El difícil equilibrio entre el turismo y las granjas

Sonia Almoguera
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El profesor de la UVa Jesús Bachiller propone que los municipios pongan en marcha protocolos «claros y a futuro» mientras que ASDEN alega que estas explotaciones ganaderas generan más despoblación

El difícil equilibrio entre el turismo y las granjas

A un lado, el turismo unido en muchos casos a una importante proyección de actividades culturales; del otro, granjas de ganadería intensiva. El equilibrio de la balanza resulta cuanto menos difícil para muchos pueblos de la provincia de Soria en su intento por generar empleo y, de nuevo, vida bajo la inexorable espada de Damocles que impone la despoblación. Decantarse por uno u otro modelo, como reconoce el profesor de Análisis Geográfico Regional del Campus Duques de Soria de la Universidad de Valladolid (UVa), Jesús Bachiller, es complejo y un tema que, advierte, genera controversia y opiniones, muchas veces, enfrentadas.  

A finales del pasado año el Gobierno de España aprobó un Real Decreto que fija la capacidad máxima de granjas de nueva creación en un máximo de 850 unidades, una norma que 'hería de muerte' al controvertido proyecto de macrogranja para 23.520 vacas promovido por la Cooperativa Valle de Odieta en Noviercas, y que marca un punto de inflexión en la implantación de este tipo de explotaciones de ganado. Pero el  de Odieta (que ha recurrido el Real Decreto ante el Tribunal Supremo y que ha solicitado a la Junta de Castilla y León continuar el proceso administrativo para su puesta en marcha) no es el único proyecto polémico en la provincia. 

En estudio de impacto ambiental por parte de la Junta de Castilla y León se encuentra actualmente la granja de 7.200 cerdos en Narros mientras, paralelamente, hay en marcha una reclamación judicial de un grupo de vecinos en relación al proceso de permuta de las fincas donde tiene previsto instalarse; en Cidones el Tribunal Contencioso Administrativo frenó hace unos meses una explotación porcina de 4.368 unidades, al tiempo que en Gormaz la afectación paisajística a su fortaleza forzó a que se reubicara el proyecto en terrenos más alejados. El último caso, Monteagudo de las Vicarías, donde el proyecto de una nueva granja motivó el pasado mes de febrero la salida de la Asociación Cultural Armazón, encargada de la gestión cultural de las salas de exposiciones del castillo. 

«La ganadería intensiva y extensiva crean empleo en el medio rural, lo mismo que el turismo», sostiene Jesús Bachiller. Pero en la apuesta por uno o por otro, añade el profesor del Campus Duques de Soria, es importante que los ayuntamientos establezcan «una planificación de qué se quiere hacer y qué acciones son contrarias» a cada modelo elegido. Porque las incompatiblidades, razona, existen. «En Soria parece que hacer cualquier actividad lo justifica todo», argumenta, por lo que conmina a los municipios a analizar bien todos los pros y los contras, al tiempo que pide a las instituciones competentes hagan una buena ordenación del territorio.

La decisión, añade Bachiller, «no es fácil» y hay que tener en cuenta múltiples factores dentro de una estrategia política de futuro en la que lo ideal sería el consenso con los vecinos. Para Bachiller el turismo es un sector que genera riqueza y fija población, pero su puesta en marcha y mantenimiento requiere tiempo y un desarrollo a largo plazo para la generación de negocios de restauración o alojamiento. Y por el lado de las explotaciones ganaderas intensivas, insiste, habría que analizar también la durabilidad del negocio y también cómo será a largo plazo la demanda de carne y el mercado internacional (España es actualmente el segundo mayor exportador de carne porcina del mundo). Al mismo tiempo, expone el docente, tendrían que tenerse en cuenta otras cuestiones como la afectación a recursos hídricos, tratamiento de gestión de residuos, posibles olores o impacto visual al paisaje.

Para Miguel Tugores, director de la Fundación DeArte, entidad que lleva 14 años reivindicando la cultura como motor de desarrollo económico en Medinaceli, no es casual que estos grandes proyectos ganaderos se hayan fijado en una provincia como Soria. Para el gestor cultural está claro que los promotores buscan lugares con alta incidencia de despoblación donde se prevé «poca contestación social». 

Una teoría que corrobora la Asociación Soriana de Defensa y Estudio de la Naturaleza (ASDEN). Huesca, Cuenca, Albacete y otras provincias del interior son otros lugares donde se está promoviendo este tipo de proyectos «porque los grandes impactos que generan hacen que se busquen zonas escasamente pobladas», recalca la entidad. El 'modus operandi', recalca ASDEN suele obedecer a un mismo patrón. «En muchos casos promueve alguien del pueblo a modo de facilitador y luego se la traspasa a una gran empresa cuando ya está en marcha», apunta la entidad.

El problema, insiste también, es que, en muchas ocasiones, la posibilidad de que se creen puestos de trabajo con la apertura de estas granjas y que, por ende, se propicie el crecimiento de la población, se recibe sin medir las consecuencias futuras como, sostiene, la contaminación de las aguas con nitratos, que al final contribuye a más despoblación «porque no vas a vivir donde cada vez el agua está más contaminada». Y los escasos trabajadores que, según ASDEN, contraten estas explotaciones no en todos los casos acabarán viviendo en las mismas poblaciones.

Miguel Tugores opina también que «cinco puestos de trabajo», o los que se propicien en cada caso, si no hay otras industrias complementarias, no son suficientes. «Revitalizar un pueblo sólo con eso es imposible», añade. El turismo y el atractivo cultural son una opción pero, se pregunta, ¿hasta qué punto serán atractivos con inconvenientes como malos (o persistentes) olores, por ejemplo? La única posibilidad, considera, es que «se cumpla la normativa». Una cuestión que también subraya Jesús Bachiller. «Tanto para la actividad ganadera como para la turística habría que regular unos protocolos muy claros y no salirse de sus límites», apunta el docente de la Universidad de Valladolid insistiendo en la necesidad de una planificación a futuro, incluida de los terrenos susceptibles de acoger este tipo de negocios ganaderos.

Pero para ASDEN, la normativa es laxa y los controles de la legislación europea y del nivel de nitratos en las aguas, por ejemplo, muy escasa.

Alternativas. A la implantación de granjas, sin embargo, hay «pocas alternativas» en el caso del desarrollo económico vinculado a la explotación ganadera, añade Jesús Bachiller. «El desarrollo de industria de transformación agraria podría ser una posibilidad», insiste. Pero para ello haría falta mano de obra y disponibilidad de vivienda, factores que, insiste, también se deben contemplar. 

Para Miguel Tugores, «la belleza de lo rural es más compatible que nunca con el turismo». Las posibilidades aumentan cuando existe un patrimonio histórico-artístico bonito o con cierto interés. La belleza de un lugar y la buena calidad de vida ayudan también, en su opinión, a captar posibles nuevos moradores gracias a opciones como el teletrabajo. 

La promoción cultural, en este sentido, juega en esta labor un papel fundamental. La Fundación DeArte  organizó el año pasado 77 eventos, algunos, como el Concurso de Canto, de ámbito internacional. Todas las actividades celebradas llevan siempre por delante el nombre de Medinaceli. A modo de promoción de la localidad y, desde la humildad, porque, insiste Tugores, hacer actividades culturales y trabajar en pro del turismo tampoco da pie a considerarse «los dueños del pueblo» en alusión a la 'espantada' de la Asociación Armazón en Monteaguado de las Vicarías. Lo ideal, insiste la organización ecologista ASDEN sería el fomento de granjas de pequeño tamaño regentadas con gente que viva en los pueblos «con poco impacto y consumo de agua, pero es evidente que ese modelo no puede surgir porque no es rentable», argumenta la entidad.