Melenas al viento contra el régimen

Jaime León (EFE)
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Muchas mujeres han dejado de usar el velo tras la muerte de Mahsa Amini, precisamente por no llevarlo bien puesto, aunque saben que tarde o temprano volverán a obligarlas a ponérselo

El hiyab lleva siendo obligatorio en la República Islámica desde 1983 y se considera la «bandera de la revolución». - Foto: EFE

La iraní Mana no se cubre el cabello con un velo desde la muerte en septiembre de Mahsa Amini. Ha recibido insultos de la Policía y le han tirado restos de comida por caminar por Teherán sin el hiyab. Pero no ha sido detenida ni obligada a taparse. ¿Hasta cuándo?

Las melenas al aire se han convertido en una imagen común en algunas partes del país persa, en particular en Teherán y en las universidades, desde la muerte de Amini bajo custodia policial tras ser arrestada precisamente por no llevar bien puesto el velo.

El caso acabó desatando las mayores protestas en décadas contra la República Islámica, protagonizadas por jóvenes al grito de «mujer, vida libertad», que ahora casi han desaparecido tras una represión que ha causado cerca de 500 muertos y en las que han sido ahorcados cuatro manifestantes.

Pero muchas siguen sin usar esta prenda, obligatoria en Irán desde 1983, poco después de la revolución liderada por el ayatolá Ruholá Jomeiní en 1979, quien definió el velo como la «bandera de la revolución» y sin la cual las mujeres estaban «desnudas».

La gran duda ahora es si el líder supremo de Irán, Ali Jameneí, y el presidente de la nación, Ebrahim Raisí, permitirán que sigan sin cubrirse con el hiyab, esa «bandera de la revolución».

«Creo que nos van a obligar a usar el velo de nuevo», dice Mana, vecina de Teherán de 40 años, con un piercing en una ceja y llamativos pendientes estilo punk.

Abandonó totalmente el uso de la prenda tras la muerte de Amini, ni siquiera lleva una en el bolso o alrededor del cuello y en las últimas semanas asegura estar pagando por ello. «La Policía me llama perra por caminar por la calle sin el velo», cuenta. También le dicen «lesbiana» y «chico», probablemente por su cabello relativamente corto, y hasta le han llegado a arrojar restos de comida. «Los agentes me han tirado restos de manzanas y cosas así al pasar junto a ellos», denuncia. Esto le ha ocurrido en varias ocasiones en la céntrica plaza de Valiasr de Teherán, donde hay apostados efectivos antidisturbios.

También ha rechazado puestos de trabajo porque le exigían el uso del velo, para evitar así problemas con las autoridades.

A pesar de todo, se niega a usarlo. «Voy a seguir sin velo hasta que no tenga más remedio que ponérmelo», asegura esta mujer que se declara «cansada» de unas leyes que considera «inaceptables».

Pero cree que de una manera u de otra la acabarán obligando, junto con las demás iraníes, a taparse de nuevo. «He escuchado que van a usar nuevas tecnologías para detectar a las mujeres que no usamos velo», señala.

Mana hace referencia al anuncio que se hizo el pasado mes de diciembre del supuesto fin de la Policía de la moral, que será sustituida por «nuevas tecnologías» y «métodos más modernos», según informaron entonces las autoridades. Se ha especulado con el posible uso de cámaras y técnicas de reconocimiento facial para multar e incluso bloquear las cuentas bancarias de aquellas que no se coloquen el hiyab, pero aún no se ha aclarado la cuestión.

De hecho, los mensajes institucionales son contradictorios. Jameneí recordó a principios de enero que el velo es obligatorio, pero llamó a «no acusar de irreligiosas y contrarrevolucionarias» a las mujeres que no lo usan.

Pero días después la Fiscalía General de la nación persa pidió a la Policía «castigar con firmeza» las violaciones en su utilización y recordó que las penas por este «delito» oscilan entre los 10 días y los dos meses de cárcel.

Y añadió que también se pueden tomar otras represalias como son «el exilio, la prohibición de trabajar o abandonar el país o la obligación de realizar servicios públicos», entre otras medidas.

Incertidumbre

Así las cosas, reina cierta incertidumbre y sobre todo una tensa calma en el territorio, a la espera de ver cómo evoluciona la situación. Otra vecina de Teherán se considera convencida de que el Gobierno está esperando a que se tranquilicen las aguas para volver a imponer dicha prenda.

«Si usan ahora la fuerza para que las mujeres usen el velo podrían revitalizar las protestas», afirma. Pero no duda de que tarde o temprano acabará sucediendo de una forma o de otra. «No van a permitir que dejemos de usar el velo, es uno de sus símbolos», afirma.

ARCHIVADO EN: Policía, Irán, Ebrahim Raisi