El arte de dar nuevo valor en Romanillos de Medinaceli

A.P.L.
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Un original taller de restauración reúne a todos los vecinos

El arte de dar nuevo valor en Romanillos de Medinaceli - Foto: E.G.M

El taller de restauración de Romanillos de Medinaceli es un ejemplo de que la gente se mueve y tiene iniciativa, frente a la idea de inactividad y vacío que a veces se relaciona con el medio rural. Con la pandemia, varios alumnos del taller de restauración que se organizaba en Morón de Almazán y que tuvo que suspenderse pensaron en organizar una actividad en Romanillos de Medinaceli. Así que Pilar García, Laura Escribano y Javier Tamarit organizaron en verano de 2020 un taller al aire libre -debido a las restricciones de aquellos momentos- al que se han ido sumando en estos tres años más vecinos de esta localidad, pero también de Aguaviva, Arcos de Jalón, Barahona, Villasayas y Miño de Medinaceli. Ahora cada lunes durante todo el año se juntan unas 15 personas, dependiendo de las fechas, de distintas edades y, sobre todo, mujeres.

El grupo es autodidacta y, por ejemplo, usan la técnica de pintura a la tiza que da buenos resultados, comenta Piliar García. En este tiempo han restaurado de todo, pero puede decirse que en dos líneas: una de muebles antiguos (sillas, mesas de cocina antiguas...) que están ya en los desvanes porque no se pueden usar y otra de aperos y útiles del campo (artolas, gamellas, camales, trillos...) a los que se les da una nueva vida. «Con los camales hemos hecho unas perchas y con el hierro de un trillo una lámpara», ponen como ejemplo; «y otras las restauramos tal porque nos gusta que tengan la presencia que tenían en su día», añaden. Javier Tamarit destaca el encanto de esa «huella del tiempo», objetos que tienen sus imperfecciones lógicas del paso de los años. También han hecho un comedero de gallinas, reconvirtiéndolo en un estante para tarros de cristal.

recogedores. «La cuestión es volver a darles valor a esas piezas que si no acabarían en los puntos limpios, somos unos recogedores en esos camiones. El valor que a veces por aquello de que es viejo, de que es rústico y de que es de un pueblo no se le otorga», insisten estos restauradores rurales, destacando que cuando se ve una vez restaurado y con otro uso sorprende, «es otra satisfacción a la par que se reutiliza». «Que no se pierdan tantas cosas que la gente ha hecho a mano», añade Laura.

El arte de dar nuevo valor en Romanillos de Medinaceli
El arte de dar nuevo valor en Romanillos de Medinaceli - Foto: E.G.M
Los participantes se juntan en un garaje «de andar por casa», aunque esperan poder contar algún día con un local que les pueda ceder el ayuntamiento para este tipo de usos. «Nos lo pasamos muy bien y creemos que hacemos algo útil», comentan divertidos mientras trabajan en dar nueva vida a los objetos. Y, tras cada sesión de restauración, «nos pegamos una merendola todos juntos, hacemos postres o algún otro plato y compartimos». «La cosa es también hacer vecindad, aparte de restauración», dicen mientras prosiguen trabajando. Estos vecinos ponen su granito de arena para demostrar que en los pueblos «hay una buena vida y una buena vida en común».