¿Por qué tanto revuelo con el glifosato?

M.H. (SPC)
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Se trata de un herbicida que, a día de hoy, es imprescindible en el campo para producir alimentos, ya que no tiene sustituto. Bien utilizado no causa ningún perjuicio a la salud

¿Por qué tanto revuelo con el glifosato? - Foto: Rubén Serrallé

Desde hace unos meses, el sector agrícola anda a vueltas con el glifosato, puesto que es posible que su utilización quede prohibida a partir del 15 de diciembre de este año. Pero, ¿qué es el glifosato? ¿Por qué es tan importante para los agricultores? ¿Qué supondría para el sector que su uso quedara vetado en la UE? ¿Cuál es la razón de su posible desaparición del campo europeo?

El glifosato es un herbicida de amplio espectro empleado para multitud de fines. Según datos de la 'Encuesta de utilización de productos fitosanitarios - Campaña 2019', realizada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el glifosato es el herbicida más utilizado en el cultivo de cebada, frutos secos, girasol, olivar y trigo, es decir es importante para algunas de las producciones más potentes de España, además de ser el más utilizado del mundo bajo diferentes presentaciones comerciales (hay 54 marcas solo en nuestro país). Pero no solo eso, sino que también se utiliza en silvicultura, en parques y jardines e incluso en el mantenimiento de infraestructuras viarias (se aplica para secar la maleza de las cunetas de las carreteras y mejorar la visibilidad).

Nacho Senovilla, responsable de agricultura de UPA, explica que Francia ya lo quiso prohibir por su cuenta años atrás, pero tuvo que dar marcha atrás ante las consecuencias en los cultivos. Ahora, el país galo es uno de los que se ha abstenido en la reciente votación celebrada en el parlamento europeo en la que se decidía si aprobar una proposición de la Comisión para prolongar la autorización de su uso 10 años más en territorio comunitario.

El día 13 de este mes hubo 55 votos a favor de aprobar la propuesta de Comisión, por 45 en contra y más de un 40% de abstenciones. Esta mayoría no es suficiente en el Parlamento, por lo que durante la primera quincena de noviembre se volverá a celebrar otra para ver si se alcanza una decisión. Senovilla no cree que esto vaya a ocurrir, porque «por mi experiencia, en estos asuntos nadie cambia el voto en unos días».

España es uno de los grandes países agrícolas que ha apoyado la aprobación de la prórroga para el uso del glifosato, a pesar de que, según el responsable de UPA, el ministro Planas está recibiendo presiones en sentido contrario por parte de Sumar, el Ministerio para la Transición Ecológica y colectivos ecologistas. Aun así, el responsable de Agricultura ha sido fiel al compromiso que contrajo con el sector y se posicionado a favor del uso de este herbicida por diez años más, algo que Senovilla considera «fundamental». «Mi posición es muy clara: tenemos que seguir el consejo científico. Si la ciencia y nuestros organismos recomiendan prohibir un determinado producto, seguimos su consejo, y si respaldan su uso, también», ha apostillado el ministro, que incluso ha dejado caer que en estos días intentará convencer a alguno de los países que se abstuvieron hace dos semanas.

La Comisión se ha mostrado dispuesta a «agregar modificaciones» a su propuesta para intentar que la respalde una mayoría cualificada de países. El portavoz de la Comisión Europea para temas de Salud, Stefan de Keersmaecker, ha aclarado que si tampoco fuese posible lograr esa mayoría a favor o en contra de la propuesta sería la propia Comisión la que «debe tomar una decisión basándose en los elementos de que dispone».

El principal de esos elementos es un dictamen emitido por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que dice que el glifosato no es perjudicial para la salud humana si se usa de manera adecuada. Senovilla aventura que si es la Comisión la que finalmente tiene que decidir sobre el asunto, lo más probable es que se decante por aprobar la propuesta, dado que ha sido la propia Comisión la que la ha presentado.

Por su parte, el ministro alemán de Agricultura, Cem Özdemir, ha pedido este lunes a la Comisión Europea que tenga en cuenta que entre los miembros comunitarios no ha habido por el momento una mayoría cualificada para apoyar la renovación del uso del glifosato durante diez años más. «La Comisión debería tomar en consideración que no hay mayoría cualificada. Creo que ese es un claro mensaje y la Comisión debería tomar eso en consideración y extraer las lecciones adecuadas de que no queremos glifosato», ha declarado Özdemir, a pesar de que su país se abstuvo en la votación del pasado 13 de octubre. Sin embargo, Francia -que también se abstuvo- admite por boca de su ministro que «en cierto número de prácticas, por el momento, no tenemos alternativas».

El sector ha aplaudido la posición de España en este asunto. Desde la Alianza por una Agricultura Sostenible (ALAS), integrada por las organizaciones de agricultores ASAJA, COAG y UPA, Cooperativas Agro-alimentarias de España, la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas, Hortalizas, Flores y Plantas vivas (FEPEX) y la Asociación Española Agricultura de Conservación Suelos Vivos (AEAC.SV), agrupadas para asegurar la sostenibilidad agrícola, han querido trasladar su respaldo al Gobierno de España por su votación a favor de la renovación de la autorización para usar glifosato.

Tras dos años de polémicas, el herbicida, usado desde hace más de cuatro décadas, recibió en 2017 el visto bueno para seguir siendo utilizado en la UE, aunque por un período más corto de lo normal, cinco años, en lugar del normal de 15, y el año pasado esa licencia fue renovada una vez más hasta el próximo 15 de diciembre a la espera del informe de la EFSA, que concluyó el pasado julio que el nivel de riesgo no justifica la prohibición, siempre que el uso de la sustancia se acompañe con medidas que lo atenúen en la salud de los humanos, los animales y el medio ambiente, aunque el informe admitió que algunas cuestiones no pudieron ser evaluadas.

Si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó en 2015 sobre los riesgos cancerígenos del glifosato, la EFSA y la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA) aseguraron después tener evidencias científicas para clasificar el herbicida como no cancerígeno. Senovilla explica que los agricultores son los primeros interesados en no manipular sustancias cancerígenas y cuenta que, hace años, cuando las normas de seguridad eran menos estrictas, el contacto directo con este principio activo era habitual. «Si fuera cancerígeno, algo habríamos notado». El responsable de UPA recuerda, además, que a día de hoy no hay alternativa a esta sustancia; al menos no a un precio asequible. Y deja claro que los agricultores «lo utilizamos por obligación. Es una gasto y si no fuera imprescindible no lo usaríamos».

Para poner en contexto su posible peligro baste decir que, como posible carcinógeno, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer incluye a esta sustancia en el grupo 2A, como «probablemente carcinógeno para el ser humano»; es el mismo grupo en el que se encuentra beber café, mate o té muy caliente.

Su importancia.

Según ALAS, la decisión por parte de España de votar a favor de seguir usando glifosato «conlleva un impacto positivo directo para los consumidores españoles y europeos. En un contexto de inflación, se podrá seguir empleando una herramienta que contribuye a la productividad agrícola y que permite llevar a los hogares productos seguros y sostenibles sin encarecer innecesariamente el coste de producción».

La Alianza aclara que el glifosato es una herramienta indispensable para la sostenibilidad de la agricultura. Los cultivos se desarrollan en un medio ambiente donde tienen que competir con las malas hierbas por el agua, los nutrientes del suelo y la luz del sol, lo que puede llevar a grandes pérdidas. Es necesario poder controlar estas malas hierbas para poder cultivar con éxito. «Para ello, los agricultores llevamos cerca de 50 años utilizando el glifosato de forma segura. El criterio científico es la mejor y única garantía para el desarrollo de una producción agroalimentaria sostenible y segura», dicen, refiriéndose al dictamen favorable de la EFSA.

«La evidencia científica, además, arroja que el glifosato contribuye a los objetivos de sostenibilidad de la UE en términos de lucha contra el cambio climático al permitir que los agricultores adoptemos prácticas de agricultura regenerativa, como la agricultura de conservación, que captura carbono en el suelo, fomenta la preservación y mejora de la biodiversidad en los ecosistemas agrícolas y mejora la calidad del agua. Estas prácticas agrícolas permiten una gestión proactiva para la mejora de la calidad de la tierra y para evitar la pérdida de suelo fértil por elementos como la erosión o la escorrentía", añaden.

Nacho Senovilla deja claro que, para poder realizar siembra directa, el glifosato es completamente imprescindible. Si no se actuara contra las malas hierbas antes de enterrar la semilla en el suelo la nascencia se resentiría y el desarrollo posterior de las plantas que consiguieran brotar se vería seriamente comprometido por la competencia con otras especies.

Por todo ello, desde ALAS reclaman al Gobierno «que se mantenga firme en su decisión que, amparada en el criterio científico, resulta esencial para la sostenibilidad y competitividad de nuestra producción agroalimentaria, siendo un modelo para sus homólogos europeos en la toma de decisiones basadas en la ciencia».

Senovilla quiere hacer visible también una realidad que se está dando actualmente en el campo español. Ante la posible prohibición, algunos agricultores están haciendo acopio de glifosato para poderlo usar en campañas venideras. Las empresas que lo comercializan se han dado cuenta y están subiendo los precios, pero aún así sigue siendo «eficaz y económico», dice.

Lo cierto es que los agricultores están a un paso de perder una de las herramientas más importantes para muchos cultivos, para la cual, además, no tienen repuesto. Sería un duro golpe más a la capacidad productiva comunitaria, que ya está recibiendo muchos reveses por diversas razones. Y lo peor de todo es que esta prohibición no iría aparejada a un veto similar a los productos importados de terceros países. Es decir, aquí no se podría usar, pero los consumidores podrían seguir comprando alimentos cultivados con glifosato llegados de fuera de la Unión Europea.

 

Fallida ofensiva en contra.

Este martes se ha votado en la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo una resolución que pedía la total prohibición del uso del herbicida glifosato en la Unión Europea (UE) presentada por diputados de los Verdes, los socialdemócratas y de la Izquierda. Pero la iniciativa no ha salido adelante y el resultado de la votación ha sido de 38 votos a favor, 40 en contra y 6 abstenciones. Los responsables de la propuesta abogaban por una resolución que pedía a los Estados miembros la prohibición del glifosato, pero «parte del grupo Renew se unió a la derecha y la extrema derecha para apoyar a los grupos de presión de la industria química agrícola en favor de la reautorización», indicaron los Verdes en un comunicado. El neerlandés Bas Eickhout, eurodiputado de los Verdes y vicepresidente de la Comisión de Medio Ambiente de la Eurocámara, consideró que «el gran lobby agrícola ha ganado a expensas de la salud de los agricultores y de nuestros ecosistemas» y advirtió de que permitir que sea autorizado de nuevo el glifosato sería «dar un cheque en blanco» a las grandes empresas del sector para vender un pesticida sobre el que hay muchas lagunas en cuanto a sus efectos a largo plazo sobre la salud.