Frutas y verduras, artículos de lujo

SPC-Agencias
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La subida de precios en el sector hortofrutícola hace de algunos productos algo prohibitivo para muchos bolsillos

Frutas y verduras, artículos de lujo - Foto: Foto de Pineapple Supply Co. en Unsplash

Las frutas y verduras de las tiendas han pasado de estar en números verdes a teñirse del rojo de las alarmas, con unas cifras prohibitivas para algunos bolsillos por el impacto del cambio climático y, concretamente, de la sequía. Una realidad ante la que surge la duda de si se convertirán estos artículos en productos de lujo.

Solo el pasado marzo, el precio de las legumbres y las hortalizas frescas se incrementó un 27,8 por ciento en comparación con el mismo período del año anterior, y un 5,7 con respecto a febrero. Además, los preparados de legumbres y hortalizas también vieron subir su coste un 15 por ciento si se compara con el mismo mes de 2022, y en el caso de la fruta fresca se registró un pequeño descenso del precio de un 0,1 por ciento con respecto al segundo mes del año pero un aumento anual del 5,6 por ciento.

Así, para el portavoz de la Ejecutiva de COAG, Andrés Góngora, el repunte de esos costes es la única alternativa que maneja el sector primario, y en concreto el hortofrutícola, para hacer frente a todas las coyunturas por las que atraviesan los productores.

Hace poco el factor que determinaba tanto el precio como la calidad de los cultivos en el mercado eran las heladas, el pedrisco o los períodos cortos de lluvias fuertes; ahora, la agenda está marcada por la sequía que azota, en general, a todo el país.

Por ello, agricultores de distintos puntos de la península alertan sobre los efectos que puede tener a corto y largo plazo la falta de lluvias, y por ejemplo desde Cataluña hacen hincapié en que puede no haber algunos cultivos este verano debido a la escasez de agua.

Esta situación se repite también en Andalucía, donde los productores de la cooperativa San Sebastián, en Lora del Río (Sevilla), sostienen que, más allá de que el precio sea caro, el principal problema es que «no va a haber producto» si sigue sin llover.

La fruta de hueso es un ejemplo. La responsable del departamento técnico de la cooperativa, Mercedes Oliver, destaca la situación de excepcionalidad que sufre este producto debido a la falta de agua y el descenso de su producción.

El portavoz de COAG pone el foco también en la caída de la producción de cítricos, a la vez que alerta que, debido a las condiciones climáticas, algunos agricultores del país ya han barajado la idea de «abandonar» este cultivo debido a su poca rentabilidad, como ya pasó con la judía verde.

En momentos puntuales del verano pasado, el precio del melón y la sandía en los lineales de los supermercados llegó a alcanzar los 12 y 13 euros el kilo, debido a la finalización de la temporada marroquí, el retraso de unas semanas de la cosecha por la sequía y las bajas temperaturas de primavera.

Aún así, ante la pregunta de si podrían repetirse de nuevo estas cifras, Góngora se muestra cauto, ya que «cada año es diferente» y es aún temprano para hacer estimaciones, no obstante, la tendencia general de las frutas y hortalizas frescas va encaminada a un incremento generalizado en los tiques de compra de los ciudadanos.

Reconventirse o morir

La única solución viable para el sector es la «reconversión» hacia una subida de los precios, como afirma Góngora, ya que sin ella los productores no pueden sostener el aumento de los costes de producción sin repercutirlo en los sueldos de los trabajadores.

A juicio del portavoz, el futuro se presenta «muy difícil» y, en última instancia, van a ser los consumidores los que se vean obligados a «pagar más» por las frutas y las verduras debido a la ausencia de medidas paliativas para poner freno a factores como la sequía.

El investigador adscrito al Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario (ceiA3), Emilio Camacho, forma parte del comité de expertos de la sequía nombrado por la Junta de Andalucía y observa los riesgos de la falta de lluvia y qué herramientas se pueden emplear para paliar sus consecuencias.

Para Camacho, los efectos de la sequía en los cultivos se pueden paliar con el uso de «las nuevas tecnologías y el seguimiento a través de imágenes», aunque avisa que la producción en lugares como la cuenca del Guadalquivir es ya muy complicada debido por su elevado estrés hídrico.

A pesar de que los períodos de sequía suelen ocurrir de forma constante a lo largo de los años, la tendencia actual camina hacia la disminución total de las precipitaciones, como sostiene este investigador.

De este modo, adaptarse a esta coyuntura que ha pasado a ser estructural con medidas paliativas es esencial tanto para los productores para así no perder los cultivos, como para que los consumidores no terminen viendo a las frutas y las verduras convertidas en artículos de lujo.