Un viaje hacia el futuro truncado en el tunel nº 20

Luis C. Pastor Laso
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Tres sorianos, voluntarios de la Marina, iban en el correo a Galicia el 3 de enero de 1944. Dos de ellos perdieron la vida en el mayor siniestro ferroviario acaecido en España

Entierro a su paso por la Plaza de Guzmán. (España. Ministerio de Cultura y Deporte. Centro Documental de la Memoria Histórica) - Foto: Sig. FOTOGRAFÍAS, MANUEL MARTÍN_MADRID, 19,3)

«Los aspectos técnicos del accidente son más fríos, pero las historias que hay detrás de cada víctima son historias tristes, de sueños frustrados, que se quedaron para siempre en ese túnel número 20»

La verdad sobre el accidente ferroviario de Torre del Bierzo. Vicente Fernández Vázquez

Se cumple esta semana el 79 aniversario del mayor accidente ferroviario con víctimas mortales acaecido en España. El 3 de enero de 1944, poco después de las 13.20 horas, en el túnel nº 20 de Peña Callada, Torre del Bierzo, el Correo 421, Madrid-La Coruña que bajaba sin frenos chocaba por alcance con un tren maniobra. Poco después, el tren mercancías 1442 procedente de Bembibre que transportaba 747 toneladas de carbón, investía a la salida del túnel al tren maniobra. Este segundo choque fue el más violento y responsable del mayor número de muertos. El historiador berciano Vicente Fernández Vázquez ha establecido que el número de muertos fue de 100. En el correo de Galicia viajaban ese día tres marineros voluntarios de Soria a los que nunca se les otorgó ninguna visibilidad. 

Estando haciendo un estudio sobre el pueblo deshabitado de La Barbolla (Soria), Juan Antonio Frías Chico me comentó que un tío suyo, llamado Eugenio, había fallecido en el accidente ferroviario de Torre del Bierzo. Días antes había estado en el lugar con Cirila, su madre, y parte de su familia, que me guiaron por su pueblo en ruinas. Así es cómo me interesé por los sorianos, que como voluntarios de la Marina, viajaban en el correo a Galicia el 3 de enero de 1944 con destino al Cuartel de Instrucción de Marinería en Ferrol.

El trabajo de investigación del historiador Vicente Fernández Vázquez, encargo de la alcaldía de Torre del Bierzo, dio como resultado la publicación del libro La verdad sobre el accidente ferroviario de Torre del Bierzo (1944). Por esta investigación sabemos que ese fatídico día en el Correo 421 junto con Eugenio Chico Isla, viajaban Lázaro Bravo Gallego y Severino Isla Soria1. Los tres viajaban con billete suplementario de tercera clase, que les había proporcionado la Armada Española; los tres abandonaron la provincia por la vía férrea Valladolid-Ariza; dos de ellos nunca regresaron.

Lázaro Bravo Gallego.Lázaro Bravo Gallego. - Foto: Fotografía cortesía de la familia Bravo GallegoEl día 4 de enero el periódico soriano Duero, diario de información general de la FET y de las JONS, escribía en primera página: «Grave accidente ferroviario en León» y ampliaba la noticia en su página 8; lo mismo hacía el diario el día 9 de enero, pero ninguna mención a los viajeros sorianos que ese día estaban en ese tren y mucho menos del funeral multitudinario que se había celebrado en León la tarde del 4 de enero. El día 30 de enero, el mismo diario informaba sobre el cese de altos cargos de Renfe. 

Eugenio, Severino y Lázaro eran tres jóvenes sorianos, de entre 17 y 18 años, que querían mejorar la vida que llevaban en sus pueblos. Los tres pertenecían a familias numerosas, especialmente Lázaro con una familia de ocho hermanos y otra que estaba en camino. Los tres eran hijos de labradores, trabajaban de sol a sol y no les daba miedo el trabajo. Los tres querían ver el mar y conocer nuevos mundos. Eran unos soñadores en busca de una nueva vida.

Por Orden Ministerial de 10 de diciembre de 1943 (D.O. nº 279) se admitía a los marineros voluntarios de la Jurisdicción Central; estos deberían presentarse en el Cuartel de Instrucción de Ferrol el 4 de enero de 1944.  Los tres viajaron juntos, primero hasta la Estación del Norte de Valladolid, donde, en la madrugada del día 3 de enero, subieron al Correo 421 que los debería llevar hasta el mar en Galicia. Eugenio y Lázaro nunca llegaron, sus cuerpos reposan en el cementerio de Puente Castro a la vera del Camino de Santiago.

Severino Isla Soria en 1954, diez años después del accidenteSeverino Isla Soria en 1954, diez años después del accidente - Foto: Fotografía cortesía de José Luis Isla GonzálezDespués del accidente y en los primeros momentos, la confusión fue total. La población de Torre del Bierzo ayudó hasta la extenuación, utilizando coches particulares y camionetas para evacuar a los heridos hasta la cercana Ponferrada y ayudando en la extinción del incendio en el túnel 20, así como en la evacuación de heridos y fallecidos.

A las 20.00 horas partió hacia León un tren de socorro sanitario en el que iba Severino Isla que sería ingresado en el Hospital Militar de León, con diagnóstico de «magullamiento general» de pronóstico «leve». Eugenio y Lázaro fallecieron, pero el proceso para poder certificar su defunción fue largo, ya que sus cuerpos nunca pudieron ser reconocidos, eso hizo que hasta el 24 de mayo el Juzgado de Ponferrada no certificara sus muertes. La declaración de Severino Isla como acompañante también fue determinante, al declarar «fallecieron Eugenio Chico y otro Bravo». 

La tarde del 4 de enero partía de la estación de Torre del Bierzo un tren funerario con 53 féretros cada uno con una numeración; de ellos 47 tenían destino en León, 36 negros para hombres y 11 blancos para mujeres y niños. Una gran multitud recibió los féretros en la Estación del Norte de León y sobre las 17.00 horas, una vez finalizado el oficio religioso, se inició una procesión fúnebre por el centro de la ciudad, bajo un manto de niebla y cencellada, lleno de silencio y dolor hasta San Francisco. Desde allí, en camiones y furgonetas, fueron conducidos al cementerio de Puente Castro y allí serían inhumados. En dos de esos féretros negros iban los cuerpos desmembrados de Lázaro y Eugenio. 

Eugenio Chico IslaEugenio Chico Isla - Foto: Fotografía cortesía de Cirila Chico IslaEn Cañamaque, nos cuenta la familia Bravo Gallego, la noticia llegó por la radio de Don Vidal, médico del pueblo, vecino de los Bravo, quien escuchó la noticia y, sabiendo el destino de Lázaro, fue corriendo a avisarles. La Barbolla era un pueblo más pequeño y no sabemos cuándo y de qué manera llegó la noticia, pero lo que sí recuerda Cirila Chico es a todo el pueblo reunido alrededor de su casa, junto a la iglesia de San Bartolomé. En el primer vagón de tercera la suerte fue desigual. En La Barbolla, a menos de 100 metros de la casa de los Chico Isla, camino de La Ventosa de Fuentepinilla, los padres de Severino Isla recibieron con alivio la noticia de que su hijo estaba herido leve en León.  En Cañamaque el shock también fue grande y se recuerda una multitud reunida alrededor de la casa de los padres de Lázaro cuando llegó la noticia de su fallecimiento. En ambas localidades y pueblos próximos se oficiaron actos religiosos en su memoria. 

Hasta Torre del Bierzo viajaron Constantino Chico y Francisco Gallego Jiménez, tío materno de Lázaro Bravo, para tratar de reconocer los restos de su hijo y sobrino. Nos cuenta Cirila que su padre no pudo reconocer ningún enser de su hijo, ni que tampoco pudo recuperar un anillo sello de oro con las iniciales de Eugenio; sin embargo, Francisco Gallego sí que llegó a reconocer un zapato y un calcetín de su sobrino en los restos de una pierna. 

En la familia Bravo Gallego, gracias a la tradición oral, recuerdan todo de Lázaro. Todavía hoy, el primogénito de la saga Bravo sigue llamándose Lázaro en memoria de su tío, que a su vez había heredado el nombre de su abuelo materno. Se recuerda a Lázaro como un chico callado y muy amable, además de buen estudiante. Lázaro era un alumno aventajado en la escuela de Cañamaque, lo que le libraba de algunas tareas agrícolas y ganaderas. Aitor guarda con celo alguno de los cuadernos de la escuela de su tío Lázaro; en uno de ellos, el estudiante había hecho un mapa de los ferrocarriles de la provincia de Soria con sus direcciones de salida y destinos. Dibujaba muy bien y por Reyes siempre regalaba dibujos a sus hermanos y hermanas; en una página dibujó un buque de la Marina Española, a la postre el arma en la que se alistó. Obdulia, hermana de Lázaro, que contaba con tan solo cinco años, todavía recuerda cómo al despedirse de su hermano, este le dijo que le traería un costurero de Galicia. La fotografía de su hermano con tan solo 17 años hace que no se desdibuje su imagen.

Cirila, hermana pequeña de Eugenio, recuerda con mucho cariño a su hermano y las caricias que le hacía en la muñeca, caricias que el paso del tiempo no ha borrado. Cirila era la hija pequeña del matrimonio formado por Constantino y María Cruz y guarda con celo la fotografía de su hermano y su imagen en la memoria. En la imagen se ve a un joven decidido y con arrojo. Tenía 18 años y deseaba una vida mejor, conocer el mar y ver otros mundos.

Severino fue el único superviviente soriano. Su hijo José Luis recuerda lo poco que contaba su padre de aquel accidente. Incluso, cuando él y su mujer deciden muchos años después viajar a Torre del Bierzo, su padre se niega en redondo y decide no acudir. Severino contaba que con el impacto su vagón descarriló y él fue despedido, cayendo a un riachuelo del túnel y perdiendo el conocimiento. Lo que allí vivió nunca lo pudo olvidar y en un primer momento estuvo tiritando con los dientes agarrotados y la dentadura cerrada. También contaba que en el hospital le daban coñac y que gracias a ello reaccionó. Su estancia en el hospital militar fue de 23 días. Con el alta hospitalaria y de vuelta a Ferrol para un reconocimiento médico el 29 de enero, con solo 48 kilos y con un perímetro torácico de 0,84 fue declarado 'no apto' para el servicio militar. Regresa a La Barbolla y continua su vida como labrador. Se casa con Daniela González, tienen dos hijos. Llega a ser alcalde y a colaborar con D. Teógenes Ortego Frías en la excavación del Yacimiento de Fuentecer. En 1970 emigrará a Zaragoza.

Valga este humilde artículo como reconocimiento a aquellos tres jóvenes sorianos que vieron su sueño frustrado en Peña Callada; dos de ellos nunca vieron la mar. Salieron de sus pueblos en la Raya y en la Tierruca para ver nuevos mundos con la Marina, pero ese sueño quedó truncado en el túnel nº 20. Que su recuerdo perdure en nuestras memorias.

1. Archivo Naval de Ferrol, Causa 2/1944 (Caja  640)

Luis C. Pastor Laso es profesor Honorífico de Geografía e Historia en el IES Antonio Machado. lasopastor@gmail.com