Alberto Molinero

Alberto Molinero


Torrijas y limonada

01/04/2023

Ya estamos en pleno comienzo de Semana Santa. Llevamos meses escuchando por nuestra ciudad trompetas y tambores ensayando para la ansiada cita. Pero, ¿qué es la Semana Santa?, ¿en qué se ha convertido? Somos, según el art.16 de la Constitución, un país laico, aunque la mayoría de nuestros festivos nacionales están vinculados a acontecimientos de la religión católica. Pero: ¿es España tan religiosa?, ¿o simplemente estos actos se han convertido en una mera tradición, que se repiten año tras año, sin ningún tipo de valor religioso para la mayoría de las personas y que, además en muchos de los casos, la gente no conoce ni cuál es su origen?
Puede que no pisemos una iglesia en todo el año, pero el Viernes Santo nos ponemos nuestro traje de cofrade, acudimos a la procesión y dejamos de comer carne porque es pecado. Hacemos el viacrucis de rodillas o descalzos. En muchos sitios de España hay, a mayores, que visitar 7 templos (como es tradición) y, ya que estamos, postearlo en Instagram o en Facebook a ser posible. Cuánta hipocresía, ¿verdad? Sobre todo en aquellos que no comen carne el viernes, pero humillan a su prójimo o rechazan al extranjero; que van descalzos, pero luego no ayudan a quien lo necesita; que visitan los 7 templos de rigor, pero luego discriminan al que ama o piensa diferente. ¿Cómo de buenos cristianos somos cuando sólo nos acordamos de Dios una semana al año? ¡Y porque nos dan vacaciones! Pero el resto del tiempo las enseñanzas y mandamientos nos los saltamos a la torera.
La soberbia diaria con la que muchas veces tratamos a los demás. La avaricia que tenemos por ansiar la mejor casa o móvil para aumentar nuestro ego social. La lujuria, cuando somos el undécimo país del mundo y cuarto de Europa que más pornografía consume. La ira, que se ve diariamente en el parlamento o en muchas conversaciones de bar, incluso en los estadios deportivos. La gula, cuando somos el país de las tapas y la cerveza: salir a comer y beber por placer lo llevamos, prácticamente, en el ADN. La envidia que tenemos al prójimo (y más desde las llegada de las redes sociales) queriendo y deseando tener la vida y los bienes de otros. Y, por último, la pereza que nos da, por ejemplo, ir a misa el domingo por quedarnos durmiendo o de parranda en el bar, pero luego acudimos a la procesión cómo buenos cristianos y celebramos nuestras bodas, bautizos y comuniones, como Dios manda.
La palabra hipócrita viene históricamente del griego y se usaba en el contexto del teatro. Eran las personas que actuaban poniéndose una máscara para pretender ser un personaje en el escenario. Por aquel entonces, no tenía la connotación negativa actual. Gracias a las biografías sobre Jesucristo, coge el sentido que hoy en día conocemos. En el nuevo testamento, aparece hasta 17 veces, refiriéndose a los líderes de otras religiones. Para Jesús, lo que estos líderes estaban haciendo era ponerse una máscara, fingir ser por fuera lo que no son por dentro. Y, esto es lo que hoy en día vemos en algunos de los que se hacen llamar católicos. Se ponen la máscara para acudir a actos y hacerse pasar por buenos cristianos pero luego, en su día a día, su comportamiento dista mucho de lo que tendría que ser el mensaje de Dios. Y tú, ¿cómo de buen cristiano eres mientras comes torrijas y limonada?¿Y el resto del año?