Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


Mentirosos

16/07/2023

En la guerra, y en las campañas electorales, la primera víctima es la verdad. Pero ese paradigma, que va más allá del mero tópico, en casi ninguna parte, excepto, claro, en España, incluye que los dos principales candidatos a presidir un Gobierno se insulten al grito de "mentiroso" dedicado al otro, de modo que la entera campaña electoral está girando en torno a la 'inveracidad' de cuanto dice el rival, que casi parece más bien el enemigo en una guerra de Gila. Y así, se desnuda ante una opinión pública atónita desde la eficacia de Correos, que debería ser empresa pública intocable, hasta la supervivencia de Doñana, pasando por el futuro pago o no en nuestras carreteras: no hay dato económico ni social que haya quedado incólume en este cruce de acusaciones, ante las que Pinocho aparecería como el colmo de la sinceridad.

Claro, el prestigio del país, en el exterior y entre la propia ciudadanía, sufre: ¿quién va a invertir en una nación en la que desde el Instituto Nacional de Estadística hasta las encuestas oficiales del Centro de Investigaciones Sociológicas son puestos en tela de juicio? Eso afecta, claro, a la seguridad jurídica y a la autoestima de los españoles, pero nada importa: el triunfo en las urnas es lo primero.

Vivimos tiempos 'fake', y no solo en España. Gobernantes como Donald Trump pusieron de manifiesto que mentir descaradamente no es, en el fondo, tan condenable para unas opiniones públicas y publicadas que antes eran mucho más rigurosas. Pero hoy da lo mismo que la flamante presidenta de una Comunidad Autónoma lo sea porque ha violado la palabra dada a sus electores. O que un presidente del Gobierno central considere que sus numerosos casos demostrados de falsedades fueron un simple 'cambio de opinión' exigido por la variación de la coyuntura.

Lo que ocurre es que tales 'cambios de opinión' se producen después de que los electores hayan depositado sus votos en las urnas, creyéndose (más o menos) las promesas recibidas. Y no parece que los vídeos que se cruzan los grandes partidos, llamando sin recato 'mentiroso' al jefe de filas contrario, vayan a ejercer gran influencia sobre lo que ocurra el próximo día 23: eso indican, al menos, los 'tracking' que cotidianamente (desde el próximo lunes están vetados por una absurda ley) se publican.

Así, parece que el ciudadano/elector se ha acostumbrado a no creerse casi nada de lo que se le dice desde los micrófonos y entrevistas mitineros: la mentira, y en ella participan no solo los 'grandes' --Yolanda Díaz también está empezando a cotizar en el 'ranking', y Abascal hasta trata de vetar informaciones que no le acomodan--, ya no hace que el falseador cotice a la baja. Y así, los 'cara a cara', los debates, se valoran en función de su fogosidad, no de las propuestas que se lanzan, ya que todos saben, como decía el cínico Tierno Galván, que "las ofertas que se hacen en campaña están para no cumplirlas". Así que no haremos más preguntas, Señoría.