse con el idioma en la vida cotidiana, el principal objetivo de los alumnos es poder encontrar trabajo y traer a sus familiares con ellos, comenta Alicia. 

Por último, Jesús Negredo, que trabajó de administrativo, enseña español a jóvenes, de los que algunos empiezan de cero, por lo que es «un reto» pero una experiencia «muy positiva». Comenta orgulloso que una de sus alumnas acaba de encontrar trabajo y que se desenvuelve ya muy bien con el español. Estas clases contribuyen a mejorar su comprensión y empleabilidad en «más o menos un año».