Antonio Ruiz, compromiso y creación

Silvano Andrés de la Morena
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Ese refugio tuyo, la literaturizada cueva de Zaratustra de Luces de Bohemia en el "pretil" de la Avenida de Navarra, nos proporcionó a quienes buscábamos una literatura de verdad, una filosofía de verdad, un saber de verdad o una política de verdad

Antonio Ruiz, compromiso y creación - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez. Eugenio Gutiérrez Mart

Amigo Antonio: a pesar de que te hayas ido, quizá sigas recordando tan bien como yo aquellas largas y enriquecedoras tertulias que durante tanto tiempo compartimos en el pasado, mientras con otros sorianos esperábamos que, por fin, ocurriera un milagro de la primavera, como escribió otro Antonio. Y sucedió en otoño de 1975 aunque casi no podíamos creérnoslo, pues la sombra de la dictadura parecía demasiado alargada. En aquella época, Fidel Carazo solía traer entusiasmado noticias frescas de la villa y corte, que nos las narraba con su arrebato personal, allí, en tu SAAS.

El tiempo huye veloz, desfigurando a veces todas las memorias. Pero nunca deberíamos permitirnos a nosotros mismos que se borrara el valor de las lealtades personales. Yo la reconozco hacia ti y hacia tu obra, porque, sin duda, formas parte de un capítulo tanto de la historia personal como colectiva de Soria. Y no lo digo como falso halago hagiográfico. Podría elegir la comodidad del silencio pero, aunque algunos tal vez se sorprendan por mis palabras, quiero expresarlo públicamente, en estos momentos de memoria, con total y sincero convencimiento, en esta tarde en la que el cielo de Barcelona me evoca esos arreboles rojizos que cautivan allá por San Marcos vespertino y el Pico Frentes.

Circunstancias que en este momento no vienen al caso me impiden ahora extenderme más aunque me impulsen a ello tanto mis principios racionales como sentimentales, en el recuerdo, valoración y gratitud personales por la relación que, juntamente con otras gentes de la Soria de principios de los setenta, tuve contigo. En más de una ocasión, hemos rememorado juntos a cuantos pasaron por ahí: pintores (mis recuerdos de Ulises Blanco, Marcos Molinero o Carmen Pérez Aznar), fotógrafos del Alto Llano Numantino y de más allá, médicos o estudiantes del antiguo Colegio Universitario (¡ay los amigos Jesús Hernández o Santos Bocigas Martín!), entre otros. Todos ellos, gentes abiertas, tolerantes, diversas desde el punto de vista ideológico, encontraron (y encontramos) en tu librería un lugar donde compartir ideas, exponer inquietudes o simplemente descargar emoción, en aquel momento decisivo de la historia de nuestro país, pergeñando un futuro plural y de libertad. Es decir, abierto y moderno.

Pero había algo más para un joven estudiante concienciado, en aquellos años del tardofranquismo. En el marasmo político, cultural e intelectual de la España (y Soria)  de entonces, ese refugio tuyo, la literaturizada cueva de Zaratustra de Luces de Bohemia en el "pretil" de la Avenida de Navarra, con tus ideas abiertas y liberales, con  tu sentido del deber social y con tu compromiso contigo mismo, nos proporcionó a quienes buscábamos una literatura de verdad, una filosofía de verdad, un saber de verdad o una política de verdad, todos aquellos libros que el régimen, que nos controlaba de cerca, prohibía con tanto ahínco como ignorancia. Así, en aquel tu pequeño oasis, compartido en medio de tanto desierto ambiental, pudimos descubrir desde la editorial Losada, de Buenos Aires, o Progreso, de Moscú, hasta el Ruedo Ibérico, de París, entre otras. Algo espléndidamente insólito en nuestra Soria de entonces.

No sé cuáles serían tus sentimientos personales en este momento de homenajes merecidos, si pudieras respondernos. Quizá pensaras que estas cosas siempre llegan cuando Cronos nos transporta hasta el Leteo. No creo que esa sea la razón, pues, mientras que hasta allí todos seremos arrastrados, la gratitud y el reconocimiento sociales son galardones que sólo se otorgan a quienes se trabajaron bien sus "hacenderas" en el camino de la vida, en Ibiza o en Soria, para que los demás tropecemos menos y gocemos más. Con recuerdo y gratitud, Antonio.