Tasio Ranz, despoblación creativa en la España vacía

A.P.Latorre
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Tasio Ranz, un joven estudiante de Diseño de Producto, estudia los objetos en la España Vacía y propone retomar su espíritu en la ciudad

Tasio Ranz, despoblación creativa en la España vacía

Los bisabuelos de Tasio Ranz eran de Torralba del Moral y, como tanta gente de los pueblos, emigraron a Pamplona. Pero de ahí le vino la idea de «volver a lo rural», porque siempre les ha escuchado contar cosas relacionadas con el pueblo, como la matanza o la labor de los pastores. «Siempre he tenido esa vinculación con Soria. Íbamos de vez en cuando al pueblo a ver si la casa estaba todavía en pie y era como una aventura ver un paisaje tan diferente al de Navarra.Era como cambiar de chip porque todo estaba abandonado...», comenta el joven estudiante de Diseño de Producto en la Universidad de Navarra para introducir el tema que ha escogido para el Trabajo de Fin de Grado (TFG). 

Lo ha titulado ¿Cómo nacen los objetos en la España Vacía?, inspirado en el famoso libro ¿Cómo nacen los objetos?, de Bruno Munari, que «es como la biblia para los diseñadores». Sin embargo, se trata de un libro moderno y urbano, mientras que Tasio se planteó hacerlo en la España Vacía, «un contexto que aparentemente está muy desvinculado del diseño».  

Su trabajo de campo arrancó en verano, visitando el pueblo de un amigo en Burgos. «Comenzamos a entrar en casas abandonadas y me fijé en que había un montón de cachivaches superinteresantes y superrudimentarios que ni siquiera sabíamos cómo se llamaban y teníamos que ir a preguntarles a los mayores para que nos dijeran para qué servían», recuerda. 

Tasio Ranz, despoblación creativa en la España vacíaTasio Ranz, despoblación creativa en la España vacíaDe esta manera, el estudiante notó que «había una desvinculación muy fuerte con algo que hace una generación o dos eran objetos del día a día, como la criba». Así que empezó por ahí, siempre con la idea de «tener una visión muy abierta del medio rural», es decir, que «para dinamizarlo y luchar contra la despoblación o dar vida a los pueblos no hay que tener miedo a innovar, a combinar conceptos, a reimaginar...». 

ESPAÑA VACÍA. La preservación corre a cargo de los museos etnográficos y su idea era reinterpretar eso desde su visión de «extrañamiento» porque no lo ha vivido. El trabajo lo acotó a la Sierra de la Demanda de Burgos, porque no tiene tiempo por ahora para expandirlo, como una especie de viaje por la España Vacía para «ver cómo crean y cómo se relacionan con los objetos los habitantes de este lugar para captar esa sabiduría que es está perdiendo y reintroducirla en modos de diseño más contemporáneos para preservarla».

Al principio fotografiaba los objetos sin más, pero después se dio cuenta de que era muy importante el factor testimonial y comenzó a realizar entrevistas gracias a las que supo que la gente había fabricado sus objetos y había fabricado los de sus padres o modificados. «Nunca se tiraban, había un vínculo emocional que les impulsaba a guardarlo, cambiando su función haciendo que durara lo máximo, lo contrario que hacemos nosotros ahora», matiza. Para hablar los usos, de la rama para hacer la horca o las piedras para hacer el trillo, «a veces hacían un ejercicio de memoria» y «usaban las manos para explicar las técnicas», lo que a este estudiante le pareció «muy interesante».

Una vez tuvo todos los testimonios, Tasio Ranz abordó la despoblación no para combatirla, porque «un producto no va a hacer que la gente vaya a vivir a los pueblos», sino para luchar contra la «despoblación creativa», contra la autonomía de crear que tenían en los pueblos para no olvidar cómo se hacen los objetos. «Eran capaces de ver qué elementos tenían en el entorno y aprovecharlos para producir otros objetos, esa capacidad de crear. Mientras que en las ciudades hemos pasado de ser creativos y creadores, como antiguamente, a ser solo consumidores, porque nos dedicamos a comprar objetos que no sabemos quién y cómo los ha producido y no tenemos esa vinculación», explica el experto. El proceso de reutilizar y «apañar», como uno de los puntos clave, «unos lo denominarán cutre y otros necesario para que sigan funcionando», se ha abandonado totalmente en la ciudad.

En definitiva, pretende combatir la despoblación creativa y enfocarlo a la cotidianeidad del entorno urbano, que es el hogar. «No se aplica tanto a los pueblos, donde está preservado, porque el proceso de desapego y de desvinculación está en la ciudad», añade haciendo referencia a que «la gente ha perdido esos rituales». Si los pueblos se llenan de gente de la ciudad que no mantiene esa forma de crear «estamos en las mismas», porque hay habitantes pero el ritual se pierde. En el medio rural existen museos etnográficos que cumplen «una función fantástica de preservación, pero que es estática porque no se crea algo completamente nuevo». 

DEL BOTIJO AL CENCERRO. En los pueblos se siguen usando muchos de esos objetos que ha recopilado Tasio Ranz y, por ejemplo, uno de ellos es el botijo, el pastor trashumante (Desiderio, el que más mantenía y con el que más estuvo) los cencerros... «Los de la labranza ya no los utiliza casi nadie pero es importante extraer de ellos ideas para generar algo nuevo», apunta. 

«Hay que ir más allá y extraer inspiración de objetos que no se usan porque la sociedad ha cambiado, sobre todo el espíritu que encierra de materiales locales y sostenibles, hecho por ti mismo, durabilidad, relación con el diseño circular, la ecología que es lo que más se está llevando en diseño ahora...», especifica para subrayar la idea de volcarlo en el ámbito del hogar. También descubrió en los pueblos, y le dijeron muchos vecinos, que «algunos objetos rudimentarios son como la semilla de otros más nuevos. El pastor trashumante me enseñaba una red con esparto y con palos que era portátil, como una tienda de campaña para las ovejas, que luego se ha producido más industrialmente. Las tijeras de podar dieron lugar a la máquina podadora». «Es otra forma de vivir el patrimonio, porque son conscientes de ello en los pueblos», apunta el joven ‘investigador’.

Tasio Ranz está contando con la ayuda de la Asociación Patrimonio para jóvenes y lee sobre etnografía y patrimonio, referentes tecnológicos y diseño radical italiano de los años 70. En su trabajo anima al usuario a participar en el proceso productivo de los objetos y está diseñando la silla raíz, que es «un objeto muy sencillo que se va transformando con objetos que hay en casa y para el que se ha documentado en los apaños que ha encontrado en los pueblos: que sea de madera, que use cuerdas, que tenga agujeros pasa pasar las cuerdas, tela para el asiento...». «El objetivo es introducir esto en lo contemporáneo y animarnos a actuar», recalca el joven estudiante de 22 años con orígenes sorianos.

Para su estudio fotografió 50 objetos, aunque después no los incluyó todos, y le llamaron la atención especialmente unas albarcas sorianas de su bisabuelo que se hacían con neumáticos. «No sabía que era tan común y están muy bien pensadas. Eso fue un poco el germen, por la capacidad de aprovechar en un contexto en el que había pocos recursos y la vida era muy dura, eso les hizo desarrollar mucho la imaginación y la capacidad de aprovechar al máximo las cosas y apañarlas. Todas las personas con las que he hablado me decían que no querían volver al pasado, pero hay que tener cuidado...Lo que nos hace pensar que hay que ser más sostenibles», indica.