Los desafíos de la nueva era Putin

Agencias
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El desgaste en Ucrania, los maltrechos lazos con Occidente o la necesidad de silenciar la disidencia interna son algunos de los retos a los que deberá hacer frente el líder ruso en el próximo sexenio

El dirigente fue investido el pasado martes tras su victoria en las elecciones de marzo. - Foto: Alexander Kazakov (Reuters)

De mandato a mandato, y tiro porque me toca. Así es como lleva actuando el último cuarto de siglo el presidente ruso, Vladimir Putin, sabedor de que en el tablero de juego sus piezas son las únicas que cuentan. Porque el jefe del Kremlin tiene claro que el futuro del país está con él. Y, prueba de ello es la nueva legislatura -la quinta- que tiene por delante, lo que le permitirá mantenerse en el cargo hasta 2030.

El dirigente tomó posesión de forma oficial el pasado martes con la tarea de no soltar las riendas del país y el desafío de lidiar con numerosos retos que amagan con convertir el próximo sexenio en el más turbulento desde su llegada al poder en el año 2000.

Tras el fracaso de la operación relámpago lanzada en febrero de 2022, el conflicto en Ucrania ya se alarga más de dos años y no hay visos de un arreglo pacífico.

El ingente gasto en armamento y su cooperación militar con regímenes como Corea del Norte o Irán le permiten prolongar casi indefinidamente la actual guerra de desgaste, pero la sociedad necesita resultados y las familias de los movilizados reclaman su rotación.

Precisamente, la posibilidad de una nueva movilización para sustituir las bajas en el frente sin provocar un estallido de descontento popular es uno de los principales desafíos de Putin a corto y medio plazo. Se trata de una medida muy impopular entre la población - tal y como demostró la llamada a filas de septiembre de 2022 - que provocó un éxodo masivo de Rusia de hombres en edad militar.

Otra de las tareas a tratar será gestionar la maltrecha relación con Occidente. En su discurso de investidura, el mandatario aseguró que no se cierra al diálogo, pero no permitirá que las potencias occidentales contengan el desarrollo de su nación. En este sentido, volvió a defender la creación de un nuevo orden mundial para acabar con la hegemonía de EEUU, con el que las relaciones pasan por el peor momento de la historia, según funcionarios de ambos países.

También los vínculos con la Unión Europea, otrora el principal socio comercial de Moscú, se encuentran en el punto más bajo, algo que Putin trata de compensar profundizando sus lazos con Asia, África y América Latina.

Crecimiento económico

Rusia ha logrado mantener un buen ritmo de crecimiento pese a las sanciones occidentales. Así, su Producto Interior Bruto (PIB) creció en 2023 un 3,6 por ciento.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) considera que la economía rusa se ha fortalecido porque los volúmenes de exportación petrolera se han mantenido estables debido al comercio con los territorios no alineados con las sanciones.

Sin embargo, la inflación se situó en más del 7 por ciento el año pasado y el incremento de los precios de los alimentos se hace cada vez más notable no solo para los habitantes de ciudades pequeñas sino también para los residentes de la capital y otras grandes urbes.

Mantener a flote la economía y no permitir el desplome del rublo -como ya ocurrió en 2022, tras el inicio de la guerra- será uno de los retos que esperan a Putin durante los próximos seis años, así como reducir progresivamente la dependencia de la industria militar, que se ha convertido peligrosamente en una de sus locomotoras.

En el panorama político, acallar la disidencia interna es otra asignatura pendiente. Tras la muerte de Alexéi Navalni, considerado el enemigo número uno del jefe del Kremlin, el presidente no tiene rivales capaces de hacerle sombra. 

Figuras destacadas de la oposición rusa se vieron obligadas a exiliarse en el extranjero tras la aprobación de una serie de leyes represoras que amenazaban con largas penas de cárcel por criticar al poder o las acciones del Ejército ruso en Ucrania. También los medios independientes tuvieron que trasladar sus redacciones fuera del país para informar sobre la realidad y contrarrestar la propaganda.

Putin se propone seguir apretando las tuercas con el fin de impedir el resurgimiento de una disidencia interna -él la llama quinta columna- que saque provecho del hartazgo con la guerra.

objetivo 2036. Tras reformar la Constitución rusa en 2020, el mandatario eliminó los obstáculos legales para perpetuarse en el poder casi de forma ilimitada.

Tras las elecciones de marzo, Putin, de 71 años, podrá seguir gobernando hasta 2030 y, entonces, presentarse a una nueva reelección para otra legislatura.

Sin embargo, en caso de que decida retirarse dentro de seis años, deberá comenzar a preparar a su delfín ya durante este mandato, algo que por el momento parece muy lejano en el tiempo.