[Despoblación] "Los jóvenes tenemos parte de culpa"

A.P.L.
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Desde la esperanza, recupera en redes sociales la memoria de los pueblos perdidos. Anima a la juventud a luchar por una Soria que precisa renovación, al tiempo que insta a la sociedad a volver a hacer la provincia atractiva para que perviva como tal

[Despoblación] "Los jóvenes tenemos parte de culpa" - Foto: E.G.M Eugenio Gutiérrez Martínez

David Ortega Gallardo se ha convertido con 26 años y gracias a su cuenta de Twitter (@Daviddcoba) con más de 12.500 seguidores en una de las voces más leídas y compartidas del panorama cultural de la España rural de interior. En la actualidad, compagina esta labor en redes sociales con los estudios de la oposición de Intervención y Tesorería de la Administración Local y, recientemente, ha empezado a colaborar en prensa. Por ello, le han entrevistado en conocidos programas de radio como Julia en la Onda en Onda Cero, o La Ventana en la Ser. El Día de Soria habla con él mientras nos muestra uno de los últimos rebaños de ovejas que pastan en la sierra de la capital.

¿Qué le llevó a crear esta cuenta de Twitter con 12.700 seguidores?

Siempre me ha gustado leer y compartir en redes sociales mis inquietudes. A partir de los 18 años, ya con coche y trabajando en una torreta de incendios, me movía más y comencé en Twitter más en serio, para llegar a otros públicos y con otros contenidos. Al principio la seguían solo los amigos, pero poco a poco aumentó la difusión y la repercusión. Me sorprendió cuando pasé a los cuatro dígitos, tras la pandemia. Ahora los seguidores en redes sociales suben más rápido y Twitter es un buen medio para darse a conocer, muy potente. En mi caso no he invertido nada, ha sido por el boca a boca.

Cada día descubre una historia o un detalle curioso de ese medio rural que se pierde. ¿Cómo describiría su conexión con el mismo?

Para mí es lo cercano y lo próximo, tengo la fortuna de haber nacido en Soria y lo he vivido desde pequeño, mis mejores recuerdos de la infancia son en mi pueblo. Soy hijo y nieto de la emigración rural, mi padre nació en Regumiel de la Sierra (Burgos) y la familia de mi madre es del Campo de Gómara. Hay una distancia clara espacial y temporal, porque muchas de las realidades que yo comparto no las he vivido -como la matanza, trillar en la era, ir con el ganado, serrar la madera, pasar frío, estar en el hogar...- pero mis abuelos y la gente que todavía está allí me han transmitido de manera directa cómo vivían y como pensaban.Yo destacaría el afán de conocer lo que late en los pueblos y, tristemente, lo que lleva a realidades como la despoblación. 

¿Qué sensación quiere transmitir y a quién quiere llegar?

Puede dar sensación de tristeza, pero no podemos ocultar la realidad de que la España rural está vaciada y despoblada, se pierde el patrimonio cultural y material. Pero, a pesar de ello, muestro lo positivo, como el patrimonio y las historias de la gente; y procuro dar visibilidad a la belleza aunque no es arte, la herramienta más potente para comunicar. 

Lo que quiero reflejar son las realidades de las dos provincias que conozco y las limítrofes. La vida en los pueblos es totalmente distinta, sobre todo en los pequeños. La gente que vivía, que trabajaba la tierra, ese sentimiento de comunidad viva, con sus tradiciones y sus relaciones, han cambiado. Ahora se arreglan segundas residencias y se va de vez en cuando, pero hay asociaciones de vecinos, de hijos y emigrados del pueblo, que trabajan y reclaman que se pueda tener una excusa para volver a hacer comunidad. Pero no muestro solo eso, porque yo estoy aquí, sigo viviendo aquí y me gusta esto. Y, como yo, otros muchos. Esto lo hago por el amor a mi provincia y porque la siento mía.

¿Y qué le aporta esta repercusión que también ha llegado a los medios?

Personalmente mucho, aunque he de decir que preparar cada día nuevos contenidos sí que me quita tiempo de estudiar. Twitter facilita la interacción y permite un feedback muy directo. Para un joven de 26 años de la provincia más despoblada de España es reconfortante que guste lo que hago. Me ha permitido conocer a mucha gente y que me sigan editores, periodistas, políticos...  

En esta labor divulgadora que refleja el abandono describiendo lugares, olores, sensaciones... ¿qué es lo que más le impacta?

La ruina es muy simbólica y es la ruina de las pequeñas cosas y de lo que desaparece sin hacer ruido, sin importar a casi nadie. Impresiona ver un casa que se deja tal cual, porque a veces se ven incluso las tazas en la mesa, la comida en la despensa medio podrida, el ajuar personal, historias escritas en las paredes, cartas, fotos...Es lo más triste, porque ni siquiera se llevaron esas imágenes que para muchos es lo que más apreciamos de nuestros abuelos. 

Pero lo que más me impresiona son las historias de la gente que sigue viviendo en el pueblo, héroes que no tienen esa consideración de sí mismos. Yo valoro conocer esas realidades en primera persona de gente que vive con total humildad y en el anonimato, como si su vida no importará nada. ¿Cómo que no importa? Si es que sois los últimos, el abuelo, el pastor..., una fuente de conocimiento directa. Y esta historia no sale en los libros, no importa a casi nadie.

Algunos buscan un culpable de la despoblación, ¿cree que los hay?

La despoblación no solo es culpa de los políticos, también de la propia sociedad. En una coyuntura distinta a la de nuestros padres, los propios jóvenes también tenemos parte de la responsabilidad de lo que está pasando en Soria. Hemos tenido una vida muy digna, hemos salido y tenido estudios. ¿Y ahora qué? Pues igual es el momento de mirar por nuestra provincia, no digo pueblo porque ya es otra cosa. En mi caso, volví con la pandemia y no puedo decir nada porque la vida da muchas vueltas, pero si pudiera elegir viviría aquí por lo que siento por Soria. Eso sí, ante todo tenemos que ser libres y luchar por lo que queremos. Igual que la gente se fue del pueblo de manera justificada, porque no había ni trabajo ni calidad de vida, ahora es un buen momento de hacer atractivas algunas ciudades y pueblos para que la gente vuelva. Puede que ahora Madrid ya no sea el lugar más atractivo para vivir, ni un piso de 60 metros por 1.500 euros.

¿Son los jóvenes los que tiene la oportunidad de revertir la situación?

Tenemos parte de culpa y parte de peso, no nos puede venir todo dado. Eso sí, hay que tener voluntad y moverse para reactivar la provincia y evitar que se hunda desde cualquier ámbito, estamos a tiempo. Dentro de 20 años no se va a poder mantener una provincia de 40.000 habitantes con todos los servicios que implica, el futuro va a una redistribución territorial y seremos parte de Burgos, La Rioja o Guadalajara. Soria necesita de una manera clara, evidente y urgente una renovación generacional en cultura, economía, empresa, política... ¿Quién va a sustituir a los que hay ahora? Son los jóvenes los que deben iniciarlo pero, por otro lado, no hay gente que se preste. Lo mismo ocurre con los puestos de trabajo cualificado, cuesta encontrar a gente. ¿Cómo se explica eso? Las culpa no es solo de la política. Las políticas públicas tienen que ayudar, pero si no hay iniciativas mal vamos. 

Por ese espíritu de querer luchar por la provincia, yo contribuyo desde las redes, pero estas iniciativas deberían llegar de jóvenes de todos los ámbitos. Las formas de comunicación han cambiado y las redes son una herramienta potente sin explotarse lo suficiente, lo propongo a las instituciones sorianas para llegar a los jóvenes, porque los hay que demandan otro tipo de contenido, más cultural, más histórico, más periodístico... Quiero transmitir esperanza porque yo estoy aquí, pero ojalá fuéramos más. Yo creo que nos iría mejor.

Pero la tarea es difícil, ¿cómo retener o hacer que retornen los jóvenes?

Yo comparto lo que me gusta y si eso puede llegar a otras personas y despertar esa inquietud que yo tengo por el lugar de donde somos me parece perfecto poder contribuir a mantener con vida la provincia. Si por ver una publicación alguien piensa en abrir la casa del pueblo, hablar con su abuelo a ver qué le cuenta de su infancia, acercarse a la iglesia... sería un paso más en esta labor. Es difícil, como todo. La gente no viene a vivir a Soria por dinero, sino por valores socioculturales, ya que a muchos jóvenes les apetece vivir en un lugar donde se pueda salir de fiesta, ir de tiendas... Pero la clave es volver  hacer atractivos los pueblos que son cabeceras de comarca históricas y la capital, sobre todo.El resto, nos pese a quien nos pese, es dispersión y no avanzar. Ahora hay que luchar en nuestra realidad y centrar esfuerzos en estos lugares potenciando los sectores productivos, que poco a poco podrían ir rejuveneciéndose. El teletrabajo está bien y te permite moverte, pero la gente que no tiene un arraigo igual que ha venido se va, los nómadas digitales que se quieren atraer. Eso también hay que fortalecerlo. Conozco casos de médicos bien formados que regresan a Soria y no se les facilita nada. Tener buenos profesionales vale más que el edificio nuevo...

¿Y qué opina de medidas como las ayudas de funcionamiento?

Se podría hacer más porque a Soria llega mucho dinero que se desaprovecha. Hacen falta iniciativas serias y gente que las secunde. La fiscalidad es una herramienta fundamental, pero no decisiva. Ya se usó cuando se repobló Soria en tiempos de la Reconquista, les ofrecían condiciones ventajosas para defender el territorio. Otra opción es la rebaja de las tarifas eléctricas en territorios con proyectos energéticos.