Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Gran turismo

29/09/2023

Las guerras se saben cómo empiezan, pero no cómo acaban. Nunca una frase tan sencilla ha conseguido guardar tanta verdad. Lo irónico es que se interioriza muy poco su enseñanza. Hay mucha literatura al respecto y podemos decir con rotundidad que los que más saben ahora de esto son los chinos; porque se lo han leído todo. Tienen una especial debilidad por Mahan y MacKinder. Yo recomiendo para los europeos a Colin S. Grey, porque su realismo aportaba frescura al debate.

Los occidentales nos hemos quedado por detrás al asumir que cualquier guerra es inmoral por principio y un ejercicio de estupidez. Sin embargo, no parecemos entender que basta con que un bando quiera para tenerla.

Al carecer de análisis estratégico, desconocemos los medios necesarios para evitar las guerras o llegados el punto, frenarlas con rapidez. La invasión de Ucrania no demostró nuestra incapacidad para impedirla, sino la credibilidad del chantaje ruso. Las brutales diferencias económicas deberían haber sido suficientes para concedernos una libertad de acción que nunca tuvimos, pero nuestra dependencia energética provocó la confianza del agresor.

Nuestro gradualismo en la provisión de material no se motiva solo por la ridícula dimensión de nuestra industria militar, el miedo a una guerra nuclear o dependencia energética existente; se apoya en un profundo cinismo moral.

La escalada de accidentes mortales en el bando ruso puede parecer una fortaleza, pero confirma que el régimen como total está agotado. El miedo es un pegamento temporal, pero si se transforma en la única política efectiva deja de tener efectividad con el paso del tiempo. Es sorprendente lo que ocurre cuando la gente pierde el respeto a la vida propia y piensa en sus familiares.

Las victorias militares aplastantes no son frecuentes. El armisticio tendrá que llegar y va a dejar insatisfechos a ambas partes. Pero para alcanzarlo, la Unión Europea debe confirmar que está dispuesta a poner todos los medios disponibles para su consecución. No es una invasión de un país, sino un ataque a unas normas de convivencia.

Si la respuesta es contundente, el régimen ruso salvará la cara y se podrá llegar a una salida. Los muertos y heridos serán insultados por el acuerdo, pero centrarse en el pasado impide construir el futuro. Un poco de memoria selectiva es necesaria. Si seguimos con este gradualismo, podemos llevarnos un susto. Y deberíamos aprender para evitar otro chantaje político, económico o industrial. Hay más peces en la pecera.

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