Por razones de fuerza mayor, cuarenteneo estos días al calor del hogar bajo el auspicio de Delta, la nueva y expansiva variante esdrújula o a costa de alguna otra letra del alfabeto griego. Tiempo suficiente para detenerse  y sucumbir al aluvión de listas 'top ten' del año, de series, libros, discos (nacionales, internacionales),  que le hacen constatar a uno lo alejado que están sus gustos del 'mainstream' mediático imperante al tiempo que le reafirman en su ignorancia sabedor de  que son muchas más las cosas que desconoce que las que conoce, como así será  hasta el fin de sus tiempos. Buena ocasión para recordar que,  incluso en épocas dramáticamente oscuras, la magia de la creación no cesa ni se detiene, ni tampoco dejan de abundar las acciones de aquellos que tienden a mejorarnos. Dicho lo anterior por un  optimista bien informado como acertó a definir Benedetti a los pesimistas. Podría detenerme medio segundo, en este balance pandémico, en aquellos que han apuntado contra nuestra línea de flotación emocional contribuyendo a alimentar la crispación; los intentos de la clase política por arrimar el ascua a su sardina y sacar rédito de la actualidad incluso en los momentos más delicados; podría hablar de la gestión caótica de la crisis sanitaria cuando más se precisaba de firmeza y toma de decisiones para cauterizar las heridas provocadas por el virus; o lo atribulado de esta España convertida por momento en reino de taifas sin un marco común cuando lo que necesitaba era de unidad. Pero persisto en mi actitud positiva  alentado por la certeza de que 2021 ha sido mejor que el periodo anterior y será peor que el venidero.
Alumbramos la última portada del año (la primera, depende de cuando, querido lector, se asome al quiosco) en coincidencia con la palabra elegida por la Fundación del Español Urgente  (FundéuRAE), ese consultorio al que la profesión recurre con frecuencia para despejar dudas antes de mandar a imprenta el error gramatical u ortográfico de turno. Y habrá, y hay, palabras negativas que pueden liderar esta clasificación, pero la institución promovida por la Agencia EFE y la Real Academia Española elige 'vacuna'. Sin duda, la que nos representa a los que confiamos en los avances científicos, en el talento que se esconde detrás de cada progreso y desde el sincero convencimiento de que esos pinchazos de esperanza han salvado miles de vidas y nos han ayudado a sobrellevar mucho mejor el virus a los que, con un par de dosis en el brazo, nos hemos contagiados en esta explosiva sexta ola.
En la elección de la fotografía de portada que se asoma a nuestra primera página y en el reportaje de páginas interiores  conviven esa mezcla de agradecimiento, admiración y reconocimiento para ese grupo de poco más de media docena de profesionales  que han recorrido la provincia repartiendo seguros de vida. Con infinita paciencia, dosis de cariño y mensajes de tranquilidad ante el mar de dudas que, sobre todo al principio, despertaban el despliegue de las diferentes vacunas.  Gracias a vuestra labor, a vuestras jornadas interminables, hemos podido recobrar la vida y, entre otras cosas, volver a reunirnos con los nuestros.
Sé, profesionales de la sanidad, que andáis molestos, que en un santiamén hemos olvidado los aplausos de las ocho (esos que me llegaron a emocionar y eso que uno es atemperado salvo cuando hay un balón de fútbol de por medio o cuatro acordes bien encadenados).  Hemos cambiado esas explosiones de gratitud balconísticas por  los reproches, la incomprensión y la impaciencia sin reparar en que sois víctimas de un sistema que tiende a acordarse de(l) SantaBárbara cuando truena. 'Vacuna' es la palabra del año y vosotros los superhéroes y heroínas sin capa encargados de regalarnos nuestro bien más preciado, la salud. Eternamente agradecido.