Educación canina en Suellacabras

S.Ledesma
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Compartiendo Huellas es el proyecto puesto en marcha por Maica del Pozo Guillén en Suellacabras para ayudar a instruir a perros con conductas inadecuadas desde el punto de vista emocional

Educación canina en Suellacabras - Foto: E.G.M

Cuántas veces una interpretación incorrecta de las palabras o de un gesto desencadenan un malentendido entre humanos. Con los animales puede pasar lo mismo. Carecer de herramientas para acercarse a su psicología y desentrañar el porqué de un comportamiento inadecuado es habitual. Por eso es esencial saber que educar a una mascota es la base para poder convivir con ella en armonía y disfrutar de su compañía. Maica del Pozo Guillén, fundadora de Compartiendo Huellas, asegura que este proceso «es una terapia bidireccional [humano-animal] porque es imposible que tú seas capaz de ayudar a tu perro a gestionar sus emociones, su frustración, su estrés y su ansiedad si tú no eres capaz de gestionar tus emociones». 

Esta ingeniero químico industrial reconvertida en educadora canina y técnico de intervenciones asistidas con perros usa una metodología fundamentada en la búsqueda del origen emocional que está provocando una conducta en el animal. «Está basada en el estudio y en el entendimiento del lenguaje canino, así como en sus necesidades instintivas y emocionales», explica. Este procedimiento, que la diferencia de otros instructores caninos, «no castiga la conducta, sino que busca una conducta alternativa para satisfacer esta base emocional o instintiva que la está provocando». ¿Por qué hacerlo de esta manera? Muy sencillo:«Si yo castigo la conducta y aplico un castigo aversivo a ese miedo, ese miedo va a ir a peor. Sin embargo, si yo entiendo que esa actitud nace del miedo, entiendo su comunicación, respeto su tiempo y tomo otra vía, puede ser que el proceso sea más lento, pero es la única manera de trabajarlo respetando las emociones de esos perros». 

La especialista insiste en que se trata de una situación de doble dirección en la que el propietario del animal debe poner de su parte para manejar sus propias emociones: «Muchas veces cuando ellos no cumplen nuestras expectativas, ese grito, este tirón de correa, está expresando nuestro frustración, no su error. Porque al final es un perro que tiene unas necesidades instintivas. No son perfectos y pueden equivocarse, como nosotros. Así que tengo como algo muy marcado que si ellos fallan la que está fallando soy yo, porque yo soy su referencia y soy quien tiene que ayudarles a gestionar sus conductas». Y en todo este proceso «es muy importante la paciencia, la empatía, el respeto y la comunicación». 

doble vertiente. Con sede en Suellacabras y atención donde se requiera, Compartiendo Huellas (@compartiendo.huellas) nace de la inquietud de una persona que decidió dar un giro a su vida compartiendo su sabiduría sobre el muchas veces malinterpretado mundo de las emociones animales. «Era feliz con mi trabajo, pero mi felicidad verdadera está en una montaña paseando con mis perros», admite. Y así cambió su Barcelona natal por Soria, donde ha puesto en marcha el pasado enero su proyecto. Tiene una doble vertiente: por un lado las intervenciones asistidas y por otro, la educación canina propiamente dicha. Sobre esta última trabaja en diferentes niveles.

Aventura cachorros, hacer del caos un arte es un curso destinado a los más pequeños de la casa..., con cuatro patas. A través de él Maica pretende «establecer las bases de la educación antes de que se generen todos esos problemas de conducta no porque lo hayamos hecho fatal, sino porque no lo entendemos». Destaca que cuando ella empezó a formarse en estas técnicas hace ya nueve años «también había pasado por esa situación» y fue entonces cuando «me di cuenta de que había hecho cosas mal». Por eso, ahora cuando está al otro lado, instruyendo a sus alumnos sobre qué es lo bueno y qué no lo es tanto para el animal, se ve «muy reflejada» en ellos. «A veces pensamos que estamos haciendo lo mejor para nuestros perros y no es así. Pero lo importante es querer aprender y olvidarse de lo que hemos hecho antes», resuelve.

Del mismo modo ofrece «clases a medida diseñadas en función del problema de conducta que el perro esté mostrando». Y en ese contexto existe una sesión de evaluación «en la que se valora el problema y, a partir de ahí, se establecen unas pautas generales y específicas para tratar el problema en el contexto social que viven sus humanos». Porque, explica, «no es la misma situación un perro de ciudad que uno de pueblo, por poner un ejemplo». 

Al tiempo, también existen clases grupales «para trabajar un poco de todo, desde obediencia básica a la sociabilización». Lo interesante de estas quedadas semanales «es conseguir la atención de tu perro estando rodeado de otros perros y de muchos estímulos», algo que puede parecer difícil o estresante pero que es «muy divertido». 

Los talleres infantiles también están enfocados a educación canina, en concreto «a sembrar la semilla del futuro en esos niños para que aprendan a educar con amor» a los animales. 

De forma paralela, va a desarrollar el proyecto de intervención asistida con el fin de «llevarlo a colegios, residencias de mayores y hospitales». Especifica que habitualmente se conocen como terapias asistidas, aunque «eso sería sólo una rama». Las intervenciones asistidas que ella plantea «pueden estar enfocadas con objetivos terapéuticos, educativos, sociales o lúdicos». A través de estas actividades Maica intentará «llegar al máximo número de personas posible para utilizar los beneficios del vínculo animal-humano». 

sus perros. Toda esta labor didáctica y de intervención la hace gracias a la labor de sus perros, principalmente de Coco y Maya, los dos adultos «ya entrenados» para estas situaciones. Hada y Paco (este último lo tiene en acogida a través de Redención con intención de quedárselo) en un futuro les tomarán el relevo y están «en formación». «Coco es el perro destinado a las personas mayores porque es muy tranquilo, empatiza mogollón y es supersensible. Maya es todoterreno y le encantan los niños», indica. Todos ellos han sido animales «rescatados, adoptados», algo que para ella es un «factor importante». «No tengo nada en contra de la gente que compra ni de las razas -advierte-, pero parte de mi proyecto se desarrolla en ese camino: en hacer evidente que cualquier perro mestizo puede ser igual de válido y que todos tienen capacidades maravillosas, no valen menos». Todos son de color negro, porque como sucede con los gatos, «son los grandes olvidados» en las adopciones. 

Primero ha trabajado con sus perros para poder ofrecer lo mejor de su formación a los demás. Ahora, tras nueve años en este mundo, tres de especialización para materializar su sueño hace apenas uno en Suellacabras, Maica por fin puede disfrutar de una felicidad completa y compartirla con los demás.