Jesús Fonseca

EL BLOC DEL GACETILLERO

Jesús Fonseca

Periodista


Tolerancia moderna

24/09/2023

José Jiménez Lozano es uno de los autores que ha entendido «con más claridad la paradoja del hombre y la complejidad de todo camino en esta tierra –basta leer la Historia de un otoño para advertirlo– y también es uno de quienes más y mejor han revindicado la necesidad de que lo real sea la medida del hombre». Así lo aseguraba, hace casi 15 años, José Bernardo San Juan, al analizar algunos textos del universal abulense; el más penetrante y lúcido ensayista que ha tenido España en los últimos cien años. Gustaba contar en vida Jiménez Lozano que, en los siglos XVI y XVII, cuando un estudiante que iba a Salamanca se despedía de las gentes de su pueblo, éstas le deseaban lo mejor, naturalmente, pero con frecuencia añadían una coletilla algo inquietante: «Suerte has de tener, que de saber no has menester». Eran simplemente realistas, y estaban hartos de ver que, como había ironizado el Arcipreste de Hita, «el dinero o el poder de muy rudos labradores hacían graves doctores». Refiere, también, mi admirado maestro, en su «Tolerancia moderna y lección para un grado», al hablar de la belleza artística, algo que viene muy a cuento en estos días que estamos viviendo en España: se trata de una vidriera de Chartres, que representa a un niño, oteando el horizonte desde los hombros de un anciano «para significar, obviamente, que las jóvenes generaciones sobre los hombros de las antiguas pueden ver más y más allá». «Pero sabemos que esto ya no es así», ironizaba, a renglón seguido, nuestro entrañable Don José, a quien no me canso de leer y volver a sus textos una y otra vez. Fue él quien nos advirtió de esos 'ismos', sobre todo los artísticos –tan peligrosamente admirados en la actualidad–, que inauguraron «el placer y el orgullo del pisoteamiento de lo hermoso y lo verdadero y, desde luego, de la bondad humana o el amor gratuito». Pues sí, la tolerancia moderna implica que los seres y los «acaeceres», como el maestro acostumbraba decir, ya no son lo que son, sino lo que se decide que sean en cada momento, según convenga a los mandamás del mundo o las ideologías de moda. Las consecuencias de semejante amañamiento de lo auténtico, saltan a la vista: la realidad es diseñada, en cada momento, según interese, al margen de cualquier verdad; y así llegamos a donde ahora estamos, algo que Jiménez Lozano –tan anticipativo él–, advirtió hace décadas: «El mundo de la cultura y el de la enseñanza entra también en ese mercadeo de la política, como una miserable herencia de los totalitarismos de nuestro tiempo». En resumidas cuentas que, el nihilismo en el que nos movemos, existimos y somos, que no otra cosa es la tolerancia moderna, después de tirar al cesto del reciclaje 2000 años de Historia y Verdades Eternas, no sólo siente una gran satisfacción de su ignorancia supina, sino que se considera la plenitud y culminación de los tiempos. ¡Estamos o no estamos al cabo de la calle, amable lector!

ARCHIVADO EN: España, Hita, Salamanca