Iván Juarez

CARTA DEL DIRECTOR

Iván Juarez


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30/09/2023

Cierto es que la actualidad política, frenética y extemporánea, que monopoliza también el periodo estival, nos priva de esos agostos de desierto informativo y del secreto disfrute de las 'serpientes de verano', término acuñado para referirnos a esas noticias, más frívolas, de temporada, llamadas a ocupar el espacio que deja vacante la rutina informativa del resto del año. La concatenación de citas electorales, investiduras en el aire, formación de gobiernos en los diversos territorios no dan tregua a los profesionales que siguen -seguimos- una deriva política que últimamente no conoce de hamaca.
A pesar de lo anteriormente descrito, sí hay periodos que marcan un punto de inflexión y siguen sujetos a los rigores tradicionales del calendario que fija el volver a empezar tras una temporada de chanclas y pantalón corto. Un ejemplo es la programación de La 8 Soria que, como suele, se presenta renovada, con nuevos rostros y contenidos, en los momentos previos a las fiestas del patrón de Soria. Buen momento, como las protagonistas del El bello verano de Cesare Pavese para renovar ilusiones y expectativas, cuando todo está por suceder, antes de darnos de bruces con la normalidad cotidiana: «Sin contrastes la vida es trivial» es una de las citas célebres de un relato que dibuja el transitar de un estado a otro. 
Pero lejos del laconismo iniciático de Pavese retratando el cambio de estaciones en el paso a la edad adulta de sus protagonistas, hay épocas que tienen una especial relevancia en determinados territorios, que dibujan su singularidad. Si nos dejamos de ensoñaciones ociosas y veraniegas, es justo reconocer que estos días Soria abre la puerta a una temporada que la distingue del resto de provincias, el otoño. Por sus destacados colores ocres, la belleza de sus paisajes, pero también porque acoge con buen ánimo una época que, cual 'serpiente de verano', da para hacer una tesis informativa sobre la depresión posvacacional. El otoño irrumpe en Soria, veranillo de San Miguel mediante, con la ilusión e incertidumbre por una campaña micológica en ciernes, por esa gastronomía más contundente y rica en sabores que marca el cambio de ciclo, con sus otoños musicales, su certamen de cortos, con sus sansaturios y sus rebequitas que siguen acompañando los rigores de un clima que nos sigue aportando cierta identidad. Una época, la otoñal, que se presenta pujante para un sector turístico que promueve la desestacionalización y que trasciende más allá del sol, playa y nivea que manda en otras latitudes.
En un ámbito más prosaico, el otoño llega con esa bitácora de plazos asociados a proyectos que se van desarrollando mientras otros esperan el sueño de los justos (hablar del tramo de la A-11 entre Langa y Aranda, el mismo que según la ministra de Transporte se iba a licitar este verano, es retornar a la realidad cotidiana de una Soria tras una declaración de expectativas una vez más frustrada). Pero, sin embargo, asistimos en el lado positivo al arranque de las obras de las travesías e intervenciones urbanísticas varias, al empuje de infraestructuras culturales con el futuro Centro Nacional de Fotografía como exponente o al acercamiento entre Ayuntamiento y propietarios de parte del Palacio de los Alcántara que permitirá a Soria contar con otra dotación para  la cultura. Más allá de la actualidad capitalina, con sus múltiples proyectos, es el momento de los alcaldes, no tanto de los que renuevan sus votos sino de los que accedieron al cargo por primera vez. La llegada del otoño coincide con sus 100 primeros días de mandato, a los que llegan con las esperanza de que, como las jóvenes que retrata Pavese, algo buena suceda en su legislatura. Suerte.