Encadenado de pies y manos en una imagen que algunos tildaron de «escalofriante», el joven chef español Daniel Sancho se sentó ayer en el banquillo de los acusados en el arranque de un juicio -de enorme tirón mediático- en el que la Fiscalía de Tailandia y la acusación particular tratarán de demostrar que, en agosto del pasado año, asesinó de forma premeditada al cirujano colombiano Edwin Arrieta, de 44 años, mientras que él y su defensa argumentarán que fue un desgraciado accidente.
Pese a la enorme expectación que generó la primera vista de lo que, sin duda, será un largo proceso, podría durar más de un mes, el juez encargado del caso prohibió a todos los asistentes que informen de lo que ocurre dentro del juicio y vetó también el acceso a los periodistas. Asimismo, advirtió a todas las partes, incluidos abogados y el fiscal, que no ofrezcan detalles del proceso, y subrayó que en caso de que haya sospechas de que se ha difundido información se perseguirá y conllevará incluso penas de cárcel.
Sin embargo, sí trascendió, a través de los abogados de la familia de Edwin Arrieta, que, tras las primeras horas del juicio, Sancho «no ha mostrado sensación de arrepentimiento, sigue defendiendo su versión de los hechos» y que incluso se le ha visto «muy seguro de sí mismo».
El juicio oral dio comienzo alrededor de las 9.45 hora local en el tribunal provincial de Samui (isla al sur de Tailandia), hasta donde se desplazaron decenas de medios, y en esta primera sesión declararon testigos de la Fiscalía que coincidieron con Sancho en la isla de Phangan, donde supuestamente tuvo lugar el crimen el pasado 2 de agosto. En concreto, una mujer de nacionalidad birmana que encontró los primeros restos del cadáver de Arrieta en un vertedero de Phangan el 3 de agosto y una mujer tailandesa que alquiló una motocicleta a Sancho en la isla el 31 de julio.
«El tribunal ha sido muy contundente a la hora de apercibirnos de que todo lo que se diga que haya podido suceder dentro lo va a investigar por (constituir) un posible delito y con sus consecuencias penales», indicó el abogado español Juan Gonzalo Ospina, que representa a la familia de Arrieta.
Según añadió, el juez fue muy «riguroso», y, ante la gravedad de los hechos, «no quiere que exista ningún tipo de juicio paralelo ni que se informe de a lo que se están refiriendo los testigos».
Los asistentes, de hecho, tuvieron que dejar sus teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos fuera de la sala.
Además del propio Sancho, de 29 años, a la vista también asistió su padre, el actor Rodolfo Sancho, hijo a su vez del popular actor Sancho Gracia, ya fallecido.
El joven acude representado por el abogado de oficio tailandés Aprichat Srinuel, y la defensa argumentará durante el proceso que la muerte de Arrieta se debió a un accidente durante una pelea entre ambos, en la que según su versión Sancho actuó en defensa propia. El fiscal le acusa un asesinato premeditado y le imputa otros dos delitos, el de ocultación del cadáver y destrucción de documentación ajena.
El acusado, que se enfrenta incluso a la pena de muerte si se demuestra que el crimen fue planificado, pudo también durante la vista de ayer, formular él directamente preguntas a los testigos, según explicó Ospina al salir de la sala, considerándola una práctica «inédita en España».