Animales con necesidades especiales

S.L.O.
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Alrededor de un 15% de los perros que Redención mantiene en sus instalaciones sufre alguna situación singular, pues enfermedad o discapacidad son causa frecuente de abandono. Encontrarles un hogar adecuado a sus circunstancias no es tarea fácil

Thor lleva unos meses en Redención y necesita un hogar. - Foto: Ana Renta

La discapacidad o las necesidades especiales en animales domésticos son causa frecuente de abandono. En Redención al menos un 15% de los perros que acogen actualmente tiene algún tipo de necesidad especial, bien sea por un tratamiento crónico por enfermedad o por una condición incapacitante. Darles una nueva oportunidad es una cuestión muy humana, pero no todo el mundo se atreve a dar el paso. Quienes lo hacen gozan de una recompensa que, ni en sueños, podrían imaginarse: el amor incondicional de un ser que, no en pocas ocasiones, ha tenido que volver a confiar en otro ser que, ahora sí, cuida y se preocupa por él. Éstas son las historias de unos y otros. 


«Son supervivientes» 
«Son supervivientes». María Poza, presidenta de Redención, es concisa a la hora de describir a los perros con algún tipo de necesidad que llegan a la protectora. La mayoría lo hacen después de que sus propietarios los abandonen porque, aparte de haber perdido el interés por el animal, éste se encuentra en una situación de la que evitan hacerse cargo. «No quieren o no pueden costear el tratamiento que el perro necesita», explica para precisar que cuando sucede esto es porque se les ha diagnosticado un cáncer, una leishmaniasis, una enfermedad renal muy grave o degeneración macular, entre otras circunstancias. En la protectora «los cuidamos porque necesitan un tratamiento de por vida» y todo ese tiempo de más que puedan procurarle los voluntarios, «a veces pueden ser dos o tres años», los perros se encuentran en las mejores condiciones dentro de sus circunstancias, «con calidad de vida». Cuando la situación se agrava o hay una metástasis, evidentemente, al animal se le administra la eutanasia. 


Invalidez
A Thor le hace falta un hogar. Uno en el que sepan darle los cuidados que necesita y ofrecerle todo el cariño del que, según se deduce de su estado, ha permanecido privado en sus tres años de vida. Es un border collie «con una mirada llena de bondad, que se pone alegre cuando nos acercamos». Está parcialmente inválido. Fue rescatado por los voluntarios de Redención el pasado Miércoles El Pregón, «en plena ola de calor», aunque tardó algo más en llegar a las instalaciones pues, junto con otros siete animales más de su mismo 'hogar', permaneció «dos semanas ingresado en una clínica veterinaria para recuperarse de su estado de desnutrición, con alimentación y suero, y para curarle con antibióticos». Ahora necesita una silla de ruedas para poder caminar normalmente y no «arrastrarse sobre las patas traseras, en las que tiene sensibilidad, así que las heridas le producían mucho dolor». «El traumatólogo veterinario nos dijo que la lesión -viene desde arriba, así que posiblemente fue por un golpe, no por un atropello como dijo su dueño- es de hace tiempo y está muy osificada, así que eso le impide poder caminar», continúa María sobre la historia de Thor. 

Noelia y Lennon, un galgo inglés al que le falta una pata, posan en la Dehesa. Noelia y Lennon, un galgo inglés al que le falta una pata, posan en la Dehesa. - Foto: Ana Renta

Fue la Guardia Civil quien dio aviso a Redención para que se hiciera cargo de unos animales después de ver las condiciones en las que se encontraban en una localidad de la comarca del Moncayo. Los voluntarios pudieron llevarse los que el propietario les «dio voluntariamente», porque había otros en mal estado «en un espacio a pleno sol, sin sombra y sin agua», pero de los que no quería desprenderse. Aparte de Thor, se llevaron a una perra de año y medio con un estado «muy avanzado de leishmaniasis, con heridas en carne viva», además de varios cachorros desnutridos. Las camadas no deseadas son lo que más recogen: «En lo que va de verano hemos acogido, aproximadamente, 40 cachorros, algunos de pocos días porque les tenemos que alimentar en casa con biberón cada cuatro o cinco horas». 
A Thor, como a otros de sus nuevos compañeros en Redención, le sirve un hogar de acogida hasta encontrar el definitivo. 

Agradecidos
Muchas veces los animales con algún tipo de necesidad especial, puntualiza la presidenta de Redención, «sólo conocen el lado más perverso de una persona, pero cuando tienen a alguien, una familia que está pendiente de ellos, que cubre sus necesidades, les cuidan y les quieren... No hay nadie que te mire con ese amor». 

Nadie dice que hacerse cargo de un animal con con una discapacidad física o un tratamiento crónico sea fácil, pero «a todos los efectos son normales», simplemente tienen unas necesidades especiales que requieren de cuidados y atención diferentes. Además, tal y como explican quienes están cerca de ellos y les cuidan, son «muy agradecidos porque se sienten muy afortunados con lo poquito que tú crees que les puedes dar». «El mismo Thor tiene una alegría cuando te acercas a él... Posiblemente nadie hasta ahora le ha dado cariño», indica María Poza. Y como «te dan tanto cariño, te esfuerzas en cuidarles». 

La presidenta de la protectora rememora el caso de unos cachorros ciegos que salieron todos en adopción. «Era una camada, pero se apañan muy bien porque son muy listos y aprenden a seguirte con el hocico pegado a la pernera del pantalón», recuerda mientras recalca que los adoptantes están encantados con estos animales. También los hay que llegan por problemas oculares, «por una espiga o un perdigón, generalmente perros de caza», pero «se les realiza una operación o se les hace el tratamiento adecuado y ellos, gracias a ganar calidad de vida, pueden seguir normalmente». 

Adoptar un animal doméstico con necesidades especiales no es una decisión que se pueda tomar a la ligera: «Hay quien se atreve y a quien le da reparo porque muchas veces se cree que no se le va a poder atender bien». Por ejemplo, en ocasiones necesita que se le lleve al veterinario de forma habitual para curas o tratamiento, o llevar pañal para hacer sus necesidades. Y no es sólo ofrecerle cuidados especiales, sino también tiempo, para estar con él y para que se vaya adaptando a su nueva situación: ser abandonado por sus dueños, pasar por la protectora y, si hay suerte, encontrar un hogar al que también se deben habituar. 

Antes de adoptar
Quienes han dado este paso saben muy bien del esfuerzo, pero también de la recompensa. «Antes de adoptar hay que pensarlo porque va a requerir de tiempo. No sólo es sacarlo a pasear, antes hay que trabajar muchísimo y con el tiempo vuelve a ser un perro normal. Si no puedes hacerlo, no lo hagas, no puedes devolverlo a la protectora porque lo estás destrozando. Pero es tan satisfactorio darle ese tiempo, da tanta alegría verle bien y que ha progresado...». Quien habla es Noelia Jiménez, que hace siete meses adoptó en Redención a Lennon, un galgo inglés. 

Lennon sabe lo que es sentirse abandonado y, además, tener que adaptarse a una nueva situación física. Fue dejado en la protectora por sus dueños, una pareja inglesa que no quería hacerse cargo de él. Noelia siempre quiso tener un galgo porque «es uno de los perros que más sufre el abandono». Vio que Lennon estaba en adopción, pero tardó unos días en ir a preguntar por él porque sus padres, después de haber perdido a su perro, le comentaron «lo típico: no te vamos a ayudar, en casa no entra un perro...». Cuando por fin se decidió le dieron «la tristísima noticia de que le había atacado un pitbull y posiblemente le tendrían que amputar una pata», algo que finalmente ocurrió. «Me quedé destrozada y sintiéndome culpable por no haber ido a preguntar antes por él, porque quizá no le hubiera pasado. Pero decidí quedármelo porque sé que si no se hubiera muerto. Ahora estamos muy felices», mantiene. 

El camino, como ella misma relata, no ha sido fácil. «Hemos creado un vínculo, mucha protección y dependencia. De un perro adoptado nunca sabes su historia real; la única certeza es que no ha podido ser muy querido cuando lo han abandonado», reflexiona. Asegura que antes del ataque Lennon era «un perro diez, salía con los voluntarios, y pasó a ser un perro reactivo, con miedo y pesadillas» que aún hoy le atormentan -«llora por las noches»-, pues «emocionalmente estaba destrozado». De Noelia «desconfiaba al principio y le ha costado mucho quererme (a mí a él no tanto), pero le he protegido y en Redención me han ayudado muchísimo en todo el proceso; quiero agradecérselo porque se han volcado». 

Noelia se siente muy orgullosa de la evolución de Lennon. «Cuando alguien me hace un halago a mí me sale rechazarlo, pero cuando me lo hacen de Lennon me hincho y digo que sí, que ha sido muchísimo trabajo y que ha pegado un gran cambio». Lennon y Noelia han comenzado esta semana sus vacaciones en Málaga, concretamente en Marbella, el lugar al que sus anteriores dueños no lo 'podían' llevar y por eso lo abandonaron de camino en Redención. «Me hace muchísima ilusión», incide. A Lennon, estas primeras vacaciones, seguramente también.