Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Indepes

16/11/2023

La lectura del informe sobre emancipación de los jóvenes que acaba de presentar el Consejo de la Juventud (!qué poco caso hacemos a esta entidad habitualmente y cuánto saben de la vida real de la gente¡) es un cachete contra los bienpensantes y los complacientes. «Precariedad y pobreza» entre los jóvenes. Una advertencia tan contundente que no se oye en medio del ruido atroz que provocan la furrusca del politiqueo.
Cierto que ha mejorado algo el porcentaje de emancipación pero sigue siendo muy bajo: apenas el quince por ciento de jóvenes pueden abandonar la casa de sus padres y lo que es peor una cuarta parte del total se encuentran en riesgo de exclusión social. La mayoría destina mas de la mitad de lo que ganan a pagar la vivienda. Son pobres con trabajo. 
Lean si pueden el informe y verán que tenemos dos grandes problemas: el problema el sí y el problema que acarrea que no hagamos caso del problema. El trabalenguas contiene una reivindicación esencialista por mi parte (una constante en mi argumentación como de sobra saben quienes me siguen): para que algo se solucione se necesita cierto nivel de consciencia sobre ello. 
Las fronteras no resuelven los problemas por sí mismas, incluso a veces los empeoran. Los slogan no siempre entrañan verdades porque la simpleza no explica los problemas complejos. La política distópica entendida como el arte de lo posible conlleva frecuentemente efectos indeseables.
Estamos tan obsesionados con los debates pasionales que nos olvidamos de la vida de la gente y de la auténtica independencia necesaria, que no es la de Cataluña sino la independencia de los jóvenes de sus progenitores, esa imposibilidad de construir una vida propia en un nido propio y una familia propia y abandonar la habitación paterna. Esa es la única independencia que debería importarnos si es que nos importa algo el futuro. El nuestro y el de nuestros hijos, que viene a ser el mismo.