"Esperamos que el Centro sea algo que proteja la fotografía"

S.Almoguera
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El reputado profesional avanza en primicia en la capital soriana su nuevo proyecto 'Las mil y una noches', dentro de la programación de la nueva edición del Festival On Photo que organiza la Asociación Afomic a lo largo del próximo mes de mayo

Esperamos que el Centro sea algo que proteja la fotografía - Foto: E.G.M

Ilusionado con mostrar en primicia en Soria el que es el arranque de su nuevo gran proyecto fotográfico, Las mil y una noches, y por lo bien que lucen las primeras instantáneas de esta serie en el Centro Cultural Gaya Nuño, Eugenio Recuenco recala de nuevo en la capital soriana invitado por el Festival OnPhoto Soria, jornadas en las que también ofrecerá una de las ponencias el próximo 21 de mayo. Para el prestigioso fotógrafo, responsable de o campañas de moda para firmas tan célebres como Nina Ricci o Yves Saint Laurent, la capital soriana es ya, gracias al Centro Nacional de Fotografía que se ubicará en el antiguo Banco de España, una referencia para el colectivo de fotógrafos. «Esperamos que sea algo que no sólo impulse la fotografía, sino también para ir a la vanguardia», explica Recuenco, que espera que Soria sea ese lugar ineludible «si se quiere profundizar» en esta disciplina artística. De hecho, sueña ya con poder exponer en el Banco de España su último proyecto concluido, 365º. «No hace falta que terminen el edificio. Así como está me sirve», señala con una sonrisa. 

Es su primera exposición en Soria y con Las mil y una noches nos ella a un escenario de cuento…

Sí, sobre todo de historia. Esto formó parte de [la exposición] Revue y es la primera piedra para el siguiente proyecto después de 365º, que ya te puede dar unas pistas de a qué me refiero. Hemos empezado a construir el 'edificio', pero queríamos enseñar lo que es el armazón base donde se va a sustentar el próximo trabajo, que no sé cuándo se acabará. Irá apareciendo poco a poco.

¿Tenemos la gran suerte en Soria de ver en primicia esta primer avance del proyecto?

Sí. Estuvo en Alemania, en Berlín, y se vio en Palencia durante muy poquitos días, pero hace ya muchos años. Entera, con esta cantidad de fotos, no se ha visto prácticamente. En 365º hubo un momento en el que tuvimos que dejar aparcados todos los proyectos paralelos para terminarlo. En vez de renunciar, continuamos ahora. Éste es el inicio de un nuevo trabajo.

¿Y hacia dónde va éste?

Todos son proyectos bastantes largos, la verdad es que incluyo en todos ellos el factor tiempo y mi propia evolución. Antes hablaba de cantidad de fotos, ahora concibo el proyecto de Las mil y una noches como si fuera un gran museo con mil y una historias que se cuentan y que transcurren en la noche o en ese límite en el que todo no es tan claro ni tan nítido. Esta vez, a diferencia del 365º, que salió todo de golpe porque no había otra manera, irá saliendo poco a poco, en diferentes salas. En cada una habrá una técnica diferente de fotografía, una puesta en escena distinta en cuanto a edición de las fotos y un tema diferente del que se habla. Es un poco contar lo que ocurre a tu alrededor: la situación de la mujer o los límites entre el amor, el porno y el sexo, imaginar un nuevo orden mundial o jugar con muchos iconos establecidos en la cultura pop para darles una forma diferente. Pero cada uno tendrá su salida y no esperaremos a que esté [todo acabado]. 

Sherezade contaba historias para salvar su vida en Las mil y una noches. ¿La fotografía es también para usted una salvación?

Más que salvarme o contar lo que ocurre, para dar claves diferentes para que reflexionemos sobre lo que hay alrededor. En el 365º se mezclan diferentes tópicos históricos, iconos pop con cosas que muchas veces tienen una pretensión pictórica por un lado, y una intención de contar algo, si no foto a foto, con la idea de que entre ellas haya un discurso propio. Cuando me acerqué a la fotografía me gustaba o pretendía ser fotoreportero. Con el tiempo eso se fue al traste pero, de alguna manera, también intenté contar lo que ocurre alrededor a través de la moda, dar la tecla para pasar un buen momento viendo fotos, que nos guste estéticamente, pero que rasquemos un poco y digamos: "Uy, en esto, hay algo". 

Ya había estado previamente en Soria, la última vez, en diciembre, en la presentación del Centro Nacional  ¿Cree que Soria con este proyecto puede tener un hueco en el mapa nacional e internacional de la fotografía?

Es lo que todos deseamos. De hecho, yo con Soria tengo una relación que creo que también comparten otros fotógrafos. Hay un interés de Soria hacia la fotografía incluso antes de que se anunciase la intención de hacer aquí el Centro Nacional de la Fotografía. Hace muchísimos años [en 2015] vine a las Jornadas Gráficas de la Escuela de Arte y Superior de Diseño, creo que es a la única que he ido en toda España y he tenido muchas ofertas. No sé por qué vine aquí [sonríe]. Guardo un bonito recuerdo [de aquella charla en la Escuela de Arte] y este año participaré también en el Festival OnPhoto. Las ciudades ahora tienen una potencia cultural. Ya no es tan importante tener playa, sino una oferta cultural. Y dentro de tener una oferta, hay algunas que cuentan con ventaja porque tienen un pasado más o menos rico y otras que están trabajando para tener una identidad. Algo tiene que haber aquí para que, de repente, se conjuguen los astros al decir fotografía y Soria. Lo ideal es que, si quieres profundizar en lo que es la fotografía, tengas que venir a Soria. 

¿Y para el colectivo de fotógrafos que implicará el Centro Nacional de la Fotografía?

Implica que, de momento, ya se nos toma en cuenta. Hasta ahora el fotógrafo no estaba tan valorado. Hemos ido detrás incluso de la propia fotografía. Nos sentimos un poco solos en ese sentido. A los actores se les abraza, a otro tipo de artistas también, incluso a los toreros, depende de qué sitios, se les abraza; pero los fotógrafos estamos un poco huérfanos. Esperamos que el Centro Nacional de la Fotografía no sólo sea algo que proteja la fotografía, sino también que la impulse para ir a la vanguardia y que sintamos que detrás de nosotros hay alguien que va de la mano, que haya algo que 'amase' el trabajo que hacemos individualmente para que nos retroalimentemos unos de otros. 

En otros países la fotografía sí que tiene ese respaldo de las instituciones...

En Francia es muy importante.

¿Por qué en España esta disciplina es la gran olvidada de las artes?

[Piensa] No sé. Ha pasado un poco como en el cine. Ahora necesitamos esa nueva generación que nos ponga en órbita. Los fotógrafos estamos un poco ahí, no sé si es que molestamos o no se sabe bien dónde meternos, porque la fotografía es tan amplia, y va desde la ciencia, al arte, pasando por las noticias… Es muy difícil juntar todo.

¿Quizá porque etiquetar genéricamente siempre es lo más fácil?

Claro. No saben cómo etiquetarnos, aunque creo que existe mucha comunión entre los propios fotógrafos. Lo vi cuando vinimos a poner la primera piedra del Centro Nacional de la Fotografía aquí. Incluso entre profesionales de disciplinas totalmente diferentes que no tenemos nada que ver nos sentimos partícipes de algo. También creo que el 50% de la fotografía es interesante o válida como arte y el otro 50% es informativa o lleva a otros terrenos que son más difíciles de incluirlos dentro de la cultura. Toda la pintura o toda la escultura tiene intención de ser arte, pero no toda la fotografía tiene intención de ser fotografía artística, valiosa, sino que tiene quizá otro fin, solamente de publicidad o de medicina y eso dificulta esa consideración.

Incluso a nivel doméstico, cualquiera puede hacer una foto con el teléfono móvil…

Es como cuando en el siglo XX se decía de la pintura abstracta que eso lo podía hacer cualquiera. En la fotografía pasa exactamente lo mismo. Mucha gente piensa: "Eso lo puedo hacer yo". Todo el concepto que hay detrás, el trabajo no se tiene en cuenta. Si yo doy sólo un raquetazo a lo mejor soy capaz de acercarme a la velocidad de Rafa Nadal, pero otra cosa es dónde vaya la pelota [ríe]. 

¿Cree que festivales como el de OnPhoto, aquí en Soria, también ayudan precisamente a cambiar esta idea, a que la gente valore y reconozca todo el esfuerzo que hay detrás de una buena foto?

Yo creo que sí que ayuda mucho y también a nivel de inspiración porque implica juntar diferentes generaciones, a los mayores, aunque yo no soy mayor [ríe], a los que lleven más tiempo [ríe], con la visión que tienen de la fotografía los fotógrafos más jóvenes. Eso es como echar leña al fuego para que siga ardiendo. Mantener el fuego creo que es interesante. Hay una afición cada vez más fuerte a la fotografía, pero también un desconocimiento cada vez mayor de lo que es la imagen. El gran público cada vez es más inculto a nivel de imagen porque piensa que ya lo sabe todo, pero a nivel fotográfico, como la música, cada vez es mayor.

Ha hablado de distinguir el arte de la fotografía más utilitaria. No sé si eso se dificulta a través de redes sociales como Instagram, por ejemplo.

Instagram está ayudando, por un lado, a que la imagen en general, no la fotografía, tenga cada vez más divulgación. Yo no dejo de sorprenderme de que hay gente buenísima en cualquier rincón del mundo. Antes pensábamos que éramos más únicos [ríe]. Ahora ya sabemos que hay gente muy buena haciendo cosas. Pero sobre todo, cuando eres más joven, Instagram es un problema porque, si te quieres dedicar a la fotografía, esa avalancha no te deja madurar, te produce una presión. Hay cosas muy interesantes y otras menos interesantes que también tienen éxito y cuando eres joven no sabes diferenciar entre qué es lo que quieres: si que te aplaudan o hacer las fotos mejores o peores. A mí los chavales  me preguntan muchas veces cómo hacer para tener un estilo, pero éste no lo buscas, el estilo va a aparecer en algún momento: tú haz tus fotos y cuando lo pases por un tamiz, lo que te quedará arriba es lo que tendrán en común tus fotos, tu estilo, les digo. Pero sí que están ya con esa presión de no recorrer el camino, porque Instagram te da tanta información y de forma tan apabullante que dices: "Tengo que hacer ya y tengo que hacerlo bien y con éxito". Esto bloquea a los chavales. 

Ha hablado de juventud, de gente que empieza, en su caso ¿cómo fue su acercamiento a la fotografía?

Nunca fui asistente de ningún fotógrafo y nunca fui a un festival antes de ser ponente [ríe]. También eran otros tiempos, se trabajaba de otra manera. Estaba muy marcada la forma en la que tenías que ser fotógrafo y convertirte en un profesional. En mi caso era la moda, yo hacía fotografías a las modelos al principio. Eran las que ellas llevaban a los sitios para que las pudiesen contratar. Ellas, de alguna forma, eran las mensajeras que enseñaban sus fotos haciendo que la gente que auspiciaba esos trabajos se pudieran interesar [por mi trabajo]. El siguiente paso era editoriales y luego ya pasabas a publicidad. Ahora todo eso ha cambiado. Las modelos lo más importante que tienen es su Instagram y ya no existen esos editoriales que eran los escaparates porque, ahora, el propio Instagram es el escaparate. Tienes que estar ahí, tienes que tener éxito y te tienen que ver. Pero cuando pasas así [hace el gesto de tocar con el dedo rápidamente la pantalla del móvil] casi es tu emoción sobre la foto la que decidirá si ésta es buena o mala. 

¿Continúa con la misma ilusión que en sus inicios?

En mis trabajos personales con la misma ilusión que al principio, quizá con menos fuerza, pero sí con las mismas ganas. A lo mejor te cansas antes [ríe] o antes veías menos que te estabas metiendo en un agujero del que no vas a salir. Ahora empiezo a escarbar y a la mitad digo: "A lo mejor no..." [ríe]. En los encargos, cada cliente es un reto diferente. Al final, si tú estás en una oficina y fallas una vez cada dos años tal vez te lo perdonen a no ser que hayas quemado la oficina [ríe]. Pero aquí no puedes fallar, porque es la primera y la última vez con el cliente. 

Es mucha presión...

Sí, ya más o menos lo sé llevar. Eso a veces te quita un poco de ilusión en esa parte, porque cuando trabajas en publicidad ya sabes que es el trabajo por lo que te pagan por hacer lo peor de lo que tú sabes, pero en la parte personal, como el primer día. He terminado un 365º hace tres o cuatro años, pero podría seguir disparando fotos porque vas descubriendo cosas y vas encontrando una fórmula en la que cada vez es más fácil desenvolverse. Tengo la ilusión de avanzar en Las mil y una noches en diferentes direcciones con un cierto orden, pero son diferentes fotógrafos que tengo que experimentar y, de hecho [señala una foto que se encuentra justo enfrente], el Naufragio, que se empezó hace mil años [ríe] lo retomé hace un año y medio pero ya disparando fotos con una visión diferente. Esos son los retos que te pones todos los días para seguir teniendo ilusión y si te propones que sean mil y una noches más te vale que no se te vaya ni la ilusión ni las fuerzas [ríe].

¿Habrá más exposiciones suyas en Soria?

Sí, todas las que quiera Soria [sonríe]. Para mí ha sido un placer, hacía muchísimo tiempo que no veía estas fotos y en este espacio están magníficas. Sí que me gustaría que en algún momento el Centro Nacional de la Fotografía albergarse el 365º que, a la espera de que se vayan terminando Las mil y una noches, hasta ahora es el gran proyecto y mi tarjeta de presentación. Sería una ilusión. No hace falta que terminen el edificio [ríe] del Banco de España. Así como está me sirve. Sí, estaría encantado.