Anticipándose al futuro

SPC
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Científicos del CSIC realizan ensayos en fincas experimentales para ver cómo se comportan los cultivos con más temperatura y menos agua para trazar estrategias de adaptación a las futuras condiciones climáticas

Anticipándose al futuro

Es obvio que el clima está cambiando. En España las temperaturas son más altas y las lluvias caen de diferente manera, o no caen. Parece ser que esta tendencia se agravará en el futuro, por lo que los productores de alimentos no van a tener más remedio que adaptarse a las nuevas condiciones para poder seguir abasteciendo a la población. Y para que se puedan adaptar es imprescindible que tengan a su alcance las herramientas necesarias, algo en lo que la ciencia lleva tiempo trabajando.

Una de esas investigaciones que buscan adelantarse a los efectos de los cambios en el clima se está llevando a cabo en la finca experimental del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (INIA-CSIC) en Alcalá de Henares (Madrid), donde se está simulando un aumento de temperatura de varios grados con pequeñas cámaras de metacrilato para ver qué puede ocurrir dentro de unos años. El científico del INIA-CSIC José Luis Gabriel explica que también utilizan en otras parcelas cámaras de exclusión de lluvia y así analizan el impacto de la reducción de precipitaciones en los cultivos comparándolos con otros en condiciones normales.

Estos ensayos se iniciaron hace varios años y servirán para analizar el rendimiento del grano y las propiedades del suelo en un sistema de rotación de secano, concretamente alternando cebada, trigo y leguminosas. Los experimentos más nuevos conviven con otro que lleva en marcha casi 30 años y se centra en las distintas intensidades del laboreo, desde el tradicional hasta aquel basado en la siembra directa, es decir, sin voltear la tierra con el arado ni pasar la grada.

Gabriel destaca que en este tiempo han observado cómo «el laboreo tradicional tiene unos rendimientos que fluctúan bastante con las condiciones climáticas, mientras que con el tratamiento de no laboreo probablemente nunca se alcanzan los mayores rendimientos de los mejores años, pero estos tampoco son tan malos en los años malos porque se acumula un poco más de agua» en el suelo, de manera que en sequías como la que sufrimos el cultivo puede aguantar un poco más. Este último sistema da más estabilidad económica año tras año pese a los problemas de manejo que puedan surgir, según el experto, ya que minimiza los extremos en los rendimientos, tanto por arriba como por abajo.

El INIA está estudiando también la capacidad de las cubiertas vegetales para regenerar suelos degradados, mejorar su fertilidad y secuestrar carbono en fincas donde cultivan veza y cebada con distintos porcentajes de mezclas y densidades de siembra, con o sin laboreo. «Tenemos casi 500 puntos de muestreo para ver si ese manejo nos permite homogeneizar la parcela, lo que para el agricultor es mucho más fácil porque puede manejarla de manera similar», sostiene Gabriel. Este especialista en cubiertas vegetales considera que dicho sistema presenta «muchos puntos críticos que hay que controlar muy bien» y tomar decisiones en función del objetivo marcado, como cuándo deshacerte de ellas o cómo usar esos residuos.

Cerca de esas fincas se encuentra el Centro de Recursos Fitogenéticos, donde se están buscando variedades locales antiguas, tanto españolas como extranjeras, que se adapten mejor a las condiciones climáticas actuales y a un futuro de menos agua y más temperatura. Hasta 300 variedades de trigo y 400 tipos de lenteja se están empleando en los ensayos, al tiempo que se están haciendo algunos estudios genéticos para identificar los genes más tolerantes al estrés hídrico.

Estas investigaciones pueden tener especial relevancia si Bruselas termina autorizando la edición genética para obtener nuevas variedades de siembra que los agricultores puedan utilizar en la Unión Europea. La normativa al respecto está ahora en pleno proceso de elaboración y se espera que para finales de año pueda saberse ya en qué dirección va a ir, aunque es casi imposible que entre en vigor antes de 2026. Si se permitiera su uso este tipo de semillas sería una de las herramientas más importantes para que los productores pudieran obtener más alimentos en la misma superficie de cultivo y en condiciones más extremas.

Aplicación práctica.

Las prácticas de siembra directa y cubiertas vegetales son dos de los eco-regímenes que pueden poner en práctica los agricultores para acceder a una cuarta parte de las ayudas directas, inaccesible de otro modo. La nueva Política Agraria Común (PAC) condiciona parte sus pagos a prácticas verdes en las explotaciones y estas son dos de las nueve que se recogieron en su día en el Plan Estratégico desarrollado por el Ministerio de Agricultura.

«Son técnicas que llevan tiempo estudiándose y, si bien necesitan un poco de subvención, son beneficiosas a largo plazo para la salud del suelo y el medio ambiente», considera el especialista del INIA. Con la mejora del contenido de humedad del suelo, estas prácticas ofrecen a los cultivos, además, la posibilidad de resistir mejor unas condiciones extremas cada vez más presentes en el día a día.