La gran paradoja del independentismo

Roger Mateos (EFE)
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Junts y ERC han conseguido arrancar en Madrid un compromiso que no puede equipararse a sus malos resultados el 23-J: una amnistía que pone el contador a cero tras 10 años de procés

El factor Puigdemont condicionará la estabilidad de esta legislatura y hará sudar al Ejecutivo cada voto de su formación. - Foto: Enric Fontcuberta (EFE)

Este 2023 que termina podría definirse como el año de la gran paradoja independentista: justo cuando el secesionismo experimentaba claros síntomas de flaqueza electoral, tras recibir un severo revés en los comicios del 23 de julio y en pleno retroceso en las encuestas en Cataluña, ERC y JxCat disfrutan de su mayor poder negociador en Madrid.

Estas son las claves de su peculiar fórmula «menos es más», con la que han conseguido arrancar un compromiso que hasta hace unos meses parecía absolutamente inalcanzable: una ley de amnistía para poner judicialmente el contador a cero tras una década de procés.

1 Menos diputados, más rendimiento

En 2021, la fuerza electoral del separatismo tocó techo: las candidaturas favorables a la independencia alcanzaron el 52 por ciento de los votos en los comicios al Parlament, donde los 74 diputados de ERC, JxCat y la CUP sumaban una holgada mayoría absoluta que permitió investir al republicano Pere Aragonès como presidente de la Generalitat. Se iniciaba un mandato en el que parecía haber margen para revitalizar el procés.

Todo fue un espejismo, porque, un año después, la CUP ya ejercía inequívocamente de oposición, Junts rompía su coalición de Govern con ERC, mientras que Aragonès se quedaba solo al frente de una Generalitat abierta a dialogar con el Ejecutivo de Pedro Sánchez.

Aparentemente, los resultados del 23-J fueron un descalabro para el secesionismo -los republicanos cayeron de la primera a la tercera plaza en Cataluña, los de Carles Puigdemon a la quinta, incluso por detrás del PP, y los cuperos se quedaron sin escaños-, pero los 14 diputados de Esquerra y Junts -siete para cada uno- tenían la llave de la investidura del líder del PSOE, por lo que su poder negociador se multiplicó exponencialmente.

2 ¿El retorno del «estilo Convergència»?

Este 2023, el gen convergente de JxCat sacó la cabeza en más de una ocasión, empezando por las municipales de mayo, en las que el exalcalde de Barcelona Xavier Trias volvió a un cartel electoral con un discurso vintage, pragmático, opuesto a la «confrontación» que enarbola Puigdemont, y ganó contra todo pronóstico, aunque una carambola de pactos le dio la Alcaldía al socialista Jaume Collboni.

Pero sin duda, el viraje más llamativo es el que dio el expresident fugado, que en la campaña de las generales llegó a afirmar que Sánchez jamás sería presidente con los votos de su formación y que, tras convertirse en árbitro de la investidura, abrió la puerta a una negociación que culminó con la rehabilitación de su figura a ojos de PSOE y Sumar y con una ley de amnistía en el Congreso.

El giro posibilista en la estrategia de Junts coincidió con el progresivo ocaso del sector más favorable a la vía unilateral, con Laura Borràs a la cabeza, cada vez más arrinconada frente al núcleo duro que capitanea el secretario general del partido, Jordi Turull, junto a multitud de cargos de la antigua Convergència.

3 Tres mesas para una negociación

Además de mantenerse la mesa de diálogo entre Generalitat y Gobierno central, los pactos de investidura propiciaron dos frentes de negociación bilaterales del PSOE con Junts y con ERC, arbitrados por un mediador internacional, en los que los independentistas formularán sus propuestas para celebrar un referéndum de autodeterminación y acordar una financiación singular para Cataluña.

Las delegaciones de JxCat -encabezada por Puigdemont- y del PSOE -con Santos Cerdán- ya mantuvieron en Ginebra una primera reunión, en presencia del «verificador», el diplomático salvadoreño Francisco Galindo Vélez, mientras que la mesa entre ERC y los socialistas -que también podría reunirse en Suiza para que participe Marta Rovira- aún no tiene fecha de estreno. A la espera de esta cita, Aragonès y Sánchez se reunieron el pasado día 21 en Barcelona y el republicano insistió en avanzar hacia un referéndum.

4 Puigdemont, ¿candidato?

El factor Puigdemont condicionará la estabilidad de la legislatura española y hará sudar al Ejecutivo: cada voto de Junts para apoyar sus iniciativas en el Congreso dependerá de los «avances» que se registren en su mesa de negociación, una incertidumbre que puede verse agravada por la proximidad de los comicios catalanes, previstos para febrero de 2025, si Aragonès no los adelanta.

El expresident no está inhabilitado, por lo que podría repetir como candidato a las europeas del año que viene y, si prospera la amnistía, incluso se podría plantear postularse como aspirante a presidir la Generalitat de manera efectiva -en 2021 fue cabeza de lista como mero reclamo electoral, porque Borràs era la candidata real-.

Esa misma tentación también puede tenerla Oriol Junqueras como líder de ERC, aunque ello supondría desplazar a Aragonès; eso sí, el socialista Salvador Illa es quien lidera los sondeos.