Ya sé que el contenido en la agenda de la parece que no demasiado larga conversación entre Joe Biden y Pedro Sánchez en la Casa Blanca no va a ser precisamente apasionante: no hay demasiados temas en el tintero o, al menos, seguro que no nos enteraremos los periodistas de lo más mollar. Pero no por ello hay que minimizar este encuentro, como intentan ciegamente algunos, empeñados en restar cualquier mérito a la acción, en cambio muy polémica en otros diferentes aspectos, del Gobierno español.
Qué duda cabe de que a Pedro Sánchez esta 'cumbre', en pleno comienzo oficial de la campaña electoral del 28-m, le es mucho más útil que a Biden. Algún día averiguaremos por qué el hombre más poderoso del mundo ha hecho este favor al presidente español, a quien no hace tantos meses ninguneaba. Pero algunas respuestas pueden encontrarse en el valor estratégico de la base de Rota, ahora ampliada, y en la vecindad de Marruecos: no tengo dudas de que el famoso giro en la posición española sobre el Sahara vino directamente dictado desde la Casa Blanca, aunque eso es algo que, por supuesto, jamás reconocerán ni nos explicarán.
Me alegra que nuestras relaciones con los Estados Unidos, en un momento especialmente delicado de la coyuntura mundial, sean buenas, las mejores posibles. Como me alegra la pacificación con Marruecos -vecino incómodo donde los haya_ y la creciente influencia española , pese a las críticas puntuales que conocemos, en la Unión Europea, que preludia un buen semestre presidencial español de la UE: seis meses de alfombras rojas y focos para Sánchez, nada menos.
Lo siento por Sánchez, pero no creo que los españoles depositen su voto autonómico y municipal -ni tampoco en las elecciones generales_influenciados por la acción exterior. He escuchado y leído a demasiados mandatarios que cayeron lamentarse de su prestigio fuera de su país y de su desprestigio dentro: creo que es el caso de un Sánchez que cae bien fuera y solo regular, por lo menos, entre algo más de la mitad de sus propios ciudadanos, según dicen las encuestas. No, no habrá vuelco en favor del PP en las elecciones de dentro de dos semanas, pero tampoco una explosión de entusiasmo, pese a su política de dádivas y a la avalancha publicitaria que propicia, hacia un Gobierno central cada día más dividido: la propia figura de Biden, la acción de la OTAN, el envío de armas a Ucrania, son algunos de los muchos temas que dividen a una coalición ya imposible a la que, como mucho, le quedan seis meses de vida.
Pero la historia de hoy es la foto del abrazo -bueno, apretón de manos_entre Sánchez, que aprovecha hasta una imagen con su 'querida' Ana Botín, a la que hace pocos meses denostaba en duros términos, y Biden. Una 'photo opportunity' muy valiosa para la promoción personal del presidente español, que me dicen que, en la Casa Blanca, va a hacer valer su condición de presidente de la 'socialdemócrata' Internacional Socialista, precisamente cuando su principal socia, la vicepresidenta Yolanda Díaz, va diciendo que ella quiere crear una organización socialista paralela, más de izquierdas.
Aventuro serias discrepancias a no largo plazo entre ambos, presidente y vicepresidenta segunda, en lo tocante al panorama exterior., Pero, de momento, ya digo: quien se hace con la foto con Biden, el enemigo de los enemigos comunes, Trump y Putin, por este orden, es Pedro Sánchez y no otro. 'Houla, Pedrou'. La suerte no abandona, ya se ve, al equilibrista de La Moncloa.