Las Siervas de Jesús dicen adiós a Soria y cierran el convento

Sonia Almoguera
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Las tres hermanas que quedaban en el convento de la capital soriana serán trasladadas a otros centros de la orden a mediados de septiembre

Las tres últimas hermanas de la orden de las Siervas de Jesús. - Foto: Eugenio Gutiérrez.

Han cuidado, con cariño y abnegación, a los enfermos sorianos en los hospitales (hasta que comenzó su andadura el Hospital Santa Bárbara), en clínicas y en los propios domicilios de los pacientes. Todos los días del año. Sin descanso. Durante el día y, sobre todo, la noche. A personas sin recursos y familias necesitadas de apoyo. Han contribuido a hacer más fácil, con humanidad y entrega, situaciones personales de enfermedad muy graves y complicadas. Así, desde marzo del año 1898, cuando recalaron por primera vez en la capital soriana. Pero la avanzada edad de las religiosas y, especialmente, la pandemia de coronavirus han infringido un duro golpe a la congregación religiosa, que en estos últimos años ha visto mermado el número de sus integrantes. Por ello, las Siervas de Jesús abandonarán Soria, tras 125 años de historia y dedicación a los sorianos más vulnerables. Las tres últimas hermanas que habitan el convento, sor Pilar, sor Magdalena y sor María Jesús, serán reubicadas en otros centros de la congregación a partir del próximo mes de septiembre. «Da mucha pena, pero es una realidad y hay que aceptarla con paz», señala sor Pilar, responsable de la orden en Soria. «Nos vamos contentas porque es voluntad del señor. Vamos donde él dispone», destaca.

Lo triste, señalan sor Magdalena y sor María Jesús, es que el adiós llega en un año especialmente significativo para la entidad, ya que el pasado mes de marzo celebraron con gran alegría el 125º aniversario del establecimiento de las Siervas de Jesús en la capital soriana. Aquel día, reseña sor Magdalena, el ánimo era muy diferente al que presentaban los congregados en el oficio religioso de despedida celebrado en la iglesia de San Juan de Rabanera el pasado 21 de julio, una multitudinaria misa presidida por el obispo de Osma-Soria, Abilio Martínez Varea. «No se llegaban a caer las lágrimas, bueno, a mí sí, pero todo el mundo tenía las caras tan serias y tan tristes...». Y es que, continúa sor Magdalena, es mucho el cariño que la ciudad de Soria les profesa y que le está haciendo llegar en estos días previos antes de su marcha.

Sor Magdalena no puede contener las lágrimas. «Si es que soy una magdalena», comenta con una sonrisa triste. En septiembre dejará atrás 28 años de estancia en Soria, un lugar donde, asegura, siempre se ha sentido muy querida, muy bien acogida y donde, como el resto de las hermanas, ha ayudado a administrar la medicación, cuidar y mejorar la calidad de vida de muchos enfermos. La congregación siempre se ha sentido muy unida a los sorianos. «Hemos trabajado con mucha entrega. Hemos sentido la fuerza de nuestra Santa Madre, que nos ha ayudado a quedarnos solas con los enfermos» y a darles la mejor atención, explica sor Pilar, que llegó destinada a las Siervas de Soria en el año 2019. Con pena, pero con resignación, acepta el cierre del convento y de la iglesia ubicadas en la céntrica calle San Juan de Rabanera, frente a la iglesia del mismo nombre. «La llamada del señor es un don», alega en relación a la falta de nuevas vocaciones mientras sor Magdalena recuerda que en algunos momentos de su historia reciente el convento llegó a tener casi 15 hermanas. Sor Pilar quiere quedarse sobre todo con el recuerdo de la satisfacción por la ayuda que han prestado a lo largo de estos años,

«Acompañábamos a los enfermos después de la cena. Dormíamos por la tarde», recuerda sor María Jesús, la hermana de origen soriano. «Nos han tocado casas muy difíciles de atender, familias con la madre enferma de tuberculosis y con niños pequeños», recuerda sor Pilar. «Y 24 horas», agrega sor María Jesús. «A la gente no se le olvida nuestra labor, siempre nos dicen: Asististéis a mi padre, a mi abuelita...», añade sor Magdalena. El agradecimiento nunca ha cesado. «Mucha gente todavía viene y nos regala pescado y otras cosas en agradecimiento», detalla sor Pilar.

Fue en marzo del 1898 cuando a petición del obispo de Osma, José María García Escudero, se solicitó la llegada de esta congregación que había fundado en julio de 1871 María Josefa Sancho del Corazón de Jesús y que había recibido la aprobación pontificia 12 años antes. Se decidió que finalmente se implantase en la capital soriana por ser más necesaria. Su llegada no pudo ser más oportuna, porque coincidió con una epidemia de tifus en la ciudad. 125 años después, la responsable máxima de la congregación cursará una visita el día 12 para decidir, finalmente, qué destino se dará a la capilla y a las instalaciones que se encuentran en muy buen estado gracias a una restauración integral llevada a cabo hace pocosaños. «Nuestra madre lo dispondrá todo», explica sor Pilar.

Con alrededor de 30 delegaciones conventuales en España, la congregación de las Siervas de Jesús de la Caridad tiene presencia en cuatro continentes y delegaciones en países como Italia, Portugal, Estados Unidos, Argentina, Chile, Paraguay, México, Perú o Filipinas, entre otros. «La congregación abrió la primera guardería que se hizo en Europa», explica sor Pilar, que durante muchos años trabajó en ella, así como en la delegación de Castro Urdiales (Cantabria).

 La fecha exacta de la marcha de las tres hermanas aún no está fijada, pero estiman que podría tener lugar no antes de la segunda quincena del próximo septiembre. Después de años de feliz convivencia en Soria, también les da pena separarse. Sor Pilar y sor María Jesús, al menos, seguirán juntas, pues ambas han sido destinadas a Zaragoza. Sin embargo, sor Magdalena marchará sola al centro de las Siervas de Jesús en Irún. «Es muy doloroso», reseña sor Pilar mientras sor Magdalena se emociona.

Mientras esperan el momento de partir, siguen despidiéndose de los muchos amigos y familias a las que atendieron sin descanso.