El concejal mágico

Sonia Almoguera
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Soria llora a su edil de cultura más querido, pero también al amigo, al hombre culto que ayudaba a todo el mundo con una sonrisa

Jesús Bárez, ahí sigues - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez. Eugenio Gutiérrez Mart

El último fue (por fin) para él, un aplauso que se hizo eterno durante varios minutos, húmedo y salado a fuerza de mezclarse con sonrisas y lágrimas, para el que tantas veces se afanó en que aplaudieran a otros sobre el escenario. La capilla del tanatorio municipal de Soria se quedó pequeña el pasado viernes 9 de febrero para despedir a Jesús Bárez (1947-2024), el concejal que se ilusionaba con cada uno de los proyectos que emprendía y que ha hecho de la cultura una marca de Soria, el amigo de la eterna sonrisa, el abrazo o las simples y reconfortantes palabras, «¿Qué tal, majico/majica?», que dejaba caer al iniciar cualquier conversación. 

Como Antonio Machado, al que tanto homenajeó difundiendo su legado ético y estético en múltiples iniciativas culturales, Jesús se ha ido un mes de febrero. Como el autor de Campos de Castilla también deja un hondo e irremplazable vacío, un legado a la vez guía y punto de partida para seguir haciendo de Soria un lugar más amable, más bello. Su trabajo denodado en pro de la capital y su cultura no tenía otro fin. Su vida, su trayectoria docente, su dedicación a la política estaban siempre al servicio de los demás porque, por encima de todo, le interesaban las personas.  

Tejió entre sus dos patrias, la natal, Zamora, y la adoptiva, Soria, a la que llegó en 1974, infinidad de lazos familiares y de amistad que fueron ensanchándose mucho más allá siguiendo las enseñanzas machadianas y ese «se hace camino al andar» que tanto predicó. Collioure, Sevilla, Segovia, Baeza, Rocafort, Madrid, Barcelona a las que estuvo ligada su labor como entusiasta coordinador de la Red de Ciudades Machadianas lloran su marcha. En Cracovia y Nueva Delhi los poetas Marta Eloy Cichocka y Subhro Bandopadhyay son aún incapaces de asimilar la ausencia de ese ser increíble capaz de «hacer grandes cosas» en una ciudad tan pequeña y, al mismo tiempo, hacer sentir como en casa a cualquier persona venida de muy lejos. Al poeta iraquí Abdul Hadi Sadoun, otro de los escritores que conforman ese «círculo poético soriano» que Bárez alentó y mantuvo siempre vivo a través de uno de sus grandes proyectos, la Feria del Libro EXpoesía, se le hace difícil entender Soria sin este «excelente hombre, culto, inteligente, que siempre ayudaba a todo el mundo».

condolencias DE REDESCENA AL CD NUMANCIA

El dolor por su fallecimiento se ha hecho extensivo a multitud de entidades y organismos, desde la Red de Teatros, Auditorios, Circuitos y Festivales de Titularidad Pública (Redescena), que se despedía tristemente del «programador» durante tantos años del Centro Cultural Palacio de la Audiencia, a la Junta de Castilla y León. su consejero de Cultura (y amigo), Gonzalo Santonja, alababa desde los micrófonos de Onda Cero Soria su trayectoria insustituible y esa cabeza «llena de ideas interesantes y deslumbrantes» junto a su personalidad «integradora y generosa». La Plataforma de Fotógrafos por el Centro Nacional de la Fotografía decía adiós también con pesar al concejal «de la fotografía», a su concejal «mágico». La Fundación Fundos destacaba su labor como «querido gestor de la cultura capitalina». Desde la editorial Olifante, su responsable Trinidad Ruiz, lamentaba su pérdida con el convencimiento de que «un poco de ti, un poco de nosotros, vuela alto hacia el infinito». El CD Numancia guardó el pasado fin de semana un minuto de silencio en recuerdo de su entusiasta forofo. Pero también asociaciones y agrupaciones culturales de todo tipo se muestran consternadas por su fallecimiento y, a la vez, admiradas por la generosidad con la que, en los últimos días de su enfermedad, trabajó para seguir apoyándolas. Con lágrimas y una gran sonrisa Juan Carlos Rodrigo, presidente de Afomic, y María Ferrer, coordinadora del Festival On Photo Soria que organiza esta entidad, comentan que apenas unos días antes de su muerte dejó cerrada una partida económica para la celebración de este evento fotográfico que nació en 2016 gracias a su ayuda. «Aquel primer año fuimos a verle y lo primero que nos preguntó Jesús fue qué necesitábamos», recuerdan. Así era. Las puertas de su despacho (los últimos años en el Centro Cultural Gaya Nuño), siempre abiertas. «Allí estaba siempre Jesús para atenderte, para escucharte, para arrimar el hombro», recuerda el alcalde de la ciudad, Carlos Martínez Mínguez. 

Más allá del referente «institucional, cultural, social y de político con mayúsculas comprometido con esta tierra», más allá del compañero de partido y de Corporación Municipal, el primer edil confesaba perder también casi «a un padre, al Jesús abuelo de mis niños que acaba de dejar un hueco absolutamente imposible de rellenar». Los dos días de luto decretados en la ciudad con las banderas a media asta, tanto en la sede del Ayuntamiento como en la de la Diputación de Soria, donde fue entre 1999 y 2001 diputado «ganándose el corazón de todas aquellas personas que compartieron tiempo a su lado», añadía la institución provincial, se unen a su nombramiento como Hijo Adoptivo de la ciudad, una distinción compartida que le unirá más si cabe al autor de Campos de Castilla. 

A finales de los años 70, cuando aún estaban lejos sus días en la política y era el flamante presidente de la Asociación Cultural de Soria (Acuso), a la pregunta «si usted fuera alcalde de Soria ¿qué es lo primero que haría?» Bárez respondía con un simpático: «Una fiesta para todos». Y eso hizo durante los últimos 16 años que estuvo al frente de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Soria. Una fiesta en la que la poesía y la música tuvieron un papel protagonista con proyectos que, en ocasiones, encontraron el desconcierto, la incomprensión e incluso el desprecio de muchos. Pero él nunca se rendía. Ni con Soria Rock, que revitalizó tras años de decadencia, ni con EXpoesía, ni con Enclave de Agua, sus grandes proyectos junto a la creación del Museo de Escultura al Aire Libre asociado al Simposio de Escultura Ciudad de Soria, y la Saturiada en homenaje a El santero de San Saturio de Juan Antonio Gaya Nuño.

La Feria del Libro EXpoesía, «la única dedicada a la lírica que yo conozco», detalla Subhro Bandopadhyay, se ha consolidado como una cita ineludible (y única) a nivel nacional, un evento en el que el edil siempre mimó a las pequeñas editoriales dedicadas a este género literario minoritario y por el que han pasado grandes escritores y autores en ciernes siempre en contacto cercano con los lectores. Porque para Jesús, al que le gustaban los toros, los deportes y absolutamente todas y cada una de las manifestaciones artísticas, la cultura no era algo elitista o para unos pocos, sino una faceta imprescindible de la vida que debía hacerse extensiva a todo el mundo porque simplemente hace la vida más bella y más feliz a las personas.

Seguir nutriendo esa especial vinculación de la capital soriana con la poesía, manteniendo vivo el legado de Gustavo Adolfo Bécquer (cuya figura, junto a la su hermano Valeriano, también reivindicó a través de la exposición permanente en la galería H2O de los depósitos del cerro del Castillo), así como de Machado y de Gerardo Diego era uno de los objetivos iniciales de esta iniciativa que, más de 15 años después se celebra como una seña distintiva de la cultura soriana. «Para mí hacer el esfuerzo de llevar el arte de la minoría al público, arriesgarse a hacer una feria como ésta es increíble», añade Bandopadhyay, quien aún recuerda la última edición de EXpoesía que se celebró en abril, en 2012, con muy mal tiempo. «Yo no vine preparado. Nieves [su mujer] y Jesús me regalaron una chaqueta para que aguantara el frío», recuerda desde Nueva Delhi, donde reside el autor de La ciudad leopardo, su poemario dedicado a Soria. Jesús, recalca, tenía la particularidad de hacer sentir a la gente como en casa. A Subhro, a Abdul Hadi Sadoun, al iraní Mohsen Emadi, al neozelandés Charles Olsen y tantos otros poetas vinculados a la ciudad por la poesía y las becas Antonio Machado nunca «nos dejó que pensáramos que éramos extranjeros en la ciudad», remarca Bandopadhyay. Marta Eloy Cichocka, la primera de las becas machadianas SXS que Bárez pergeñó en colaboración con el Ayuntamiento de Segovia, destaca su siempre inagotable capacidad de trabajo. «Es una de las personas más ocupadas que conozco», pero también con un don para «tratar a los miembros del campo literario y cultural, a artistas, actores, escritores, poetas, músicos... como a miembros de su enorme familia». 

De hecho, Jesús siempre se mostraba orgulloso de los logros del «círculo poético soriano» y de incluir sus presentaciones y recitales de nuevos poemarios en EXpoesía. «Era una persona muy generosa, sabia», recala Cichocka, «se preocupaba por la gente», que se interesaba para el bienestar de todos, que también estaba ahí cuando había un problema. «Siempre estaba a favor del abrazo cultural entre pueblos, entre lenguas», recalca Abdul Hadi Sadoun, que, como muchos otros, no puede «entender Soria sin Jesús Bárez». También le echarán de menos los miles y miles de enclaveros que, cada mes de julio, disfrutan de la buena música de raíz afroamericana en el entorno paradisiaco de las márgenes del Duero podrán concebir una nueva edición del Festival Enclave de Agua sin que el fue su máximo valedor y fan. «Enclave se queda huérfano», recalcan los organizadores de un certamen por el que pasan alrededor de 20.000 personas y, como explicaba el propio Bárez, contribuye a esa marca que, tanto para los visitantes de fuera como para el público local, asocia la capital con el disfrute de la cultura. Porque así era él. «Divertido y muy dado a la fiesta», recuerda Gloria Gonzalo. Jesús gozaba del Festival de Música Afroamericana del primer al último concierto, como también de cada una de las actividades culturales que programaba en el Ayuntamiento aunque lo que más le gustaba es que los espectadores salieran con una gran sonrisa. «¿Qué te ha parecido?», preguntaba siempre al final de cada espectáculo. La opinión de los demás era importante para él. «Estaba muy pendiente del público, de los artistas y de nosotros, los empleados», asegura Óscar Molina, jefe técnico del Palacio de la Audiencia. Pese a su aire despistado, «tenía todo en su cabeza» o más bien en su inseparable cuaderno en el que escribía a lápiz y sobre el que constantemente hacía cambios con la goma de borrar. Eso sí, a veces se hacía un pequeño lío con las fechas. «Era un crack, pero en menudos fregados nos metía», señala con sentido del humor Molina. Eso sí, asegura, era imposible enfadarse con él. «Si íbamos mal, se ponía él a colgar cuadros o nos daba palabras de ánimo», relata. Trabajó hasta el final. «Estuvo programando hasta el último día. Cuando abrimos el cuaderno, no nos lo podíamos creer: ya nos la había preparado otra vez con los cambios», afirma con un cariño infinito entre risas.

Agitador de la cultura en Soria desde los años 70 a través de la ya citada Asociación Acuso y la Galería Bárez, ubicada en la calle Rota de Calatañazor, que se convirtió también en un espacio de referencia y apoyo para los artistas locales, entró en política en el 1983 como delegado territorial de Cultura de la Junta de Castilla y León en Soria, una dedicación que se reforzaría a partir de 1987 cuando ocupó su primer escaño como concejal en el Consistorio de la capital de la mano del Partido Socialista y, durante un paréntesis, bajo las siglas de Alternativa Soriana Independiente (ASI) hasta volver a integrarse en el PSOE soriano. Bárez también fue concejal de Seguridad Ciudadana durante el mandato del Tripartito, entre 1999 y 2003, y aunque la cultura siempre fue su pasión, también formó parte en los últimos años de la Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento. Previamente, en sus legislaturas como concejal de la oposición fue de los únicos en darse cuenta de que, a la larga, las expropiaciones para la puesta en marcha del polígono industrial de Las Casas generarían (como después se confirmó) muchos problemas legales para el Consistorio.

EN CONSTANTE APRENDIZAJE«UN REGALO»

Desde el año 2007, ya como concejal de Cultura, las instalaciones culturales de la ciudad han crecido exponencialmente: los cines Mercado, el Espacio Cultural Alameda, el Centro Cultural Santa Clara y su gran proyecto, ese triángulo de arte en pleno centro de la ciudad que enlazará el futuro el Centro Nacional de la Fototografía con el palacio de Alcántara y el propio Centro Cultural Gaya Nuño, que logró reabrir en 2020 gracias a una colaboración con su propietario, la Fundación Fundos, con el ánimo también de dar a conocer el legado artístico de Gaya Nuño y su esposa la poeta Concha de Marco. Con un brindis «porque no hay cultura sin igualdad, ni igualdad sin cultura» celebró con Gloria Gonzalo la instalación de las oficinas de la Concejalía de Igualdad y Perspectiva de Género en el Gaya Nuño y con un «conmigo no te va a faltar de nada», le brindó sus primeras partidas presupuestarias para poner en marcha este departamento municipal en 2019. A sus más de 70 años aseguraba estar aprendiendo mucho en materia de igualdad. «Con él si que aprendías. De su forma de estar en el mundo desde el respeto... Tenía una mente tan abierta», señala Gonzalo con la alegría de haber tenido la suerte de compartir tan buenos momentos con él. Como el concejal de Juventud, Eder García, para el que Bárez era, sin duda, otro edil más de su departamento apoyando un buen número de actividades juveniles. En declaraciones a Vive Soria Radio, el edil recordaba entre risas lo primero que el concejal de Hacienda, Javier Muñoz, le advirtió cuando se incorporó al equipo de Gobierno del Ayuntamiento Soria. «Ojito con Bárez que como no andes listo, te deja sin el dinero que no te gastes». Era especialista en revisar el estado de ejecución a la caza de partidas aprovechables. Nunca sabía decir que no a un proyecto. El presupuesto asignado a Cultura siempre se le quedaba pequeño. Era una persona a la que le gustaba materializar sueños. «Si es que le interesaba todo. Valoraba el esfuerzo de todo el mundo. Se molestaba en conocerte. Te hacía sentir especial», concluye Gonzalo. Jesús Bárez demostró que la cultura puede cambiar una ciudad. Con su humildad y su característica (y adorable) media sonrisa que tan bien le definía, sostiene Gloria Gonzalo, «nos ha hecho mejores». Conocerle, concluye, «ha sido un regalo», disfrutar de los eventos que ha puesto en marcha en la ciudad, todo un privilegio. 

Por eso los últimos aplausos de todos no sonaron en su adiós a despedida, sino a fiesta, a celebración, al agradecimiento por tantos años de amistad, de trabajo, de sonrisas, de buena música, de poesía, de libros, de arte, de cine, de teatro, de fotografía, de danza... de todas esas pequeñas cosas con las que hizo (hiciste) más hermosa nuestras vidas. Porque eras mágico y majico, Jesús.