Alberto Molinero

Alberto Molinero


Sin cultura no hay democracia

15/07/2023

Vivimos en pleno 2023 y, con la llegada de cierto espectro de la política a las instituciones, en muchos municipios hemos empezado a ver las consecuencias de lo que esto significa. Pensábamos que estábamos ya en una España libre y con futuro, pero las nubes de tormenta de los últimos meses atisban unas lluvias en blanco y negro que nos dejan empapados de la España del NO-DO.
Lope de Vega o Virginia Woolf son claramente terroristas de la nueva España y también es inadmisible que los niños puedan ver, en una película, un beso entre dos mujeres o una obra de teatro que trate sobre los trastornos alimenticios. Estas temáticas, entre otras, son canceladas a día de hoy en los diferentes municipios donde la entrada de concejales verdes y azules cambian las programaciones ya firmadas y presupuestadas solo por una cuestión ideológica.
¿Qué clase de país somos si no utilizamos la cultura para cuestionarnos, preguntarnos, criticar, crear opiniones diversas y crecer intelectualmente, sino para llevar una línea que no moleste al espectro conservador y vender únicamente toros, flamenco y paella como el máximo exponente cultural de España?
La censura a la cultura pensábamos que ya estaba superada en este país. Muchos fueron los que lucharon por poder crear artísticamente en libertad. Pero, ¿por qué tienen tanto miedo a la cultura, tanto miedo a la libertad? ¿Tienen miedo de que la gente empiece a pensar por sí sola y puedan crecer intelectualmente? ¿Que con esto se les acabe la sensación de inmunidad que tienen ahora mismo, pensando que pueden hacer y deshacer a su antojo? ¿Que pueden reprimir ideas y sentimientos? ¿Que son los amos de las mujeres, de la clase obrera y, por tanto, los amos del país?
Estamos viendo, en la actualidad, campañas políticas semejantes a las que tenía el fascismo europeo en el pasado y, esto, no nos alarma. Pero que, en teatro o en cine, se hable de la problemática de los trastornos alimenticios, de feminismo, del amor libre entre personas o de la historia de un maestro republicano fusilado es motivo de escándalo y censura. Acusar a menores tutelados de ladrones y terroristas no nos escandaliza, pero colgar una bandera multicolor en un ayuntamiento es todo un delito para la moral.
Estamos a punto de presenciar el mayor retroceso de derechos del siglo XXI, con programas en los que solo aparecen las palabras derogar, suprimir o anular leyes como: la ley de muerte digna, de violencia machista, de memoria democrática, de cambio climático, del aborto, ley trans, del trabajo, etc. En definitiva un programa que, en vez de proponer medidas constructivas para un país, elimina todo lo que los no les gusta de la España de 2023 para intentar que se parezca más a la de 1936, en la que las mujeres no puedan abortar, el colectivo LGTBIQ+ no tenga derechos y se puedan ilegalizar partidos.
Con la figura del censor llamando a la puertas de nuestros teatros, cines y librerías, me recuerda más a las grandes patrias que quemaban tanto libros como personas judías, homosexuales o no afines al régimen, que a la España libre, llena de color, cultura, diversidad de gentes y de lenguas, que todo el mundo admira y envidia por su alegría, variedad y riqueza cultural. Y no olvidemos que la cultura salva vidas, la cultura enriquece, la cultura da identidad a un país y sin cultura, no hay democracia. #STOPCENSURA