«No me creo que ya haya llegado a los 100 años»

A.I.P
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Felicitas Jiménez Ridruejo, famosa por ser la primerasoriana en inmunizarse frente al covid, cumple el siglo

«No me creo que ya haya llegado a los 100 años» - Foto: E.G.M

De ninguna forma nos lo íbamos a perder. Que El Día de Soria no le hiciera hueco en sus páginas al que es, sin duda, uno de los eventos más reseñables de este 2023 no hubiera sido aceptable. Felicitas Jiménez Ridruejo cumplió un siglo este miércoles 15 de noviembre. Su nombre y su rostro -cubierto en parte por una mascarilla azul- se hicieron famosos a finales de diciembre de 2020, cuando fue la primera soriana en recibir la vacuna frente al covid. Meses antes de que estallara la maldita pandemia fue protagonista en este periódico -portada incluida-, cuando nos enseñó sus memorias, la autobiografía que terminó de escribir con 90 años. Quién le iba a decir hace una década a esta mujer nacida en San Andrés de San Pedro que le faltaba por escribir uno de los capítulos más importantes de la historia de esta provincia. 

A unas horas de que llegue el día de su cumpleaños, Felicitas nos recibe en la residencia de Los Royales, donde vive desde hace 21 años. Está acompañada de sus hijas gemelas María Jesús y Carmen, que todavía están ultimando con el personal del centro la celebración. «No me creo que ya haya llegado a los 100 años [...] Yo soy fuerte. Y luchadora, también. Aunque he pasado mis penas», confiesa la centenaria, rodeada de una selección de fotografías que repasan su prolífica participación en todo tipo de actividades en Los Royales. «Es que he llegado a tiempo a todo: teatro, pintura, cerámica... cuando teníamos el mercadillo era una de las buenas colaboradoras y durante tres años llevé la contabilidad», relata.

Hace ya unos años que dejó la escritura, pero mantiene la destreza y el pulso necesarios para coger el pincel a diario y continuar con su trayectoria pictórica. «Las piernas es lo peor que tengo, pero la cabeza la tengo bien. Puedo contar toda mi vida... Cuando tuve a mis hijos fui la madre más feliz. Los tres mayores fueron seguidos y luego llegaron las gemelas. No ha habido ni un día que me haya penado tenerlos tan juntos», asegura.

Y en el recuerdo no faltan, están más presentes, si cabe, en un día tan especial, quienes ya no están: su marido Santiago, con el que vivió un matrimonio feliz, y su hijo mayor, José María, fallecido con solo 34 años. «No hay pena más grande en el mundo para una madre que perder a un hijo. Era una buena persona, me daba consejos. Pienso: yo vivo tantos años... y él, tan pocos», lamenta.

El optimismo de esta mujer perseverante, siempre rodeada de los suyos -su familia de sangre y la de la residencia- le han servido a Felicitas para sobreponerse a los golpes más duros de la vida y para disfrutar de los más felices. «A mis nietos los quiero con locura. Y a mis biznietos, que ya tienen once, nueve y seis años. Soy algo seria -confiesa- y no demuestro lo que soy. No digo 'te quiero', me cuesta, pero lo llevo dentro [...] Mis hijos son un amor». 

cuestión de actitud. La incredulidad que demuestra Felicitas ante el hecho irrefutable de cumplir 100 años responde a su actitud, a esa entereza que define su forma de ser. Ha sido siempre «presumida» y el paso del tiempo no ha vencido a su coquetería. Gustarse frente a un espejo es otra forma de envalentonarse ante los vaivenes de la vida. Así que, no podía ser de otro modo, antes de esa fiesta de cumpleaños con hijos, nietos, biznietos y amigos, nos describe el outfit elegido para el gran día: «Lo tengo todo preparado. El vestido me lo han regalado mis nietos, lo han elegido ellos. Es azul, con unos puntitos y unos adornos que ha puesto mi hija Mari Carmen. Unos pendientes muy bonitos y un colgante que me ha regalado una amiga, que es el árbol de la vida. En la chaqueta llevo un broche de una mariposa, que es regalo de mi nuera. Yo sigo igual. Aunque llevo el pelo bien, mañana [por el día de su cumpleaños] iré a que me dé un toque la peluquera. Ya sabes, genio y figura...», confiesa Felicitas con una sonrisa.

Cumplir 100 años no le resta un ápice de ilusión. Haber alcanzado las tres cifras, sorteando de la mejor forma posible lo bueno y lo malo que depara una larga existencia, le anima a continuar peleando por los que más quiere, por verlos disfrutar en su compañía. «A mí me llena que me vean contenta», advierte.

Repasa de memoria las palabras que tiene previsto dedicar a quienes le acompañarán el día de su cumpleaños. «Diré: en el día de hoy cumplo 100 años, gracias a Dios. Estoy muy agradecida a todos. A los que están conmigo y a los que se han ido. Más o menos, es lo que quiero decir».