José Luis Bravo

SOPA DE GUINDILLAS

José Luis Bravo

Periodista


El maldito día de las alabanzas

15/04/2023

No hay nada como morirse para que hablen de ti. El inconveniente, claro, es que no te enteras de lo que dicen y no puedes disfrutar de los halagas o denunciar a los que te vituperan en tan aciagos momentos. Pero Fernando Sánchez Dragó, que dejó su último suspiro en su caserón de Castilfrío el pasado lunes, no creo que se vaya a ofender por este artículo. Él mismo se reconocía como un provocador que en tiempos de la dictadura era comunista y en democracia le faltó poco para cantar el 'cara al sol'.
Los que tuvimos la ocasión de conocerlo en persona y fuera de la siempre impostada formalidad de una rueda de prensa o una conferencia, estamos más cerca de definir su perfil. No sé, sinceramente, si es útil que se lo cuente, pero no me resisto a esa tentación, como tampoco fui capaz de hacerlo en las múltiples ocasiones en las que lo arrastré los micrófonos de Antena 3 o la SER, porque era una delicia oírlo hablar de las Fiestas de San Juan y siempre daba titulares llamativos como cuando propuso cerrar la ciudad en el periodo festivo, para evitar que la echaran a perder los miles de patosos que la estaban degradando.
Sánchez Dragó quería a Soria, nadie lo duda. Pero quería a esa Soria recoleta, casi monjil, de los años ochenta y esa es a la que defendía a capa y espada y por la que en el año 92 fue galardonado con el título de 'soriano adoptivo'. Pese a que su ideología había mutado del comunismo carca a la derecha más rancia, hasta el PSOE votó a favor de la propuesta. El recordado Ricardo de María Diges, portavoz de los del puño y la rosa, justificó ese voto con el argumento de que 'habla de Soria cual no dirán dueñas'.
Pero antes de convertir este argumento en la razón por la que muchos sorianos valoran al escritor, conviene recordar que él, como otros, por cierto también recientemente fallecidos, como Javier Marías, lo que valoraban de esta ciudad es lo que ha perdido, o lo que está perdiendo, ese aire antiguo, no tan medieval como el propio Dragó revindicaba en redes hace poco y, aunque siempre está bien que alguien dé fe de vida de la existencia de esta parcela del territorio nacional, siempre he dudado que tenga capacidad de atracción para los que pudieran visitarla o, aún menos, asentarse en nuestro suelo. No es un demérito, créanme, ni el mismísimo Machado lo logró porque no lo pretendía. Se refirió a nuestros abuelos como 'palurdos sin danzas ni canciones', pero también nos dejó otras líneas, impagables para estas fechas, 'en Soria primavera tarde, pero es tan bella y dulce cuando llega'. A Dragó no lo voy a juzgar, para eso está la Historia. Sólo resta un epitafio. 'Que descanse tan en paz como en paz nos deja'