Residencias, el reto de preservar la cercanía de la familia

Ana I. Pérez Marina
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El centro de mayores El Parque de la capital implementa las medidas de seguridad con la incorporación de test de anticuerpos para los familiares. El objetivo es no volver a suspender las visitas

Imagen de archivo residencia de Soria - Foto: E.G.M

Casi 2.700 kilómetros separan Sicilia de Soria. Una distancia insalvable para Julia y Rosalía, madre e hija, durante casi ocho meses. Rosalía vive en la isla italiana y, habitualmente, cada mes viaja a Soria, su tierra natal, para visitar a su progenitora, usuaria desde hace cuatro años de la residencia de mayores El Parque (Clece) de la capital soriana. La pandemia del coronavirus se ha interpuesto entre ellas. Por fin, esta semana, han podido reencontrarse. El centro ha adecuado el horario de visitas en este caso excepcional, permitiendo que durante los últimos cinco días, tiempo en que Rosalía ha permanecido en Soria, hayan podido verse media hora por la mañana y otra media hora por la tarde. Las norma general establece 30 minutos de visita a la semana a un único allegado por residente.

«No he podido venir hasta ahora por culpa de la COVID. Nos han adaptado los horarios. Me hicieron el test el lunes, di negativo, y estoy viniendo por la mañana y por la tarde», relata Rosalía. La lejanía se hizo más dura cuando en el mes de abril Julia, de 92 años, enfermó de coronavirus. «Ha estado mal, lo superó y ahora está mejor que nunca», exhorta su hija. 

Así que la emoción al volverse a ver este lunes, después de tantos días y tantas noches de preocupación e incertidumbre, fue «inmensa», más de lo previsto porque Rosalía adelantó un par de días su llegada y Julia no lo esperaba. «Ha sido muy duro, desde lejos se ve todo con más estrés, mi madre con las complicaciones que ya tiene... pero ha estado bien», advierte.

Y es que el contacto familiar hay  que preservarlo para cuidar el estado cognitivo de los usuarios. Por ello, en la residencia El Parque de Soria han implementado las medidas de seguridad en las visitas y han incorporado la práctica de test de anticuerpos a aquellas personas que acuden a ver a sus mayores.

«Aplicamos todas las medidas para evitar por todo los medios que se vuelvan a restringir las visitas. Es muy importante para ellos», pone de relieve la directora de la residencia, María Pol Rodríguez.

El protocolo es sencillo: en el acceso se toma la temperatura, desinfección de pies, manos, la firma de una declaración responsable y se ofrece la opción del test, cuyo resultado se obtiene en 10-15 minutos.

María Teresa va a visitar a su madre Teófila. Sus visitas están concertadas para los martes, a las 11.00 horas, durante 30 minutos, de forma que las hermanas se van turnando para no perder ese contacto. «Es el primer día que me hacen el test», explica María Teresa mientras espera el resultado del mismo, que en seguida confirma que es negativo en SARS-CoV-2. «Da seguridad», resalta.

La sala habilitada para las visitas es amplia y se han dispuesto mesas separadas por una mampara o bien se colocan dos mesas para garantizar esa distancia d seguridad. «Las familias están muy concienciadas, respetan todas las medidas porque saben que de ello depende que no pase nada y puedan seguir viniendo. Solo viene una persona por usuario a la semana, salvo excepciones, para restringir el peligro del contagio», resume la directora. En este sentido, María Pol hace hincapié en la mejoría del estado anímico de los mayores que viven en este centro tanto en los días previos a la llegada de los suyos, como después de esos minutos de contacto presencial. 

No obstante, conscientes de que este tiempo semanal es reducido, continúan con las videollamadas, «para que no sientan esa falta», y tratan de implicar a las familias en todas las actividades y terapias que se desarrollan en la residencia.

Asunción está satisfecha con el protocolo del centro de mayores en la que vive, desde hace un año, su hermana Leoncia, de 82 años. «Me parece perfecto, da mucha tranquilidad. Estamos contentos con lo que hacen», asegura. Admite que desde que su hermana recibe visitas, tras las semanas de estado de alarma y el cierre preventivo de este verano, «ha mejorado». «El confinamiento fue muy duro», recuerda. Leoncia asegura que está «bien», la salud le acompaña, aunque reconoce que echa de menos  una relación más cercana, sobre todo con los sobrinos. «Mi hermana viene mucho a verme. Y también hablo con ellos desde la ventana, cuando pasan por la calle. Veo a los niños, a mis sobrinos, me da mucha alegría, pero no puedo darles un beso siquiera. Bueno, no importa, porque no se puede. No es que sea muy besucona, pero cuando los ves...», cuenta.

PLAN ANTICOVID. Tres son los ejes en los que se sustentan las medidas anticovid de la residencia El Parque: desinfección, prevención y evitar el deterioro cognitivo que puedan acarrear todas las pautas a seguir para ganar en seguridad frente al virus. «Por eso fomentamos las visitas estructuradas, para no tener que eliminarlas, y también la participación de las familias a todos los niveles. Tenemos varios murales por la residencia, por cada grupo burbuja, en cada color, y lo hemos hecho con las familias. Han mandado fotos antiguas, cartas, postales, dibujos de los niños... es emocionante. Seguiremos en esa línea, para que casi todo lo que se haga, aunque sea desde fuera, las familias sigan siendo partícipes. El contacto, sea cual sea, para ellos es muy importante», señala la directora.

Menciona las semanas en verano que volvieron a suspenderse las visitas y los usuarios «ya lo notaron» ante la incertidumbre que les generó que pudiera tratarse de otro confinamiento similar al de la primavera pasada.

«Todos hemos reducido nuestra vida social, también los mayores que viven en sus domicilios. Por eso no hay que negativizar tanto esta situación. Los residentes viven en comunidad y en sus grupos burbuja se fomenta la relación entre ellos, al mismo tiempo que evitamos los contagios masivos. Hay que hacerles sentir bien y seguros, que no piensen que por estar aquí van a estar peor. Esta es su casa, su hogar, sus compañeros de burbuja son sus vecinos, con ellos comen, pasean en el jardín, comparten actividades... El futuro es incierto, pero tenemos la esperanza de que no sea todo igual que en marzo», abunda María Pol.

En la residencia El Parque viven 115 mayores y todos ellos, así como al personal, se someten a pruebas PCR cada 15 días. Próximamente, esperan poder incorporar los test de antígenos. Una de las enfermeras, Raquel del Barrio, encargada de practicar los test de anticuerpos a los visitantes, asegura que desde que se añadió esta prueba tanto las familias como los residentes «se sienten más seguros». «Los residentes los necesitan mucho, aunque nos tienen a nosotras, nada como el cariño de casa», enfatiza.