Se podría tratar de un epitafio modesto, aplicable a alguien que hizo las cosas como debía según su saber y entender. O del texto en bronce bruñido al pie de una estatua o una simple frase en una fotografía del personaje. Pero créanme, pese a la humildad de estas cuatro palabras, no son todos, ni siquiera muchos, quienes la merecerían en plazas públicas o lápidas de cementerio.
Hay quien pasa por la vida sin la más mínima intención de dejar huella y otros que se afanan en ello con tenacidad porque, la vida eterna no está claro que exista, pero sí el recuerdo cuando se talla en piedra u otro noble material.
Adolfo Sainz, presidente del Casino, no figurará en los libros de historia, lo mismo que la mayoría de los mortales, incluido un servidor, pero merecería una foto, o un retrato pictórico de algún notable artista local, en el que dijera algo así como 'Don Adolfo Sainz, presidente de tal a tal año, de nuestro ilustre Casino. Se tomó la molestia'. Toda esta perorata viene a cuento del inicio del expediente para la declaración de Bien de Interés Cultural del Casino de Soria, como sabrán, resultante de la fusión del Circulo de la Amistad y el Casino Numancia. Ahora claro, queda saber cuánto durará el proceso para la declaración definitiva, pero Adolfo y los suyos ya han logrado el primer objetivo, ponerlo en marcha. Enhorabuena pues y que sea para bien, porque el siguiente objetivo es que recupere vitalidad y no sea sólo un reducto de un pasado con recuerdos de Machado y Gerardo Diego entre otros.
No es fácil hacer funcionar una máquina antigua en tiempos modernos. No lo es tampoco lucir un Ford T de principios de siglo pasado rodando sin problemas, pero los hay y se cotizan. De momento una ayudita la tendrán sus finanzas, porque un BIC, Bien de Interés Cultural, no paga IBI y el edifico del Casino, en pleno Collado, sale por un pico. En estos tiempos en los que los rojeras del gobierno de España perdonan este impuesto sobre inmuebles a todas las religiones con nutrida feligresía, merecería la pena hacer un apaño para acreditar que el Casino es un templo de cultura, con sus correspondientes diosecillos a la puerta o en un coqueto y florido altar, para seguir con sus actividades, que por cierto, se ajustan más a la aconfesionalidad que reconoce nuestra Constitución, que las que practican los musulmanes, budistas, mormones, evangélicos y por supuesto católicos.
Es voluntad política que el expediente se resuelva pronto. Que no dure tantas décadas como el de la ermita de San Saturio, ni tan pocos días como la del Renault 4/4 que se aprobó de manera ridícula para hacer la pelota a la empresa que lo fabricó en Castilla y León.