'Desconectados' para redescubrir la vida real

Cristina Dumitrescu (EFE)
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Un proyecto educativo promueve que los jóvenes rompan con sus rutinas digitales a través de experiencias en la naturaleza que les hagan reflexionar sobre la dependencia de la tecnología

‘Desconectados’ para redescubrir la vida real

Incitar a los adolescentes a apartar los ojos de las pantallas para que redescubran, o descubran en muchos casos, el mundo real que les rodea se ha convertido en un acto revolucionario en una sociedad en la que las redes sociales han llegado a absorber el tiempo de ocio de los jóvenes en edades cada vez más tempranas.

Es por ello que la Fundación Alares y MacMillan Education impulsan la iniciativa Desconectados para fomentar las relaciones de «tú a tú» entre alumnos adolescentes a través de rutas en entornos naturales lejos de las pantallas, dinamizadas por el explorador Nacho Dean, la primera persona en dar la vuelta al mundo caminando y en unir nadando los cinco continentes.

A través de las experiencias del aventurero, los alumnos aprenden lecciones de supervivencia, descubren nuevas sensaciones rodeados de la naturaleza y comparten con los compañeros de clase actividades que fomentarán la confianza, el valor de la amistad y la importancia de disfrutar del lugar y del momento lejos de las pantallas.

Esta iniciativa recorrerá diferentes centros educativos de toda España durante este año, en concreto 40 actividades a partir de marzo, según la directora de Fundación Alares, Mar Aguilera, quien admite que la iniciativa sigue adelante después de las buenas impresiones de la prueba piloto que se realizó en el municipio madrileño de El Escorial con alumnos de un colegio de Aravaca (Madrid).

«La actividad consistía en salir a la naturaleza para desconectar del mundo virtual, para tener más formas de relacionarnos con los compañeros con pruebas de confianzas en equipo y también que tengamos otra forma de ver el mundo, no a través de las pantallas o de los libros», explica la alumna Fiorella de 4º de la ESO, que participó en la ruta por la Sierra de Madrid.

Estas salidas pretenden dotar a los estudiantes de herramientas para trabajar la desconexión digital en su día a día y, a la vez, fomentar el acercamiento con los compañeros y familiares, un equilibrio a veces difícil de conseguir en una sociedad hiperconectada en la que el 98 por ciento de los niños de entre 10 y 15 años hacen un uso habitual de la tecnología, según el Observatorio Nacional de Tecnología y la Sociedad.

La especialista en responsabilidad social corporativa de Macmillan Education, Esther Asensio, aboga por establecer unas reglas, marcar pautas dentro de los hogares o los centros educativos para limitar el uso de los móviles.

Asensio aconseja centrarse en hacer una tarea, silenciar las notificaciones o no utilizar la tecnología cuando, por ejemplo, se esté comiendo, trucos que permiten a los jóvenes la desconexión digital.

«Si estás viendo una película, dedícate a ver la película y no estés chateando a la vez con los amigos», añade.

No obstante, los dos organizadores de la ruta remarcan que con esta actividad no se pretende demonizar la tecnología, que es útil para los jóvenes porque facilita el aprendizaje y ayuda a entender conceptos, además de permitir una educación más accesible.

Álvaro admite usar la tecnología «bastante» para estudiar, ya que en internet encuentra muchos recursos que no están en los libros de texto. «Me puse unos límites de tiempo en las aplicaciones de redes sociales para evitar el uso mientras estoy haciendo otras cosas, cuando estoy estudiando dejo el móvil aparte y utilizo el ordenador si tengo que buscar algo», afirma Álvaro.

Los alumnos entrevistados, que tienen móvil desde los 10-11 años, coinciden en que la ruta ha supuesto un punto de inflexión en el uso de la tecnología, sobre todo en redes sociales como Instagram, TikTok o YouTube, plataformas «poco productivas».

«Ya estoy entrando en una etapa de mi vida en la que tengo que ser más productivo y priorizar algunas cosas... las redes sociales son prescindibles totalmente», expresa Curro, de 15 años.

Por su parte, Nacho afirma haber borrado su cuenta de TikTok y desinstalado la aplicación: «Es una pérdida de tiempo, te atrapa en redes sociales y te das cuenta de que has perdido una hora de tu vida simplemente deslizando, al final no te sirve para nada y quien gana es la empresa que lo lleva».

Incitar a pensar

Aguilera insiste en que la actividad, de escasas horas, es para lanzar ciertas pinceladas, animar a los adolescentes a reflexionar sobre sus acciones y buscar el equilibrio social de las relaciones del «tú a tú» en persona y las que se dan a través de las pantallas.

Porque ver atardeceres, ejercicios en el gimnasio, desayunos, gente bailando, pistas de aterrizaje a través de la ventanilla del avión y estos, a su vez, a través de un dispositivo móvil no es estar frente al mar viendo el sol ponerse, ni comer, ni moverse, ni tampoco viajar.