Explota la izquierda

Pilar Cernuda
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Sumar gana la batalla a Podemos y deja fuera a Irene Montero en un juego desconcertante en el que el PSOE de Sánchez tratará de apoyarse para revalidar una mayoría con la que gobernar

Explota la izquierda

Hay finalmente acuerdo. Aún no se sabe en qué consistirá, pero Ione Belarra afirma que la decisión está tomada. Sin más explicaciones, porque no admitió preguntas en su comparecencia.

Yolanda Díaz ha ganado la batalla y, además, su rostro figurará en las papeletas de la coalición. La vanidad se impone, aunque no sorprende en la vicepresidenta gallega. Venció e Irene Montero queda fuera de juego. Cuidado, no es buen enemigo.

Las palabras paz, felicidad, diálogo y sonrisas que Díaz ha convertido en su seña de identidad, no han tenido demasiado éxito en las filas a la izquierda del PSOE. Bien porque la líder de Sumar todavía no se mueve bien como jefa de un partido, cargo que acaba de estrenar después de haber integrado previamente las filas de cuatro formaciones, o bien porque ha topado hasta el último minuto con el muro impuesto por la dirección de Podemos.

Se produjo el milagro cuando estaba a punto de llegar el límite el pasado viernes, y a la izquierda del PSOE estarán un Podemos integrado en Sumar, que engloba a una quincena de grupos políticos. 

La guerra entre Díaz y Montero ha sido y sigue siendo a muerte. La lucha de egos siempre provoca problemas, pero en el mundo político puede romper la estabilidad de las formaciones más poderosas y promover su desaparición. La historia reciente española está plagada de ejemplos.

Una mujer que sabe desde hace años que su carrera estaba acabada en Galicia, por eso dio el salto a la política nacional después de utilizar diferentes rampas y traicionando a sus apoyos sucesivos. En Madrid, se apuntó a Podemos, cuyo líder, Pablo Iglesias, no solo la convirtió en ministra de Trabajo sino que la designó vicepresidenta cuando él anunció que dejaba la política. Que no la dejó. 

Pensaba el presidente de Gobierno que así se conformaría un bloque entre Podemos y Sumar que tendría mejor resultado en las elecciones generales que si iban los dos partidos por separado, lo que facilitaba revalidar una mayoría con la que gobernar frente al pujante PP. Sin embargo, Díaz y Montero han mantenido posiciones inamovibles hasta que estaba a punto de expirar el plazo, y han hecho toda clase de maniobras para desacreditar al otro, haciendo cada vez más difícil la unidad. Con seguridad, han desesperado a un Sánchez que necesitaba como el comer que acordaran listas conjuntas. 

Ha habido un juego poco claro, y desconcertante, por las dos partes, como si intentaran engañar a los contrarios. Desde Sumar, se transmitió que Belarra tendría puesto de salida en alguna lista, pero no así Montero, que aspiraba al dos o tres por Madrid. Lo que explicaban en Sumar sotto voce era que Compromís y Mas Madrid vetaban a Montero, lo que desmintieron los dos grupos. Solo el pasado jueves se admitió que, efectivamente, Montero no tendría sitio en ninguna lista. 

Belarra y Montero, ese mismo día, anunciaron que serían sus afiliados los que tomaran la decisión de negociar o no. Una manera de evadir responsabilidades y, sobre todo, la humillación de que se visualizara que Sumar no quería saber nada de las dirigentes de Podemos. O al menos de una de ellas. 

El resultado de la consulta confirmó lo que se suponía: los inscritos de Podemos dejaban la responsabilidad de negociar en manos de Belarra y Montero. Que habían presentado una nueva propuesta a la gente de Yolanda: un pacto para que se presentara en Valencia, solo en Valencia, con lista propia; y lista conjunta en el resto de las provincias. Sumar dijo no, entre otras razones porque Compromís es un puntal de la coalición en Valencia mientras que Podemos no logró ningún escaño en las pasadas elecciones de mayo. 

Los morados no han estado quietos en estos días de negociación. Esta semana, uno de sus miembros, registró un nuevo partido, con la misma dirección que su sede. ¿Se estaba guardando la ropa él, o bien alguien a través de él, para presentarse con otras siglas si no había acuerdo entre Sumar y Podemos? 

Como otras incógnitas más pedestres, más materialistas. Por ejemplo, cómo se repartirán los fondos estatales en la coalición, porque la mayor parte de los partidos dependen de ese dinero, que se distribuye en función del número de escaños y de votantes que consigue cada grupo. En una coalición tan numerosa como Sumar, hay que hacer algoritmos más que números. Y otra cuestión a decidir, es quién participará en nombre de Sumar en los debates entre los candidatos en las radiotelevisiones públicas, que vienen milimétricamente reguladas por ley: solo pueden participar los candidatos de los grupos con representación parlamentaria, y Díaz no la tiene. Aunque sí algunos de los partidos que integran la coalición.

Distancias

La gallega marcó aún más distancias con Podemos nombrando portavoz de la campaña electoral al eurodiputado Ernest Urtasun, de En Comú, el partido de su amiga Ada Colau. Un nuevo desprecio, donde los nervios entre la militancia se acrecentaban a medida que se acercaban las fatídicas 23,59 horas del pasado viernes.

En diferentes regiones y localidades se han visto ya acercamientos de personas de Podemos hacia algunos de los partidos integrados en Sumar. Cada día se visualizaba con más intensidad que los morados viven horas amargas con el sálvese quien pueda que define su situación real y que se ha apoderado del partido que un día acarició la idea de llevar a Iglesias o a su sucesora a la Presidencia del Gobierno.

A pesar de que el partido ha renunciado a mantener a Montero, que significa también el fin del liderazgo de Iglesias, el mal está hecho: la credibilidad de Podemos ha caído en picado, con Montero como principal protagonista del descrédito. Pero que hayan ofrecido a Sumar su cabeza en bandeja, no augura nada bueno. Tampoco Díaz sale bien parada, Sumar se ha convertido en un guirigay, un zoco en el que se discute todo, se regatean lugares en las listas electorales y se maniobra para quitar de en medio a un compañero para ocupar su sitio.

A quien más angustiaba esta situación era a Sánchez, que promovió a Díaz convencido de que ella lograría unir a la izquierda y que no se dividiera el voto entre Sumar y Podemos, lo que castiga la ley D´Hont. Esa unión permitía a Sánchez soñar con la posibilidad de mantenerse en Moncloa. 

Ahora puede respirar con cierta tranquilidad porque se acaba su pesadilla, ver descalabrada la izquierda a su izquierda. Pero quedan cuentas pendientes: el trato dispensado a Montero y cómo afecta a la imagen de Díaz, que se presentaba como la mayor defensora de la paz y la felicidad; y cómo afecta también a la propia Belarra, que ha dejado caer a su amiga y compañera. Y, lo más importante, cómo afecta esta negociación, tan dura, a los votos. 

Hasta el 23 de julio, Sánchez va a estar en estado permanente de inquietud.