«Las obras que se quedan desiertas perjudican a los pueblos»

David Alonso
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Entrevista con el presidente de la Cámara de Contratistas de Castilla y León, quien destaca los retornos sociales de la obra pública y sigue reivindicando más inversiones

Enrique Pascual, presidente de la Cámara de Contratistas de Castilla y León. - Foto: Ical

El sector de la construcción, tanto pública como privada, vive una reconversión productiva y económica después de la concatenación de crisis que han dejado la mitad de empresas y trabajadores que en 2009. El presidente de la Cámara de Contratistas de Castilla y León,Enrique Pascual, mira al futuro con optimismo «porque llorar no sirve de nada», pero consciente de los retos a los que se enfrenta el sector para recuperar la confianza perdida y concluir el proceso de «industrialización» en el que está inmerso.

¿Año de elecciones, año de obras públicas?

Siempre, pero a nosotros lo que nos gusta es que las obras públicas se hagan de forma ordenada. Los picos y atracones son malos. Mejor que haya más, por su puesto, pero es que corresponde a una necesidad social y necesita una correcta planificación. Algo de lo que en Castilla y León estamos un poco faltos. Nos gustaría que el reparto fuera más homogéneo para organizarnos mejor y dar un mejor servicio.

Este 2023 va camino de ser el mejor ejercicio en cuanto a licitación de obra pública en Castilla y León en tres lustros ¿Ven ya la luz al final del túnel?

Así es. En la primera década de los 2000 se llegaron a hacer en Castilla y León 4.500 millones de euros de licitación de obra pública. Quizá eso no es sostenible en el tiempo, pero por debajo de 2.500 millones al año para un territorio con 96.000 kilómetros cuadrados y dos millones de habitantes es innegociable y no alcanzarlos significa que no estamos bien.

¿Y cuándo vamos a llegar a esos 2.500 millones licitados?

Cuando se quema el bosque tarda mucho en crecer. Yo creo que este año superaremos los 2.000 millones y ya solo sería crecer un 25%, que en tres o cuatro años deberíamos alcanzarlo. Lamentable es un tema de voluntad política y hay que convencernos de que si haces inversiones en infraestructura tu territorio mejora. Es que parece que lo inmediato cuando hay una crisis es recortar a los contratistas la obra pública. Pues es un trabajo que has dejado de hacer. Igual que lo está viendo ahora la gente joven con el tema de vivienda. Diez años sin hacer vivienda y ahora no hay capacidad para hacerla con la necesidad que se que se requiere. Y la vivienda la gente joven la va a pagar cara más cara que la pague yo cuando accedí a la mía. Pero ya no es eso. Es que además de haberse encarecido, nos empieza a pasar también en otros cosas como con los coches. Hay algo no está funcionando adecuadamente.

La crisis de materias primas puso en jaque al sector hace un año ¿Cómo se ha sorteado?

Pasándolo mal, perdiendo mucho dinero y endeudándose, que es cómo se afrontan las crisis. Ahora tenemos empresas más endeudadas que antes y lo que queda es un tejido muy resistente. La crisis anterior barrió la mitad del sector, y la otra mitad, ya sólo por selección natural como decía Darwin, la especie que ha quedado es una especie muy resistente. Afortunadamente la facturación va creciendo. Y si la bicicleta va cogiendo velocidad, tú vas siendo optimista y te toca dar pedales. Me canso, pero voy a buena inercia. El problema hubiera sido que además de asumir pérdidas, te hubiera caído la facturación. Eso ya te hace cerrar la empresa. Entonces tenemos la expectativa de que esto, en algún momento, traccione y que los famosos fondos Next Generation lleguen en una cuantía un poco significativa. De una curva de peligrosa se sale acelerado.

¿Endeudamiento y confianza en el futuro? Esa mezcla ya salió mal una vez…

Esta crisis de precios no se puede aguantar mucho tiempo porque llega un momento que la demanda de tus compras, si suben mucho de precio, solo lo compras si es de primera necesidad o si es muy necesario. Pero ya empiezas a plantearte bajar el consumo. La crisis de precios se está resolviendo, pero todos tenemos la impresión de que el precio sube muy deprisa, pero cuando tiene que bajar lo hace muy despacio. Como lo hemos visto con la gasolina. Se han dado además una serie de circunstancias como la guerra de Ucrania, que no favorece; los problemas logísticos; o la covid, que destrozó muchas interconexiones económicas y líneas de distribución. Pero bueno, hay tenemos el ejemplo de Chernobil, que parecía que no iba a volver a nacer nada y hay una fauna respetada. Yo soy muy optimista.

Pese a su optimismo, este año prevén que ocho de cada cien obras se queden desiertas, el doble que el pasado año y siete veces más que en 2019. ¿Quién paga el pato?

Lamentablemente la gente más desfavorecida. Nosotros prevemos que este año se licitarán en Castilla y León cerca de 4.000 obras, de las que se van a quedar desiertas, en un setenta u ochenta por ciento son obras en pequeños municipios, con una inversión estimada de más de 100 millones. Son muchos puestos de trabajo en sitios que se necesitan y que son muy importantes para ellos. Un hospital es una obra muy grandiosa, soterrar el AVE también, pero es que un centro de salud para una determinada población es algo muy gracioso. Y son quienes van a salir perjudicados. Pon atención a que si hay alguna obra que se va a quedar desiertas no sean en esas zonas, porque los grandes contratistas pueden irse fuera a trabajar, pero un pequeño contratista de El Bierzo, si no puede acometer la obra…

¿Cómo se puede solucionar este problema?

Los Reales Decretos del Gobierno fueron una cortina de humo, porque estaban mal diseñados desde el principio. No hubo voluntad política de compensar a los contratistas el sobrecoste de las materias primas. Sobre todo a nivel de administración regional y central. La local va muy condicionada por los fondos que le arriman las otras dos. Los contratistas ya no confían en que vayan a ser resarcidos de ese sobrecoste, y por eso ya no se meten a ciertas obras. La solución es muy sencilla, pongan las obras a un precio adecuado, porque las administraciones no tienen que arruinar a nadie. Tienen que pagar las obras a precio de mercado, porque si no te quedas sin la obra y no estás haciendo tu trabajo. Porque no solo perjudicas a las empresas, sino a la población.

Dibuja muchas luces y sombras en el sector ¿Con qué nos quedamos?

Mejoramos pero muy lentamente. El sector ahora mismo, comparado con el año 2009, que es cuando nos llegó a nosotros la crisis, está a la mitad. En Castilla y León la construcción, tanto pública como privada, movía entonces 18.000 millones de euros, y ahora estamos en 7.000 millones de producción. Hemos perdido más de la mitad de la producción, la mitad de los puestos de trabajo y la mitad de las empresas. Yo soy optimista porque llorar no soluciona ningún problema. Afortunadamente vamos mejorando, pero mira a qué ritmo. Tres lustros hemos tardado.

Pero los datos evidencian que en Castilla y León el volumen de negocio de la construcción no hace más que crecer pese a ese descenso de trabajadores y empresas...

Porque estamos caminando hacia una industrialización del sector. Es una tendencia que quien no apueste por ella va a fracasar. Se está innovando muchísimo en el sector. Una pladur, que es una solución mucho más rápida, económica y con más calidad, es un ejemplo de cómo, con menos gente, se puede construir con más volumen. Yo creo que ese proceso se va a seguir dando, y va a ser muy difícil que veamos fachadas de ladrillo cara vista. No es malo, sino adaptarse a los nuevos tiempos. Vamos a pasar de una construcción más artesanal a una industrializada. Ya hay muchos elementos que se fabrican en taller y se montan en obra.

¿Y eso es bueno o malo?

Sinceramente es bueno. La calidad de una vivienda de ahora con las de hace 25 años no tiene nada que ver. Es el progreso y el producto que se ofrece no tiene nada ver. Aquellas casas del pueblo que olían a cerrado van a desaparecer, porque ahora, por ley, se tienen que autoventilar.

¿Qué queda entonces de aquella imagen de los obreros que había a principios de siglo?

Nada. Un obrero hoy día es gente tan cualificada, o más, que las que están en las fábricas. Antes se prestaba menos atención a muchas cosas. Ahora, un trabajador de la obra no sale a la cafetería si no va vestido adecuadamente. Son cosas que hay que cuidar por muchos motivos.

El polémico peaje en las autovías ha quedado en stand-by hasta después del ciclo electoral ¿Hay alternativas reales?

No. Estamos en una economía de libre mercado que va hacia un modelo de pago por uso. No tiene sentido que personas que no usan la autovía tengan que pagarlas con sus impuestos. Habrá que pagarlas las que lo utilicemos y así se hará un uso más racional. Lo que es gratis no se valora, y es que encima no se sostiene. El presidente del Gobierno anuncia que va a poner en el mercado 150.000 viviendas, pero si no hay capacidad ni dinero para hacerlas. Está muy bien, pero explica que vas a dejar de hacer. Hay que ser realistas y no jugar con las ilusiones de la gente. Deberíamos fijarnos en lo que la gente hace, no en lo que dice. Porque a nuestro país ya no le cabe más endeudamiento.

¿Y cómo se soluciona entonces el problema de acceso a la vivienda para los jóvenes?

Primero deja actuar al mercado libre y quita trámites administrativos para que el suelo que hay se pueda convertir rápidamente. Esos procedimientos son caros y costosos, hay que aligerar esa parte. Es de justicia favorecer y dar ayudas a quienes de verdad lo necesitan, como se han hecho en otras épocas.

Precisamente ha sido el propio mercado el que ha llevado la situación de precios a este punto…

No. En Valladolid en concreto había un plan parcial para 5.000 viviendas, pero el TSJ lo tumbó porque «no había necesidad». Si sacas 5.000 viviendas del mercado, el resto de las 300 que quedan se multiplica el precio. Pero es que hay que quitar impuestos a la construcción, y facilitar los trámites administrativos. Deja que haya competencia, porque el mercado se regula solo, y si alguno saca las viviendas mucho más caras seguro que no las vende. Y, por último, da ayudas directas al comprador, como ya hacen en el País Vasco, para que la gente compre la vivienda que quiere, donde quiere y como quiere. Yo no estoy en contra de las VPO, siempre que sean de promoción privada, no pública como quiere hacer este Gobierno.

Hace dos años parecía que los fondos europeos iban a salvar el sector, pero por el momento siguen sin ser significativos ¿Qué está fallando?

Están fallando las garantías que da España como país para asegurar a los que nos van a prestar el dinero, que son los grandes ahorradores del norte de la UniónEuropea, que se va a hacer un buen uso y va a generar actividad económica con retorno positivo. El actual Gobierno, con la maquinaria del Estado, no acredita un reparto justo y profesional de los fondos.

Hemos revisado el pasado y el presente de la construcción, pero, ¿cómo ve al sector en diez años?

Vamos a ser muy parecidos a la industria de la automoción o de componentes, porque se está invirtiendo mucho en tecnología. Seguiremos con las peculiaridades del sector, y se aumentará la valorización de este sector.