Decía Alberto Toribio en la previa del partido a domicio ante el Borio que a pesar de que el resultado no era definitivo para las aspiraciones de los celestes a estar en la Copa del Rey, sí que era determinante. No parecía que los jugadores hubiesen entendido el mensaje viendo cómo se desarrollaba el primer set. En un abrir y cerrar de ojos los locales cerraban el parcial por un sonrojante 25-15.

Hubo buena reprimenda del técnico del conjunto soriano que hizo que la actitud en el segundo set cambiase por completo. Con una gran recepción por parte de Alejandro Santa María y un saque mucho más efectivo, los visitantes se enganchaban a un segundo set más igualado. Varios errores llevaban el marcador a un complicado 19-16 pero con Pepe Villalba al saque y con la determinación al remate de Adrián Olalla, conseguían igualar el partido con un 23-25.

Lo que se veía después en tierras gallegas era literalmente una batalla de trincheras. Los errores marcaban las idas y venidas de ambos equipos y la resistencia del Río Duero era su mejor arma para levantar un 22-20 en la tercera manga y encauzar su primer punto gracias al 25-27 final.

Lo del cuarto set era una historia difícil de contar en pocas líneas. Quizás se puede resumir en que los ocho errores de saqué igualaron un encuentro en el que los de Alberto Toribio se veían superiores. Sólo así se mantenia Boiro en el partido. El 37-35 final solo ponía una pizca más de épica a una manga que parecía que nadie se atrevía a ganar.

El tie break fue un reflejo del partido. Del 7-4 se pasaba al 8-10 tras un gran ejercicio de Adrián Olalla al saque. Con todo a favor los errores en la red condenaban al Río Duero a caer por 15-11 y sumar tan solo un punto que sabe a poco.