El renacer de la tierra

SPC
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El Banco de Tierras de El Bierzo, que cumple diez años, se ha convertido en ejemplo para otras zonas de España, que acuden a la comarca en busca de ayuda y asesoramiento

La gerente del Banco de Tierras, Beatriz Anievas junto al director técnico de Alimentos de Calidad del Bierzo, Pablo Linares. - Foto: Ical

El Bierzo, una tierra de campo por excelencia. Siete sellos de calidad que lo avalan, en un territorio donde el minifundio y el envejecimiento de la población provoca que, poco a poco, ese suelo se abandone. Técnicos del Consejo Comarcal de El Bierzo se plantearon, hace ya una década, hacer algo para revertir la situación y convertir al sector agroalimentario en uno de los motores económicos de la comarca. Para ello se fijaron en una iniciativa que ya se venía haciendo en la comunidad vecina de Galicia, un Banco de Tierras. Así nació el Banco de Tierras de El Bierzo. Hoy es un ejemplo para toda España, como una forma de recuperar parcelas en busca de la potenciación del sector agroalimentario. Hasta el Bierzo han llegado técnicos de Cataluña, Baleares, Canarias, País Vasco y otros puntos de Castilla y León en busca de asesoramiento.

El Banco de Tierras de El Bierzo, acaba de cumplir una década de vida. En sus inicios siguió el ejemplo gallego, pero ahora es muy diferente. En 2013 se calculaba que entre el 60 y el 70 por ciento de los terrenos de la comarca, susceptibles de poder usarse, estaban abandonados. «Visitamos Galicia porque las tierras son parecidas, hay mucho minifundio, la forma de pensar, el tipo de abandono, las personas mayores y la forma de llegar a ellas nos parecía que era muy similar», explica a Ical la gerente del Banco de Tierras de El Bierzo, Beatriz Anievas. «La gente se va haciendo mayor, no hay relevo generacional y el minifundio también influye a la hora de abandonar las tierras», añade.

El Consejo Comarcal de El Bierzo comenzó entonces a trabajar en una herramienta similar a la de la comunidad gallega, aunque allí gestionada por la Xunta y, por tanto, con un ámbito mucho más extenso. Lo primero era conseguir financiación, que llegó desde la Diputación de León. La institución provincial sigue aportando anualmente el 80 por ciento del presupuesto, que se completa con fondos del propio Consejo Comarcal. Son 112.500 euros anuales los que se invierten para poder mantener este banco. A día de hoy gestiona 4.300 parcelas. De ellas, 3.500 ya están adjudicadas, bien en contrato de alquiler o incluso de compra. El viñedo es el cultivo más demandado y por detrás aparecen usos frutícolas, hortícolas y otros distintos.

Pero el Banco de Tierras de El Bierzo va mucho más allá. Y eso es lo que le distingue de otros. No solo se encarga de todos los trámites con los dueños que ceden las fincas y con aquellos que quieren arrendarlas, facilitando el acceso a la tierra. Son una garantía de que el sector agroalimentario en la comarca funciona. También se da un asesoramiento completo sobre su uso, el tipo de cultivo o el fin al que se dedique. Y se hace un seguimiento del contrato. «Somos los que enseñamos la finca, damos asesoramiento, les ayudamos a solicitar ayudas y lo que nos diferencia y nos ha hecho ejemplo es que no paramos en la adjudicación. Hacemos un seguimiento del contrato y si surge algún problema, hay una cláusula de arbitraje. Y si es necesario, lo rescindimos», explica la gerente. Y todo ello de forma gratuita. «Hay asesoramiento jurídico, formación, asistencia técnica. Es un paraguas importantísimo para el que se incorpora», afirma.

Principalmente viñedo

Cada año se han incorporado más fincas al Banco de Tierras de El Bierzo. La adhesión de los sellos de calidad fue fundamental. De todos los cultivos, el viñedo es el más extendido. Para el presidente de la asociación 'Alimentos de calidad del Bierzo', Pablo Linares, esto se debe a dos circunstancias. Por un lado, es uno de los cultivos que más se abandonan. «Tenemos una edad muy avanzada de viticultores, ligados a las cooperativas, y se van jubilando», explica. «Gracias a esta herramienta hemos conseguido que antes de perder el viñedo lo lleven al Banco de Tierras para que intentemos buscar a alguien que lo quiera», añade. La parte buena es que es un cultivo emblemático de la comarca, por lo que se le tiene un especial cariño. Esto hace que los dueños busquen la forma de darle continuidad.