Bodegas Castillejo de Robledo alcanza las 25 vendimias

A.P.Latorre
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De sueño pasó a ser un proyecto y después a una realidad que cuenta ahora con 15 socios y que trabaja en 146 hectáreas en la Ribera del Duero

Bodegas Castillejo de Robledo alcanza las 25 vendimias

La historia de las Bodegas Castillejo de Robledo viene de muy atrás y la denominada por aquel entonces sociedad Vinícola Castillejo se constituyó en 1998, pero hay que recordar que este año se cumplen 25 años desde aquella primera vendimia que daba comienzo a una apasionante aventura en el mundo de la vitivinicultura y a un proyecto pionero en la elaboración de vinos de calidad en la DO Ribera del Duero de Soria. El gerente, Jerónimo Contreras, hace un balance positivo de estos años en los que «ha pasado todo lo que se pueda imaginar» en una bodega, en campo... Los últimos años, reconoce, han sido los «más complicados» por la pandemia, algunas cosechas y la sequía, «pero todo dentro de lo que pasa en el campo, que es muy variable y nada previsible en ocasiones».

Sobre los orígenes hace más de 30 años, primero se constituyó una TIA (agrupación de tratamientos integrados en agricultura) con la idea de «revitalizar» el viñedo porque estaba «muy abandonado» a causa de la despoblación. Las viñas eran por aquel entonces «casi un cultivo residual» porque las cultivaban viticultores que eran cerealistas y porque el viñedo estaba muy atomizado y no se podía mecanizar. Así que el germen auténtico de Bodegas Castillejo comienza cuando los viticultores, ayudados desde fuera, tomaron la decisión de hacer una concentración parcelaria. «Si ahora es complicado, en aquel momento lo era más...», recuerda destacando que se apostó por un cultivo nuevo y por adaptarse a los nuevos tiempos.

Una vez hecha la concentración y reestructurado el viñedo, se constituye la bodega, «con la colaboración inestimable de Caja Rural de Soria, que fue un soporte fundamental económico en cuanto a avales que solicitaba la Junta de Castilla y León para la reestructuración». Además, la entidad destaca como «un socio fiable y de solvencia, no solo económica, sino también en apoyo técnico, en la constitución de la nueva empresa».

la evolución. En cuanto a las diferencias de aquella primera vendimia con la actualidad, «todo ha avanzado». «Yo, medio en serio medio en broma, siempre digo que estamos aprendiendo. Y es verdad, porque en viticultura y en enología se está en continuo aprendizaje», al trabajar con una materia prima que hay que conocer a fondo y de la que se trata que sea lo más uniforme posible, pero siempre es distinta. «No hay dos vendimias iguales, no hay dos elaboraciones iguales y, en consecuencia, no hay vinos de dos añadas distintas que sean iguales», añade. En estos 25 años, las técnicas han evolucionado y la bodega también, «porque cada vez conoces mejor tu campo y tus opciones, y luego tienes las incidencias del clima, de cómo es la campaña. Toca lidiar y hacer las cosas bien».

La puesta en marcha de las bodegas era una ilusión, que ha pasó a ser proyecto y después a ser una realidad. «Hemos pasado por tres fases. Primero eran las ganas de reconvertir el viñedo y hacer algo que estuviera muy bien. Después se empieza a proyectar y a hacer cosas y ahora mismo es una realidad que está en marcha, que hay mantener y que hay muchas ganas de que siga, aunque estamos en una buena situación, aún con todas las dificultades que tiene el sector y que tiene mantener una empresa vida», describe Jerónimo Contreras. El gerente, como anécdota, hace referencia a que algún socio dice: «Si esto nos lo dicen hace 30 años, ni harto de vino me lo creo».

En producción, la media de estas campañas es de unos 800.000 kilos de uva de elaboración. Los dos últimos años han sido «más cortos» pero los ha habido de hasta un millón de kilos. «Sobre la campaña de este año, no tengo la bola de cristal a mano, pero creo que será mejor en cuanto a kilos que las dos anteriores, por lo que tenemos ahora mismo en campo», concreta. En la primera vendimia se elaboraron unos 180.000 kilos de uva, «y nos parecía un mundo». En litros, sería esa cantidad por el 72%. En la actualidad, Bodegas Castillejo de Robledo está comercializando toda la producción de manera directa, no se hace ningún granel e incluso en algunos años se necesita apoyo de compra externa. 

La primera idea de esta empresa no era comercializar, al menos no de inmediato, porque la primera idea era «algo muy lineal». Había un viñedo plantado y reconvertido, por lo que la idea era plantar las uvas e ir viendo lo que se hacía con el vino. «El primer año comprobamos que estaba nuevo y decidimos embotellar», recuerda apuntando que algún año se ha vendido graneles, pero «no es la nota normal».

«La primera vendimia la hicimos tres personas, los propios socios sacábamos el raspón desde la despalilladora con una horca a la calle. Ahora entre campo y bodega somos doce personas y en periodos de vendimia necesitamos dos personas más», por lo que «es algo totalmente distinto. En la bodega ahora mismo son 15 socios y 13 de ellos son viticultores de Castillejo, «siguen implicados los mismos que empezaron al principio». Las bodegas manejan unas 146 hectáreas de viñedo, el 85% en Castillejo de secano y el resto en pueblos de la zona (Langa, Alcubilla...) con riego de apoyo, por «diseminar» y como «estrategia de producción».

la expansión.  ¿Hasta donde llega el vino de Bodegas Castillejo de Robledo? A nivel nacional está en prácticamente toda España, también en Canarias y empezando a entrar ahora mismo en Mallorca, que es un mercado que no se había trabajado aún. A nivel internacional, está presente en diez países. «Estamos haciendo muy bien Estados Unidos y Canadá y también se ha llegado a México, Perú, Colombia, Alemania,Dinamarca, Holanda, Suiza, esporádicamente en China», apostando «muy fuerte por la exportación», al tiempo que se «mantiene» el mercado nacional.

Desde que comenzó su andadura, Bodegas Castillejo de Robledo ha comercializado distintos productos. La primera marca fue Robledal de Corpes, «porque en lugar de marketing y pensar en plan comercial, lo hicimos con el corazoncito, en el Camino del Cid, el Robledal, la viña que se sitúa prácticamente en el paraje en el que Menéndez Pidal sitúa la afrenta de Corpes...». «Pero cuando sales al exterior un nombre compuesto lo entiendes si lo conoces y cuando tienes que explicarlo ya es un tanto problemático», explica con humor Jerónimo Contreras. Además, el emblema y «niño bonito» es Silentium, que se registró en los primeros años. «Digamos que la marca que realmente potenciamos y que identifica a las Bodegas Castillejo de Robledo es Silentium», concreta.

Sobre las novedades que se puedan plantear de cada al futuro, el gerente indica que hay que tener en cuenta que se trabaja con uvas y con ellas se hace vino. «En cuanto a vino, puedes darle matices o cambiar alguna manera de elaborar. Podemos hacer vino rosado, blanco y tinto y, dentro de ello, adaptarnos a los gustos o, más preciso, a la demanda del mercado y mantener que nosotros hacemos un Ribera del Duero a prácticamente mil metros de altura media de viñedo y sin ninguna trampa, con uvas tempranillo producidas aquí. Eso lo que llevamos a gala», prosigue explicando con orgullo la filosofía de la firma.

«Queremos mantener eso y subir un pelín, si podemos, el producto en el mercado, potenciarlo más», con la experiencia que ya se tiene y el buen hacer que se ha demostrado en todos estos años con el objetivo de situar a Bodegas Castillejo de Robledo «un peldaño más» de donde está.  «No es que estemos insatisfechos, sino que tenemos que trabajar en esa línea», incide. La bodega no cuenta con infraestructuras de enoturismo, pero tiene las puertas abiertas a visitantes.